El libro es un compendio de 18 historias, algunas narradas por el autor y otras por delincuentes condenados, como Rosa Peral o Sandro Rosell: «Darles voz no significa necesariamente justificar sus actos»
08 jul 2024 . Actualizado a las 17:22 h.El periodista y escritor catalán Carlos Quílez ha dado voz a los delincuentes en el libro Condenados relatos. Más Mala vida, que cierra la trilogía de ficción sobre hechos reales formado por Atracadores y Mala vida y ha sido presentado este lunes en la trigésimo séptima edición de la Semana Negra de Gijón.
La obra es un compendio de dieciocho historias, algunas narradas por el autor y otras por delincuentes condenados que cometieron algunos sucesos con gran repercusión en medios de comunicación y que explican sus puntos de vista sobre la vida, la libertad, la delincuencia y la cárcel. Un jefe de la banda Mara Salvatrucha, Rosa Peral, condenada por el asesinato de un guardia urbana, y el expresidente del FC Barcelona, Sandro Rosell, encarcelado y luego absuelto en un caso de blanqueo de comisiones, son algunos de los autores de las dieciocho historias.
Es un libro «subjetivo, pero es especialmente honrado, y no es tendencioso, porque dar voz a los delincuentes no significa necesariamente justificar sus actos», ha explicado Quílez (Barcelona, 1966) en una rueda de prensa celebrada en el festival cultural de Gijón. El escritor, que como periodista especializado en crónica policial ha cubierto numerosos sucesos y juicios, ha destacado «la vulnerabilidad de la condición humana frente al mal», porque «todo el mundo está en perfecta disposición para cometer la peor de las tropelías, en un momento determinado bajo ciertas circunstancias». «El código penal es aséptico y viene a decir que quien la hace la paga, pero la realidad es que quien tiene poder y dinero puede cometer delitos sin tener que purgar penas de prisión y eso se ve en la cantidad de ladrones de cuello blanco que están en libertad», ha destacado. El autor ha dicho que las leyes no contemplan la psicopatía como atenuante, cuando el 4,5% de la población carcelaria presenta indicios de esa enfermedad mental, ha señalado, y cree que debería contemplarse al igual que la drogadicción.
Quílez ha afirmado que la literatura le permite contar los hechos de los que habitualmente informa como periodista pero «desde los sentimientos», lo que complemente y enriquece el relato. Ha admitido que muchas veces, ante determinados sucesos, se conmociona y le corre un sudor frío por la espalda y esa sensación no la puede transmitir en la crónica periodística. El autor se ha manifestado convencido de que las circunstancias condicionan la conducta y que el mismo hubiera podido ser un delincuente si hubiese crecido en otro ambiente social porque «existe una unión matrimonial entre la condición humana y el mal», informa Efe.