Mbappé, Messi y Neymar se olvidaron de la defensa y su equipo lo pagó muy caro
09 mar 2022 . Actualizado a las 23:51 h.Nasser Al-Jalaifi, el brazo ejecutor del emir catarí Tamin bin Hamad Al-Thani, tenía una misión clara. Coleccionar estrellas y formar el mejor equipo del mundo para ganar la Champions. En el 2017 tuvo la habilidad de apostar por un jovencísimo Kylian Mbappé; ese mismo verano rompió la banca y pagó la cláusula de Neymar; y hace siete meses completó el puzle con un Messi al que le dieron la patada en Barcelona para no comprometer más su ruina económica. Pero Al-Jalaifi ha vuelto a fracasar. Y lo peor es que posiblemente Mbappé se le vaya y se quede con un Messi y un Neymar envejecidos, que están lejos de lo que eran.
Cuando Ancelotti vio la alineación del PSG, posiblemente esbozó una sonrisa. Los tres tenores en el once, sacrificando a un Di María con menos nombre, pero que seguramente hubiera aportado más trabajo en el Bernabéu. ¿Cómo mezclarían? ¿Quién asumiría el rol de falso nueve? ¿Cómo se las ingeniería Pochettino para que su equipo no sufriera cuando no tuviera el balón?
Las dudas fueron certezas. Mbappé, Messi y Neymar se descolgaron del resto del equipo. Sin balón, se desentendieron el partido y se dedicaron a dosificarse. Cada cual caminaba sobre el césped con más flow, como dirían los modernos. Andares de cracs y miradas hacia atrás para seguir a distancia lo que hicieran sus compañeros. «Que se las apañen», seguramente pensarían. Un plan que les valió, mientras el rival no se creyó que podía.
Clase suprema
El Madrid no supo sacar partido de eso durante 60 minutos. Le faltó empuje para aprovecharse de que solo había siete jugadores del PSG defendiéndose, que además se agrupaban cerca de su área para protegerse. Paredes, Verratti y Pereira se multiplicaban y Marquinhos acudía continuamente a las ayudas hacia su lateral derecho (Achraf Hakimi).
Fueron ataques circunstanciales. Arreones locales, con Benzema como boya. El plan de Pochettino pasaba por matar al Madrid a ritmo lento. Durante varias fases de la primera mitad, el Bernabéu estalló en pitos por el rondo que el PSG trazaba sobre el césped. Messi y Neymar, lejos de lo que eran, bajaban a recibir y se convertían en dos centrocampistas más divirtiéndose y tirando paredes. El argentino juega como hace diez años y podrá seguir haciéndolo así diez más. Camina. La diferencia con el de antaño son las arrancadas y los regates en velocidad que ya no tiene. Y se nota.
El único que marca las diferencias es Mbappé. El delantero francés marcó en la ida y repitió en la vuelta. Hizo tres, en realidad, pero le anularon dos. El gol que subió al marcador le representa. Galopada por potencia corriendo desde su campo y definición sin fisuras por el palo del portero. El que le anularon en la segunda parte es también de genio. El quiebro que le hace a Courtois es antológico.
Los andares de los tres tenores pasaron desapercibidos durante sesenta minutos. Hasta que a Donnarumma le dio por abrirle la puerta de la remontada al Madrid con un error flagrante y Pochettino entró en pánico, quitando a Paredes, primero, y a Danilo Pereira, después, destrozando así todo el sistema defensivo que debía salvar las desatenciones de sus cracs. Benzema hizo el resto.
El PSG se fue de Madrid muy tocado. Hundido. La temporada para los parisinos ya es un fracaso pase lo que pase en la Ligue 1 (que ganarán seguramente). Una plantilla con valor de mercado de mil millones tirada a la basura. Toca otra revolución.