Miguel Bernardeau: «Cuando mi abuela me vio desnudo en el capítulo dos de Élite, apagó la serie»

CULTURA

«No soy Guzmán de 'Élite', soy Miguel Bernardeau». Así de claro se presenta el protagonista de este exitazo internacional, que estrena su tercera temporada en Netflix. «Me hubiera gustado estar un poco más preparado para todo esto que me iba a pasar después», confiesa

14 mar 2020 . Actualizado a las 10:17 h.

A sus 23 años y en el epicentro del éxito mundial de la serie, Miguel Bernardeau (Valencia, 1996) muestra una serenidad casi irreal. Aunque reconoce que le hubiera gustado estar preparado para semejante cambio de vida, al hijo de Ana Duato y del productor Miguel Ángel Bernardeau le vienen las tablas de casa, y no deja de agradecer su suerte sin despegar los pies de la tierra. Perseguido por los flashes y flamante imagen de Hugo Boss, Miguel vive la fama y la exposición de su relación con Aitana Ocaña con recelo y se define opuesto a Guzmán, su personaje en Élite. Poco queda de aquel chaval incomprendido en el instituto: «Yo soy hiperactivo y creo que tengo déficit de atención. Eso los profesores no lo entendían. Me echaban de clase, y yo sabía que hablar era una falta de respeto al profesor, pero lo que no podía hacer era estar ocho horas sentado». Ni entonces ni ahora.

-¿Cómo ha sido esta espera ante el estreno? La segunda temporada la rodasteis sin saber aún que «Élite» iba a ser un bombazo, pero ahora ya conocéis lo alto que está el listón.

-Sí, la espera es de mucha intriga por saber cómo el público la recibe, por saber con qué historias conecta en esta tercera temporada y por ver cómo funciona el trabajo que hemos estado haciendo durante cinco meses. La verdad que da mucha curiosidad, cada vez más, porque al principio no te esperas lo que va a pasar, y cuando de pronto tienes tanto público, pues ya dices: ¡Ostras, vamos a sacar una temporada y la van a ver por lo menos veintialgo millones de personas!

-Esta es una serie enfocada en principio al adolescente, pero de adolescente tiene poco.

-El hecho de que sea una serie adolescente no significa que vaya dirigida a un público adolescente. Quiero decir que es una serie con la que personas de todas las edades pueden sentirse conectadas, y de todos los lugares. Y eso es algo que la hace grande e interesante.

-¿Cómo se mastica estar en la élite de la fama a los 23?

-Ja, ja. Es que no me siento... [duda] no me siento en la élite. Tengo dos maneras de sentirme, artísticamente y luego también personalmente. Artísticamente estoy en pleno apogeo, estoy empezando a encontrar a mi actor, a encontrar lo que me gusta hacer, lo que me apasiona dentro de la interpretación, estudiando aún. Y luego personalmente es muy gratificante haber tenido la proyección que he tenido con la serie, y muy contento y agradecido por todo lo que me ha pasado con ella. Y ahora también tengo ganas de hacer otras cosas.

El consejo que me dieron mis padres es, sobre todo, que disfrute mucho 

-¿Os prepararon para el éxito?

-No, la verdad es que no. Nadie sabe eso, quien te diga que supieron que esta serie iba a tener este éxito... El tipo de éxito que hemos tenido con esta serie es sin precedentes, o sea, después de La casa de papel sucedió esto. Pero claro, ¿cómo vas a ver algo que aún no ha pasado? No nos prepararon, de hecho, es algo que yo sentí un poco, y pensé: 'Hostia, me hubiera gustado saber todo lo que me ha pasado después de esto para poder estar un pelín preparado para todo'. Sobre todo, a nivel personal.

-Guzmán es una montaña rusa de personaje. Pasa de ser el más elitista a enamorarse de una emigrante árabe. No es un malo plano.

-No, yo creo que es un bueno, un bueno equivocado en este momento. Un bueno al que le queda mucho camino por recorrer para ser la persona que quiere ser. Pero yo creo que Guzmán tiene el potencial para ser una persona brillante y muy interesante. Tengo mucha confianza en él. Tiene un fondo muy, muy brillante, y para llegar a ese fondo le hace falta aún mucho que vivir.

-Tiene una coraza.

-Es que él es un superviviente, el que menos es de ahí, el menos local de todos. Él es adoptado, y cuando llegó a este colegio con 9 años tuvo que ponerse todas estas corazas y convertirse en lo que es. Dijo: 'Si no puedes con ellos, únete'. Eso es lo que hizo él, pero de la manera más extrema y poniéndose por encima de todos. ¿Quiero sobrevivir? Pues me hago el más radical de todos. Guzmán empezó a ser una de las personas más poderosas del colegio, con mucho carácter y mucha capacidad de reunión y de hacer amigos. Y con unos principios muy, muy claros.

