Aunque en España son todavía minoritarias, estas tendencias conservadoras especialmente fuertes en países anglosajones se han situado en el centro de la conversación
25 ago 2024 . Actualizado a las 10:44 h.Una mujer, generalmente joven y blanca, se sitúa frente a la cámara y empieza a narrar con una voz sutil y dulce la receta que está preparando, casi siempre desde cero. El escenario en el que cocina (y graba) es una cocina perfectamente limpia, completamente equipada y claramente moderna. En ocasiones, la estampa se completa con unos hijos, también perfectos, correteando por detrás.
Este tipo de vídeos se pueden ver en redes sociales con asomarse un poco a ellas y, aunque no siempre de forma explícita, idealizan y hacen aspiracional un pasado en el que las mujeres se quedaban en casa cuidando de la familia. El fenómeno de las tradwives (esposas tradicionales), lleva en auge en países anglosajones varios años y su influencia se empieza a adivinar en España.
¿Hay tradwives en España?
Silvia Díaz, coautora de estudios sobre la manosfera (círculos misóginos de internet) como (Re)configurando el imaginario sobre la violencia sexual desde el antifeminismo o Jóvenes en la manosfera, afirma que en España este es un fenómeno «casi anecdótico. La única que podría encajar es RoRo». En las últimas semanas, la viralidad del perfil de RoRo Bueno, en la que todos los vídeos la fórmula es una petición de su novio que ella cumple, ha sido la comidilla de todas las conversaciones.
Esta narrativa encaja dentro de la corriente de contenido más conservador y tradicionalista. Elisa García, compañera de Silvia y coautora con ella de los estudios antes mencionados, explica que el movimiento de las tradwives se puede «enmarcar en la manosfera, aunque no sea estrictamente ese internet más misógino y masculino. Son mujeres que reivindican el rol tradicional de la mujer. Reivindican un retorno a la sociedad tradicional en el que las mujeres son felices cumpliendo esas tareas, que el feminismo ha dicho que debemos compartir con los hombres para que nosotras también ocupemos el espacio público».
Añade que en España el discurso «no tiene tanta capacidad de prender, porque creo que es muy transversal entre las mujeres de todas las generaciones, sean izquierdas o derechas, la importancia de la independencia femenina». Su compañera Silvia comenta que este es un fenómeno anglosajón por la relevancia de la religión mormona en países como Estados Unidos y también por la alt-right, la extrema derecha norteamericana de supremacismo blanco e influencia religiosa. «En España no se ve tanto porque la religión no tiene tanto calado en la sociedad y las extremas derechas defienden otro tipo de mujer ideal», explica. A esto se añade que «aquí tenemos el legado del fascismo, donde hubo una imposición de la mujer tradicional por el franquismo y la Sección Femenina. Creo que eso es una herida todavía no cerrada y es algo que está muy reciente».
Sin embargo, Elisa apunta que en el momento en el que hicieron su investigación sobre la manosfera, en el 2022, sí detectaron una serie de mujeres que, bajo el hashtag #teamalienadas, se posicionaban como «activistas de los derechos de los hombres». «A pesar de ser muy minoritarias tienen un papel legitimador muy importante». La socióloga también apunta que perfiles que se autodenominan como «chicas mantenidas» están proliferando en países como España y, sobre todo, Francia. A diferencia de las tradwives, estás siguen una estética más moderna y «les encanta tener su rutina de belleza y contar lo bien que están en casa. Al final tienen la misma lógica detrás». Otras figuras, fuera de las redes, que también se enmarcan en este antifeminismo son las políticas de Vox Macarena Olona o Rocío Monasterio.
El contenido conservador se hace viral
Cristina Rovira, responsable de cuidados en América Latina y el Mediterráneo en Oxfam Intermón, considera que se está sobredimensionando la influencia de este tipo de contenidos, pero sí es cierto que hay una gran separación ideológica entre mujeres jóvenes más progresistas y hombres con imaginarios más conservadores. La experta cita una publicación del Financial Times que reflejaba cómo los hombres jóvenes tienden a tener ideas políticamente más conservadoras que las mujeres, algo que se vio en las elecciones europeas. «Las mujeres jóvenes durante la última ola feminista han encontrado en internet un espacio donde compartir e intercambiar conocimientos, hacer denuncias como fue el Me Too o el Ni una menos en América Latina, mientras que los hombres más jóvenes están encontrando un espacio para reaccionar a esa ola en la manosfera».
Para Elisa García, el éxito de este tipo de perfiles radica en la situación actual, «estructuralmente mala». Las sociólogas indican que estos vídeos sirven como un escapismo de la realidad y una forma de «gestionar el malestar. Estamos en una sociedad muy polarizada en la que a algunas personas no les satisfacen las respuestas que consideran más radicales, como la mujer empoderada que gana un sueldo, que puede ser madre sola... No les convencen esos discursos y buscan refugio en lo contrario». El éxito de estos perfiles podría desembocar en «un retroceso en los valores igualitarios en nuestra sociedad, que hace que se vote a determinados partidos políticos que acaban derogando políticas de igualdad», apunta.
