
La empresa de economía social Vegapresas consigue un triple objetivo: insertar laboralmente a personas con discapacidad, ahorrar combustible y reducir el impacto medioambiental
30 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.
Ahorrar, aportar algo a la sociedad y también al medio ambiente son los objetivos de un proyecto de la empresa gijonesa de economía social Vegapresas ha llevado a cabo con éxito y que tiene muy buenas perspectivas para el futuro.
Desde su instalación de Vegapresas han implantado, con el apoyo de la Fundación Edp, una caldera de biomasa que alimenta con subproductos de su actividad y que les genera un ahorro de 6.000 euros al año en combustible y que, además, evita el consumo de combustibles fósiles.
Vegapresas surge, como explica su gerente Carlos Aller, de la mano de la asociación Una ciudad para todos, que nace en los años 70 del siglo pasado para erradicar el chabolismo. Hacia mediados de los 80, cuando el problema ya había sido en buena parte encauzado hacia servicios sociales públicos, la asociación decidió actuar en favor de personas con discapacidad intelectual.
Así se pone en marcha Vegapresas, con el fin de integrar laboralmente a esas personas. Comenzaron a gestionar un vivero y, más tarde, un centro ocupacional y un servicio de pisos tutelados. Además, ofrecen servicio de jardinería, cátering, tareas de montaje (estuchado de mercancías, montaje de cajas o blísters y otras tareas manuales), así como un jardín para celebrar eventos al aire libre.
Actualmente, cuenta con una plantilla de 90 personas de las que el 80% son personas con discapacidad.
Según explica Miguel G. Lastra, gerente de la Agrupación de Sociedades Asturianas de Trabajo Asociado (ASATA) a la que se adscribe también Vegapresas, «en Asturias hay en torno a 600 empresas de economía social que pueden dar empleo directo a 5.000 trabajadores y en torno a 10.000 indirectos», lo que da una idea de su creciente importancia también desde el punto de vista económico.
«Hay algunas de esas sociedades mejor conocidas como Koopera o Riquirraque Emaús y otras no tanto como la Fundación Mar de Niebla (a través de 7R Servitec) que se dedica al reciclaje de ordenadores… es un nicho de emprendimiento para las empresas de inserción», asegura, donde «Vegapresas es un buen ejemplo de esta actividad».
Un reto de sostenibilidad
Carlos Aller explica que su vivero, que comercializa todo tipo de árboles, plantas y productos hortícolas desde su finca de Gijón, genera mucha madera y restos vegetales de poda. ¿Qué se podía hacer con todo ello, que supusiera un beneficio medioambiental y económico?
Así llegó la idea de aprovechar ese material para disponer de su propia caldera de agua caliente y calefacción, que utiliza la leña más grande procedente de tala de árboles. Un complejo sistema informatizado regula el almacenamiento del agua en un gran depósito que está disponible de forma continua.
Después llegó una segunda cuestión: qué hacer con el material más pequeño (hojas, ramas menores…), que es más difícil de usar en la caldera directamente por la cantidad de cenizas que genera y porque su aporte calórico es muy inferior.
Pero no es un desperdicio, en absoluto. Así que, manos a la obra, Vegapresas está poniendo en marcha una segunda parte del proyecto: el triturado de esos materiales para acolchar y enriquecer el suelo, tanto de siembra como de jardín.
Y lo interesante es que no solo lo utilizarán, sino que a partir de enero del próximo año lo regalarán, una vez empaquetado en sacos, a los usuarios que se acerquen. Y les explicarán cómo usar ese acolchado, e incluso prestarán pequeñas máquinas trituradoras a aquellos que deseen probar a reutilizar sus productos de poda en casa.
Lo que quieren con esta acción, explica Carlos Aller, es que tanto la asociación como Vegapresas aporten algo a la sociedad. «Siempre pedimos, y ahora queremos también devolver algo y, de paso, mejorar la educación ambiental». Todos salen ganando.