-Y un poco extremos.

-Sí, hay algunos demasiado extremistas, que no están canalizados de una manera positiva, y están construidos desde el odio, que es lo que Guzmán ha recibido durante toda su vida. Y luego tiene otros que son muy bonitos, que es la lealtad que tiene él. Eso le viene del corazón. Es interesante ver cómo en esta temporada va a empezar a romper con todo eso para llegar a ser lo que él quiere ser, una buena persona con la que se sienta a gusto, porque él no se siente a gusto consigo mismo. Va a empezar un camino para eso, para convertirse en esa persona que quiere ser y que su hermana hubiera querido que fuera.

-La serie también ha sacudido un poco el tabú del sexo en la adolescencia, de nuevo desde el extremo.

-Yo creo que es muy importante visibilizar temas que a los adolescentes de pronto les hace falta ver, porque no es bueno que un adolescente tenga como tabú este tema y que nadie le ayude. Necesita que se tenga una conversación con él y se le den las herramientas para gestionarlo y para madurar con ello y entenderlo. Porque al final, todo eso se va a dar la vuelta y va a ir contra él o ella en el futuro. Lo mejor yo creo que es normalizar estas cosas, porque el tabú tiene dos caras, por una cara es tabú y por otra, la evolución de ese tabú se convierte en cosas malas en la edad adulta. Yo creo que cuando no hablas de una cosa, no la conoces y la tratas como algo de lo que no se puede hablar, eso se queda ahí como un tipo de residuo que en cualquier momento puede empezar a pudrirse. Por eso es muy importante que una serie como esta trate la sexualidad en la edad más temprana, la intersexualidad, los tríos, el VIH, que es muy interesante y necesario...

Nadie me paga por hablar de Aitana, y yo no quiero hacerlo

-¿Y a la hora de afrontar esas escenas en un rodaje? ¿Te cuesta?

-No, no me cuesta. Estás hablando de cosas que tú crees que necesitan ser habladas, por lo que lo normal es que a ti como actor se te despierten los cinco sentidos y estés ahí a tope. Es un placer y sientes responsabilidad de hacerlo de la manera más sincera y fiel a la historia posible. Pero sin moralidad, o sea, sin tratar de enseñarle a nadie una lección. No deberíamos tener ese poder ni creo que lo tengamos.

-¿Cómo era el Miguel del instituto?

-¡Ja, ja, ja! Superdiferente a Guzmán, vamos, creo que es completamente opuesto. Era un chaval hiperactivo, bastante malentendido por todos los profesores. Yo soy hiperactivo y creo que tengo déficit de atención, y eso los profesores en el colegio no lo entendían. Me echaban de clase porque estaba todo el rato moviéndome o hablando, porque yo entendía que hablar era una falta de respeto al profesor, pero lo que no podía hacer era estar ocho horas sentado. Me gustaría ahora ir a los colegios y decirles a los niños: 'Oye, por favor, si no queréis estar sentados durante ocho horas lo entiendo, es completamente normal. Es imposible que a los 12, 13, 14 o 15 años estés sentado ocho horas al día en una silla de madera dura, es completamente incomprensible. No es culpa tuya, es culpa de ellos, para que lo sepan'. Era un chaval también con muchas inquietudes, que preguntaba mucho y al que le gustaba también mucho el deporte.

-No sé si al terminar este rodaje cumpliste lo de irte a surfear un mes y volver a Estados Unidos a formarte.

-Sí, es exactamente lo que he hecho. Me he ido a Portugal y a Lanzarote a surfear, luego me fui a California un mes, y allí también surfeé, y estudié interpretación. Y ahora me he vuelto, hace una semana.

-Por Galicia también hay buenas olas.

-Sí, sí. ¡Lo sé! Tengo que ir.

-Empezaste con un auténtico bombazo. ¿Te genera presión hacia lo que vendrá? Eva Santolaria en los Premios Feroz os advirtió de que luego llega la caída.

-Es que yo ni estaba, ni había visto el vídeo. No sabía quién era ella, ni había visto Compañeros. A ver, para empezar, ella cuando hizo la serie era mucho más mayor que yo, este es mi primer proyecto, y por algún lado tengo que empezar. ¿Cómo me voy a encasillar con mi primer proyecto a los veintialgo? Eso no existe. Y aparte yo soy un actor al que le gusta el descubrimiento, y aún estoy en clases, aprendiendo y con proyectos nuevos, obras de teatro... No creo que su situación sea comparable ni mucho menos, creo que su comparación con Élite es bastante fortuita para ella. No la conozco ni quiero ir contra ella, para nada. Pero no es lo mismo un éxito como Compañeros que un éxito como Élite, que es mundial y ha cambiado la historia de la plataforma. Yo tengo trabajo ahora en Estados Unidos también, no sé cómo les fue después de Compañeros, pero es que no es lo mismo que te vean dos millones de personas que que te vean 25.