Así, los usuarios entran en cámaras de eco, en las que todo el contenido que consumen es aquel acorde a sus ideas previas, sin enfrentarse a otras alternativas que desafíen su imaginario. «Las cámaras de eco son fundamentales para entender por qué la manosfera funciona. Aquí también circulan ideas que reconfortan. Es muy importante hacer entender que esta gente no está loca o es una friki. Son contenidos que nos pueden llegar a cualquiera. La diferencia es el tiempo de exposición, pero es lo que explica que haya salido un Alvise», subraya García. La solución pasa por «hacer un trabajo de escucha real y reconocer que hay unos malestares generacionales que no estamos recogiendo y que sí lo están haciendo otros».
De todas maneras, el alcance de estas cuentas llega también a personas que a priori no se identifican con un ideario más conservador. Para Silvia, estos vídeos también llegan a gente que sigue consumiendo este contenido aún estando en contra por rangebait, una fórmula por la cual se genera interés a través de la rabia. «Las redes se manejan en base a sentimientos y, creo que RoRo -es una absoluta experta en el rangebait para que la gente hable. Nos mueve la felicidad, como la rabia y la indignación». El algoritmo de redes como Youtube y TikTok no entiende de gustos, si no de interacciones. De esta manera, en cuanto se pasa tiempo consumiendo un contenido, sea por el motivo que sea, y compartiéndolo y comentando, las redes comienzan de manera casi automática a mostrar más contenidos similares. Otra explicación de por qué se viraliza y aumenta el alcance.
En España algunos de los perfiles de más éxito muestran un estilo de vida que tiende a lo conservador. Es el caso de la familia Pombo. «A pesar de que el tipo de contenido que generan y que crean no es tan estética tradwife, el discurso que ellas están reproduciendo sí que tiene claras similitudes, al vender una fantasía de felicidad familiar que escapa del estrés del día a día. Esta fantasía se erige sobre valores conservadores donde la mujer se relega a la casa», indica Silvia.
Dentro de los contenidos de la manosfera, la estética deja de ser tranquilizadora y aspiracional, emulando una vida idílica, para pasar a vídeos en los que un hombre se expresa de forma agresiva. Levantarse de madrugada para hacer dominadas, invertir para tener éxito económico y ser los cabezas de familia son algunas claves del discurso que venden. Estos casi siempre imitan a un podcast, para lograr ese efecto de autoridad en sus declaraciones, y legitimar así su discurso. «Pautan y describen el comportamiento que deben tener, hablando de hombres y mujeres de "alto valor"», explica García.
¿Qué tienen de real estos perfiles?
En los informes de Oxfam Intermón que señala Rovira se refleja que el perfil habitual de mujeres que cuidan están en situaciones precarias y son migrantes, una imagen muy distinta a la que se ve en las tradwives. En palabras de Díaz, «RoRo es puro marketing. Vende un canal de cocina a través de una estética y una narrativa visual y de género muy específica».
Elisa añade que en este contenido conservador, hay también un «mensaje clasista»: «Hoy en día, con como está el mercado de trabajo, hacen falta dos sueldos para mantener una familia. Este contenido está vertebrado desde una determinada clase social y es análogo a todos esos discursos de los emprendedores de las culturas de la manosfera o como los que dicen no ser célibes involuntarios, si no que quieren vivir su vida sin mujeres. Es el "elijo renunciar"».
«Lo que no te cuentan es que eres económicamente dependiente del hombre. No cuentan los problemas que acarrea ser una mujer tradicional, que no tiene carrera profesional, independencia económica o independencia social», explica Silvia. Si bien lo que se ve en las pantallas son a mujeres idílicamente felices quedándose en el hogar, mientras el marido lleva dinero a casa, la realidad es que estas mujeres son emprendedoras que cobran -y no poco- por el contenido que publican.
Hablemos de cuidados
Un lado positivo de que estos contenidos más conservadores estén en el centro de la conversación es, según Cristina Rovira, una oportunidad para hablar del reparto de los cuidados en la sociedad. Esto puede ayudarnos «a replantearnos narrativas que hablen de los cuidados desde la corresponsabilidad», ya que «los cuidados a personas mayores, a infancias, el trabajo del hogar, también la carga mental o de planificación de su vida diaria, en los hogares sigue siendo un trabajo que mayoritariamente asumen las mujeres y de manera no remunerada», apunta.
Rovira añade que, en muchas ocasiones, las mujeres que dedican todo su tiempo a los cuidados, sin una alternativa de ingresos económicos, «ven minada su autonomía y esto lacra su capacidad de emanciparse, además del desgaste emocional y un impacto en la salud mental muy elevado. Puede ser revelador lo duro y exigente que es cuidar».
Para la experta, «el fenómeno de RoRo y las tradwives está abriendo otra vez una conversación sobre los cuidados que no se tomaba desde la pandemia. Creo que no debemos caer en falsos debates sobre si realmente los cuidados tienen que ser algo aspiracional o si cómo se asumen es feminista o no. Tenemos que tener una conversación pública sobre los cuidados que queremos, cómo los queremos asumir o no y cómo queremos ser cuidados».