Una selección de lecturas que no superan las 150 páginas para disfrutar de un tirón
11 may 2018 . Actualizado a las 19:19 h.En tiempos de sequía y cambio climático, cuando el cielo le debe a la tierra cientos de litros de agua para estar en paz, una tarde de lluvia es un lujo que merece planificación y cierta ceremonia. Como los amigos de verdad, los elementos clave de una sesión vespertina redonda se cuentan con los dedos de una mano, y alguno sobra: sofá, manta, bebida caliente y un libro para leer de un tirón. Esa es la fórmula perfecta, cuyo éxito de ejecución dependerá, sobre todo, de la buena elección lectora. Para quienes no tengan clara la merienda literaria, estas son algunas sugerencias que se comen de un bocado: ninguna supera las 150 páginas.
1. «El baile», Iréne Nèmirovsky (96 páginas)
La autora de la celebrada Suite francesa, la ucraniana Iréne Nèmirovsky (Kiev, 1903), relata en esta novelita ambientada en el París de principios del siglo XX los planes de los acaudalados Kampf, que deciden organizar una gran fiesta para lograr el ansiado reconocimiento de la sociedad de la capital francesa. Todo está planificado a la perfección salvo una cosa: Antoinette. La hija de la pareja, de 14 años, ha sido excluida de la celebración, una decisión que sus mayores quizá lamenten. Poco más se debe contar (para evitar spoilers) de este choque generacional y de temperamentos, que significó el éxito para su autora a los 27 años (A los 41 moriría en Auschwitz).
2. «Paradero desconocido», Kressmann Taylor (88 páginas)
Esta novela epistolar, incluida en la Biblioteca Galega de Clásicos Universais de La Voz bajo el título de Enderezo descoñecido y publicada también en gallego por Xerais, apareció en la revista Story en 1938 y causó conmoción entre los lectores, muy alejados de la realidad que se estaba viviendo en Europa con la irrupción de Hitler. Quienes intercambian correspondencia en esta obra de Kressmann Taylor (Oregón, 1903) son Max Eisenstein, judío estadounidense, y Martin Schulse, alemán. Son amigos y socios de una galería de arte en California y su intercambio comienza cuando el segundo regresa a Alemania en 1932, en pleno ascenso del partido nazi. Una historia tan breve como intensa.
3. «Bichos», Miguel Torga (148 páginas)
Publicada en España por Alfaguara (la obra original está editada por Publicações Dom Quixote, para quien se anime con el portugués), esta obrita del tan próximo y demasiado desconocido Miguel Torga (São Martinho de Anta, Trás-os-Montes, 1907) reúne 14 relatos protagonizados por animales que rezuman humanidad, en el mejor y el peor de los sentidos. Es difícil no sentirse tocado por algunas de estas historias, llenas de debilidades y grandezas tan nuestras. Todas merecen mucho la pena, pero la última roza literalmente lo divino. Es la historia de Vicente, el cuervo del Arca de Noé, y su pequeño desencuentro con Dios.
4. «El asiento del conductor», Muriel Spark (136 páginas)
Una historia nada convencional, de humor negro, es la que cuenta la escocesa Muriel Spark (Edimburgo, 1918) en este libro que nos presenta a una empleada aparentemente anodina, Lise, que decide tomarse unas vacaciones en el sur de Europa. Spark, que entre otros oficios se dedicó al contraespionaje a las órdenes del Gobierno británico, nos enreda en una desconcertante trama en la que la tragedia de la protagonista parece ser un objetivo, más que un revés inesperado del destino.
5. «El ruletista», Mircea Cartarescu (62 páginas)
Una extensión mínima para un máximo de intensidad. El narrador de este relato es un anciano que recuerda a aquel conocido como el Ruletista, un hombre sin suerte que se convirtió en una sensación jugándose la vida con una pistola en la sien. «También yo aullé en aquellos sótanos pequeños y lloré de alegría cuando sacaban a un hombre con los sesos reventados», pone en boca de su narrador Mircea Cartarescu (Bucarest, 1956), quien eleva y deja caer, de la gloria al olvido, a su triste ruletista, que ha contribuido a convertir a su creador en el más destacado narrador rumano contemporáneo. Una lectura exigente.