-Vas a estrenar «Caronte», hablas de proyectos en el teatro… Hay vida después de «Élite».

-Sí, voy a estrenar Caronte para Amazon. Es un personaje pequeñito que abre la temporada, el primer caso. A mí me llamó Roberto Álamo y también el director de cásting, me ofrecieron el personaje, me pareció curioso y lo hice. No sé que tal quedó, porque me pilló justo en medio de Élite, pero me gustó mucho la experiencia. Y fui a la cárcel y todo un tiempo para informarme... La verdad es que fue muy divertido, me lo pasé muy bien. Y con el teatro a ver qué cosas salen. Es que es muy complicado ahora con Élite, con el estreno y la promoción. Aunque sí, puedo decir que ya hay guiones.

-Tu hincapié en formarte, ¿te viene de tus padres?

-Soy muy actor, muy constante en la preparación, en estar entrenando. No soy Guzmán de Élite, soy Miguel Bernardeau, un actor joven que está empezando, que hizo esta serie y que va a seguir estudiando, formándose y haciendo cosas. Esto es solo el principio.

-Y un actor que tiene en casa a unos buenos profes, ¿no?

-Sí, efectivamente. El consejo que me dan es disfrutar y ser constante en el trabajo y en mi profesionalidad, en mi educación, el respeto hacia mi equipo. Y en ser consciente de que soy la cara visible de algo, pero que detrás hay un equipo hipertalentoso, muy grande, tanto delante en la serie como detrás por parte de todo el equipo de Netflix, que son unas personas profesionales, talentosas y con las que me llevo muy bien. Pero sobre todo, me aconsejan mucho disfrutar.

-A tus padres comentaste que no les costó mucho ver la serie, ¿pero a tu abuela?

-Sí, sí. Mi abuela, creo que me vio desnudo en el capítulo dos o tres y apagó la serie, ¡ja, ja! Pero igualmente, me pasó otra cosa que te voy a comentar. Mi abuelo es siempre un señor muy formal. Y un día estamos cenando en familia y me dice: 'Hijo, aunque no la he visto entera, me ha gustado la serie. Pero que sepas que me parece que todos los actores te están copiando'. Y yo: 'Abuelo, ¿pero cómo me van a estar copiando? Si son todos profesionales’. Y él: 'Sí, ¡pero te copian!', ¡ja, ja, ja!

-No hay nada como llegar a casa y que te den un baño de cariño real.

-Sí, porque al final mucha gente te come los oídos, pero esto es con amor de verdad, y eso yo lo aprecio mucho, las conversaciones con mi abuelo y con mi abuela. Yo los quiero muchísimo.

-Has comentado que esa es una de las cosas que te gusta hacer, pasear con ellos, con tus animales... ¿Cómo es Miguel en un día sin photocalls?

-La mayoría de los días son sin photocalls para mí, porque yo no voy a ningún photocall nunca, salvo los de la serie que estoy estrenando. Pero un día normal para mí es hacer mucho deporte, estar en familia, disfrutar de mis perras y ya está. Básicamente, eso y leer es lo que me gusta hacer. Todo muy tranquilo.

-Hace poco te vimos posar por primera vez con Aitana. No sé cómo llevas esta expectación con la relación tú, que no tienes ni Twitter ni Facebook. ¿De alguna forma te obliga, como a Guzmán, a ponerte una coraza o a marcar un límite ante el resto del mundo?

-Sí, y me quitaría de Instagram también, pero bueno, no lo voy a hacer. Mi límite lo pongo en que yo, como actor, soy muy devoto a mi trabajo, a los fans y a todo. Y siento una responsabilidad gigante en el trabajo. Pero mi vida personal está completamente fuera de él. No hablo de ella, no informo ni cuento nada. Es una cosa que está fuera del límite, a mí nadie me paga por hablar de ella, no quiero hacerlo. Yo siempre trato mi vida personal con mucho respeto, porque es un lugar del que yo me nutro y que es muy necesario para mí. Y ya está, la verdad. Pero la gente suele respetarlo, eh. Bueno, la falsamente llamada prensa rosa, porque no es ni prensa, no lo respeta mucho, pero he aprendido a gestionarlo con profesionalidad y sabiendo que hay gente que vive de eso, y lo entiendo.