La diseñadora asturiana asentada en Milán expone en Madrid piezas realizadas con piel de manzana, aloe, restos de seda o tuberías
29 ene 2020 . Actualizado a las 20:05 h.Es uno de los grandes nombres del diseño a nivel internacional y con más de 30 años de brillante trayectoria Patricia Urquiola está ahora centrada en llevar la sostenibilidad a sus muebles, a los objetos cotidianos con los que convivimos y que, más allá de su belleza o utilidad, tienen una historia detrás. Desde la piel de manzana, imposible de distinguir del cuero tradicional para sillas, a alfombras tejidas con aloe y restos de seda, tuberías recubiertas de restos de mármol que se transforman en jarrones o polímeros reciclables para asientos de exterior, los materiales que utiliza Urguiola (Oviedo, 1961) son infinitos. Y demuestran el enorme trabajo de investigación detrás de cada una de sus piezas, que a su vez son transparentes desde el punto de vista conceptual porque «permiten ver el pasado», resalta la diseñadora a Efe mientras explica la exposición sobre su trabajo que forma parte del Madrid Design Festival, que se celebra desde mañana y hasta el 1 de marzo.
Desborda vitalidad y pasión por su trabajo y asegura con rotundidad que lo que más le gusta del diseño no es la idea ni el resultado final que luego todos alabamos, sino «el proceso de desarrollo». Es lo que muestra con las piezas que se exhiben en el Fernán Gómez, el Centro Cultural de la Villa de Madrid, y que conforman una de las cuatro exposiciones del festival que acoge esta institución.
Urquiola recorre cada rincón de las cinco salas en que se divide su exposición, titulada Nature Morte Vivant por una obra de Dalí y no como expresión francesa -aclara rápidamente la diseñadora-, que ha colaborado en la organización de la muestra con la comisaria Ana Domínguez Siemens. Cosas transparentes, Viajes empáticos, Resistencias, Gender? What Gender? y Contaminaciones son los cinco capítulos que forman la exposición, sin orden cronológico. «Ya tendré que hacer en el futuro una en orden cronológico pero por ahora no me interesa», asegura.
Muchas sillas, sillones y todo tipo de asientos. «Empecé haciendo asientos y eso te marca», afirma la diseñadora, graduada en Arquitectura en la Politécnica de Milán, ciudad en la que sigue viviendo, aunque reconoce que le gusta diseñar cualquier tipo de objeto. Explica cada detalle de cada pieza con mucho amor, como la silla con piel de manzana, un material que se hace en Italia; la alfombra con residuos de seda fabricada en Nepal o la mesa de restos de mármol cuyos agujeros están rellenados con resina.
Porque, insiste, «el proceso es lo importante», y por eso ha querido que de cada pieza haya información de su año de fabricación y de los materiales con los que está hecha, para que los visitantes entiendan más qué es y cómo funciona el diseño. «Actualmente la opinión pública es más compleja y todos estamos más interesados en la sostenibilidad de todo lo que nos rodea», resalta Urquiola, que trabaja por todo el mundo con artesanos o especialistas con los que desarrolla materiales especiales para sus muebles.
Para el restaurante de Eneko Atxa en Bilbao, además de hacer todo el proyecto de diseño, ha creado unas sillas verdes en aluminio, que, una vez realizadas, también se comercializan. Esa es una parte que le gusta mucho de su trabajo, diseñar cosas que se adapten al entorno y a los proyectos que le encargan, además de saltarse los límites, como un suelo de madera en el que juega con las curvas para insertar piezas de borde redondo entre las típicas tablas lisas. «Al encargarme el diseño me dijeron que hiciera lo que quisiera pero que no podía variar el machihembrado», que obligaba a conservar el habitual aspecto de líneas rectas de los suelos. Y fue eso precisamente en lo que trabajó para cambiarlo, resalta sonriente.
Muy cerca se ven jarrones de todo tipo de materiales, piezas de vajilla de porcelana y pequeños cuencos fabricados en Japón, mientras en otra sala hay una divertida consola en metal y vidrio soplado en rojo, blanco y negro que realizó con su amigo Federico Pepe. Se sirve de los colores sin miedo y, en muchos casos, con mensaje, como el rosa en algunas sillas, ironía de que ese tono se identifique con las mujeres. Y se siente divertida en una chaise longue que parece una bota, un asiento «que viene del futuro» porque cree que las deportivas son las que mejor representan «el momento que vivimos». Frente a ella, sobre la pared se proyectan imágenes y vídeos sacados del whatsapp de la diseñadora, un ejemplo de que «la curiosidad y el proceso» es lo que mueve su vida.