6. «84, Charing Cross Road», Helen Hanff (128 páginas)
84, Charing Cross Road es un libro para amantes de los libros, una joyita encantadora que pasó desapercibida cuando se publicó en 1970, pero que con los años se ha convertido en un libro de culto en las dos orillas del Atlántico, donde se entreteje esta historia epistolar, que se desarrolla durante dos décadas. El libro reúne la correspondencia entre la autora, Helen Hanff (Filadelfia, 1916) y el librero londinense Frank Doel, de Marks & Co., dos personajes que nunca se llegaron a ver, pero que cultivaron una amistad entrañable vertebrada por libros y letras. La historia fue llevada al cine en los años 80, con Anne Bancroft en el papel de Hanff y Anthony Hopkins como Doel. Cuentan que fue el regalo del productor Mel Brooks a su mujer, la protagonista de la cinta, en su 21.º aniversario de boda.
7. «Querida Ijeawele, o cómo educar en el feminismo», Chimamanda Ngozi Adichie (96 páginas)
El planteamiento de este ensayito es muy sencillo. Chimamanda Ngozi Adichie (Enugu, Nigeria-1977) recibe la petición de su amiga Ijeawele, que está embarazada, de orientarla para que la hija que espera sea educada en la igualdad. La escritora se pone entonces ante el papel en blanco y, de forma sencilla y lúcida, ofrece a Ijeawele los consejos que ha extraído de su propia experiencia y de su entorno. Consejos tan subversivos como el siguiente: «En lugar de enseñarle a tu hija a agradar, enséñale a ser sincera. Y amable. Y valiente. Anímala a decir lo que piensa, a decir lo que opina en realidad, a decir la verdad». Y otras cosas muy obvias que todavía tienen que batirse en duelo contra la realidad del siglo XXI.
8. «La metamorfosis», Franz Kafka (96 páginas)
Quien no conozca a Gregorio Samsa que lo invite a sentarse en su sofá y a contarle que le ocurrió aquella mañana en la que se despertó y se descubrió convertido en un «monstruoso insecto». Quien ya tenga el gusto de tratarlo, que vuelva a esta angustiosa experiencia tragicómica que Franz Kafka (Praga, 1883) publicó en 1915 y que es un clásico incontestable de la literatura universal, un libro que no se agota. El éxito de la tarde lluviosa es seguro.
9. «La uruguaya», Pedro Mairal (144 páginas)
El lío en el que se mete Lucas, el protagonista de esta novelita publicada en el 2017 en España, se intuye desde las primeras líneas, que enredan al lector con esa prosa sonora y porteña de la que es tan difícil liberarse. Todo empieza cuando el agobiado escritor Lucas Pereyra está a punto de cruzar la frontera con Uruguay para recoger un dinero que promete resolver muchos de sus problemas económicos y vitales. Tiene además una cita con la que anestesiar su insatisfactoria vida de pareja. Y, obviamente, todo se complica en este libro divertido, reflexivo, maravillosamente escrito que ha rescatado a Pedro Mairal (Buenos Aires, 1970) tras años de silencio literario y en el que se ha dejado mucha piel. «Siempre digo que tengo un 53 % de él», contó Mairal sobre su personaje en una entrevista en La Voz.
10. «La casa de Mango Street», Sandra Cisneros (104 páginas)
La escritora estadounidense de raíces mexicanas Sandra Cisneros (Chicago, 1954) recoge en esta novela, publicada en 1984, la voz de una niña latina que salta a la adolescencia en el extrarradio de Chicago, en un ambiente de necesidad por el que transitan personajes latinos que, como su familia, buscan una vida mejor, al tiempo que añoran lo que dejaron atrás. La protagonista lo cuenta en pequeñas escenas que van mostrando su mundo como un puzzle que ha llegado a millones de lectores. Traducido a decenas de idiomas, la versión en gallego lleva la firma de Rinoceronte Editora.
11. «El lenguaje de las fuentes», Gustavo Martín Garzo (136 páginas)
Gustavo Martín Garzo (Valladolid, 1948) logró el Premio Nacional de Narrativa en 1994 con esta novela insólita que tiene como protagonista a un viejo José que repasa su vida terrena, de la que nadie se ocupó en la Biblia, al lado de su mujer, María, y del hijo que Dios le asignó, Jesús, divinidades que abisman al carpintero. El lenguaje de las fuentes es un relato conmovedor y raro, que deja una impresión honda en el lector y que, con su centenar de páginas, justifica toda una carrera literaria.
