Hacía cuarenta años que una película española no obtenía el triunfo absoluto en este festival, desde la era Pilar Miró, con «La colmena» de Mario Camus
27 abr 2022 . Actualizado a las 21:15 h.La directora barcelonesa Carla Simón ha hecho historia para el cine español en la Berlinale al obtener el Oso de Oro. Es el resultado de su delicada y soberbia elegía por la crisis del mundo agrario sostenida de modo coral por la familia que protagoniza Alcarràs. Este premio culmina el asalto al gotha de los creadores de la gran pantalla de la cineasta catalana, ascenso que inició precisamente en este festival cuando ganó en 2017 como mejor opera prima con Estiu 1993. Y es -además- un premio de alcance histórico para el cine español, que no triunfaba en uno de los tres grandes festivales internacionales desde que hace 40 años Mario Camus ganó también en Berlín, con La colmena. Nada menos que en la era Pilar Miró. En los años en que también ganaban Saura, con Deprisa, deprisa. Y García Sánchez. Era la forma en que la Berlinale apoyaba nuestra democracia más tierna.
Alcarràs conserva la alquimia que Carla Simón mostraba en su filme anterior, el del trabajo con los niños, cuyos registros se mueven en un estado de naturalidad que traspasa la ficción y deviene algo de orden mágico en sus ceremonias de la inocencia o en el asomo de su fractura. Pero es también una obra más profunda en su apertura del gran angular hacia un drama -el de la muerte del campo como sector productivo- que crece serenamente como filme de alcance político -su sutil llamada a los ecos de la conciencia de clase- y reivindica el orgullo de las tres generaciones de una familia que aprende a convivir en la pérdida de una batalla. Y a decir adiós a un mundo de ayer -el del campo, aquí una plantación de melocotones devorada por la rentabilidad de las placas solares- y a hacerlo en un elegía de magnitud agigantada por la ausencia de ampulosidad de tanta verdad como Carla Simón es capaz de extraer. Porque habla el universal lenguaje de los derrotados. Y lo hace desde dentro.
Claire Denis, la mejor directora
En un palmarés en donde todos los premios salvo dos fueron para mujeres, brilla de modo singular el reconocimiento como mejor directora a la titánica tarea de Claire Denis, capaz de reinventar el melodrama, de remover los cimientos de un triángulo sentimental y convertirlo en algo totalmente nuevo, poseído por una desasosegante y avasalladora violencia interna que recorre la exploración del dolor de los que aman y los que ya no pueden hacerlo y que recorren los descomunales Vincent Lindon y Juliette Binoche en Avec amour et acharnement.
Y la tercera gran cineasta que merece elevarse por las luces y las sombras de ese palmarés es la boliviana Natalia López Gallardo. Ella ha sido compañera vital y contraparte artística de uno de los grandes autores del cine mexicano de la crueldad, Carlos Reygadas. El Premio del Jurado para su opera prima, Manto de gemas, es una declaración de coraje que reivindica la personalísima nueva vía que López Gallardo toma para recontar la pesadilla de México como pudridero. Como estado fallido en cuyas acera los cadáveres se disponen como paquetes postales embuchados en la amanecida. Hay en Manto de gemas incrustaciones de Lucrecia Martel y -aún más claras- de la fragmentación narrativa del horror del más ténebre David Lynch. Pero su mirada, la de la grandiosa debutante, es genuina e indomeñable.
El Gran Premio del Jurado para el coreano de feracidad incontinente, Hong Sang-soo, a pesar de que su película, The Novelist´s Film, no es de sus encajes de orfebrería minimalista más sutiles, es inatacable. Casi preferiría no hablar mucho del resto del palmarés. Es de una indefinible obscenidad. Singularmente ofensiva en lo que se refiere a los dos premios del filme alemán Rabiye Kurnaz vs George W. Bush, zafia buddy movie, ideológicamente vomitiva porque recurre a un humor de comedieta chusca para imbuirse de la infamia universal de Guantánamo. Y recibe nada menos que un reconocimiento a su guion criminógeno y otro a su actriz, cruce de Florinda Chico y Carmina y Amén turca. Y qué más da. Quedémonos con la veta. Se llama Carla Simón y su mirada proyecta en una pantalla el manto de bellísima tenacidad humana de los perdedores, que pone orden y templanza en este mundo caótico y feo.
Lois Patiño, candidato al mejor corto europeo del año
En la cuota gallega, la Berlinale designó el corto de Lois Patiño El sembrador de estrellas como su candidato —como hará una veintena de festivales internacionales, en una nueva iniciativa— al mejor cortometraje europeo del año. De esa veintena saldrán los cinco finalistas para un concurso que se dirimirá en los premios de la Academia de Cine Europeo.