12. «Mejillones para cenar», Birgit Vanderbeke (112 páginas)
También Rinoceronte Editora ha traído al gallego esta obra de la alemana Birgit Vanderbeke (Branderburgo, 1956), su primera novela, con la que logró notable éxito internacional, además del premio Ingeborg Bachmann en su país. En España se publicó en el 2009 como novela juvenil. La historia transcurre en el seno de una familia alemana una noche en la que una mujer, su hija y su hijo esperan la llegada del padre para la cena. El retraso del hombre, un científico originario de la RDA que triunfa en la RFA, va a abrir la válvula de presión en la que el núcleo familiar vive y todo se irá estropeando al tiempo que lo hacen los mejillones preparados para cenar.
13. «Relato de un náufrago», Gabriel García Márquez (144 páginas)
Un reportaje emocionante y largo resulta una excelente merienda para una tarde de lluvia y «Relato de un náufrago» no es otra cosa que eso. El García Márquez (Aracataca, 1925) periodista lo publicó en el diario El Espectador de Bogotá en 1955 tras escuchar el relato de Luis Alejandro Velasco, el superviviente de un destructor de la Marina colombiana que pasó diez días en una balsa a la deriva sin agua ni comida. La historia se publicó en catorce entregas, en primera persona. La primera, Cómo eran mis compañeros muertos en el mar.
14. «Memorias dun neno labrego», Xosé Neira Vilas (148 páginas)
Como a Gregorio Samsa, a Balbino hay que conocerlo. La obra más leída de la literatura gallega fue publicada por Xosé Neira Vilas en 1961 en Argentina y, pese al paso del tiempo y el cambio del rural y de la propia sociedad gallega desde que el escritor abandonó su aldea de Vila de Cruces para cruzar el Atlántico, sigue diciendo mucho de nosotros y explicando grandezas y miserias muy nuestras. «Eu son Balbino. Un rapaz de aldea. Coma quen dis, un ninguén. E ademais, pobre», empieza este niño su historia, que ha sido traducida a una decena de lenguas y que, en su primera edición, llevaba la ya histórica portada de Luis Seoane que después recuperaría Galaxia.
15. «El amante», Marguerite Duras (128 páginas)
Una adolescente de origen francés y de familia arruinada que vive en Indochina cuenta su relación con un chino adinerado del que se hace amante, una adolescente que es la propia Marguerite Duras (Saigón, 1914), quien a los 15 años vivió esta experiencia erótica que se convertiría en novela en 1984. Duras llevaba media vida escribiendo cuando llegó al gran público con este librito, que logró además el premio Goncourt, el más prestigioso de las letras francesas. «Un día, ya entrada en años, en el vestíbulo de un edificio público, un hombre se me acercó. Se dio a conocer y me dijo: 'La conozco desde siempre'», arranca Duras.
16. «El diario de Adán y Eva», Mark Twain (96 páginas)
Tierna y divertida, esta obra de Mark Twain (Florida, 1835) que dedicó a su esposa recoge las anotaciones de los diarios del primer hombre y de la primera mujer sobre las experiencias, desencuentros y aprendizajes que su inédita vida en común les depara. «La criatura nueva de pelo largo es bastante entrometida. Siempre anda por ahí y me sigue. No me gusta esto; no estoy acostumbrado a la compañía», reconoce Adán al comienzo de su cuaderno, mientras que Eva trata de buscarle utilidad a su compañero, con poco éxito: «Ayer por la tarde seguí al otro Experimento, a cierta distancia, para ver para qué podía servir, si podía. Pero no pude distinguirlo. Creo que es un hombre». Al final se cogen cariño, claro.
17. «El acontecimiento», Annie Ernaux (128 páginas)
La francesa Annie Ernaux (Lillebonne, 1940) escribe textos autobiográficos como quien respira. Su arte no es la ficción y por eso, sin artificios literarios, ha afrontado y expuesto sus vivencias ante el lector como si, en el fondo, el fin de lo que le ha ido pasando en la vida es el que acabe contándolo, según sus propias reflexiones. Ernaux ha abordado en sus libros su adolescencia, su vida matrimonial, el Alzheimer y el cáncer de mama que sufrió su madre, y, en este breve librito, el aborto, al que se sometió cuando era estudiante tras las tortuosas gestiones que imponía la ilegalización en Francia. Un libro valiente y polémico, un testimonio único.
18. «Bartleby, el escribiente», Herman Melville (120 páginas)
Nadie va a discutirle los méritos a Moby Dick, la historia de la mítica ballena blanca que enloqueció a Ahab, pero Herman Melville (Nueva York, 1819) ya merecería un hueco entre los clásicos con este desconcertante personaje, Bartleby, y su demoledora frase «Preferiría no hacerlo», con la que inicia un descenso a la total inacción en la oficina donde es contratado como escribiente a las órdenes de un abogado, que hace las veces de narrador. Un cuento enigmático, resistente, abierto a interpretaciones, imposible de olvidar.
19. «Pedro Páramo», Juan Rulfo (128 páginas)
«En Comala comprendí que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver», cantaba Joaquín Sabina en Peces de ciudad, una frase que suscribirían buena parte de los personajes que transitaron ese espacio, Comala, en el que discurre la novela de Juan Rulfo (Ciudad de México, 1917). Pedro Páramo cuenta el viaje de Juan Preciado a Comala en busca de su padre, que resulta ser Pedro Páramo. Este, en paralelo, hace la narración de un tiempo pasado, feliz, que Juan Preciado ya no verá. Vida y muerte se entremezclan en este hito de la literatura hispanoamericana de lectura obligada.
20. «Reflejos en un ojo dorado», Carson McCullers (144 páginas)
Más conocida por su novela El corazón es un cazador solitario y por el relato La balada del café triste, Carson McCullers (Columbus, 1917) se interna en esta novela por territorios oscuros, de sexo y traición, que catapultaron la historia a la gran pantalla, donde la novela se convirtió en película con Marlon Brandon y Elizabeth Taylor como protagonistas. La autora tenía 23 años cuando lo escribió y causó escándalo al abordar cuestiones como la homosexualidad, la desolación en el ejército de Estados Unidos o la infidelidad. Una convulsión literaria en muy pocas páginas.
21. «Seda», Alessandro Baricco (128 páginas)
El italiano Alessandro Baricco (Turín, 1958) logró el éxito internacional con esta delicada y deliciosa novela que cuenta la historia de un comerciante francés del siglo XIX, Hervé Joncour, que viaja periódicamente a Japón para comprar huevos de gusano de seda destinados a la industria textil de su pueblo. Entre Oriente y Occidente, entre el amor, el deseo y el deber, Hervé Joncour transita por este breve y sutil camino literario que se ganó el favor de crítica y lectores de todo el mundo y que fue adaptado al cine por el director francés François Girard.
22. «Rebelión en la granja», George Orwell (144 páginas)
El clásico de George Orwell (Motihari, Raj Británico, 1903), que fue adaptado a la gran pantalla en versión animada, es una fábula mordaz y clarividente, una historia que satiriza la Rusia de la revolución y el régimen soviético, un plan perfecto para mañana, tarde y noche, para lectura o relectura. La novela arranca cuando los animales de la granja, capitaneados por los cerdos, hacen la revolución y expulsan al granjero que los explotaba. Es el momento en el que se instaura un nuevo orden, un sistema igualitario que, sin embargo, al poco tiempo degenera para convertirse en la tiranía de unos pocos. Todo muy humano.
23. «El viejo y el mar», Ernest Hemingway (112 páginas)
Ernest Hemingway (Illinois, 1899) escribió esta novela en 1951 en Cuba y en ella cuenta la batalla de un viejo pescador de La Habana por capturar un pez espada, batalla que librará durante tres días, que servirán al anciano para repasar su vida y también rememorar a un joven compañero de trabajo que le acompañó durante muchas jornadas de pesca. El viejo y el mar es quizá la obra más conocida de Hemingway, accesible para jóvenes y veteranos lectores y una buena opción de relectura.
24. «La buena letra», Rafael Chirbes (136 páginas)
Rafael Chirbes (Valencia, 1949) logró sus mayores reconocimientos con dos obras densas y largas (Crematorio, Premio de la Crítica en el 2007, y En la orilla, de la Crítica y Nacional de Narrativa en el 2014), pero mucho antes demostró que su sensibilidad y su certera escritura sabían desplegarse igualmente en la novela breve. La buena letra, publicada en 1992, presta la voz a Ana, que en la vejez habla a su hijo de su vida más íntima en la España de posguerra, cargada de miseria y de traición, una miseria y una traición de la que la protagonista no consigue sacudirse en el presente. Una novela comprometida con la historia, la grande y la pequeña, como todo Chirbes.
25. «La analfabeta», Agota Kristof (64 páginas)
Este texto autobiográfico de la húngara Agota Kristof (Csikvánd, 1935) es un pequeño tesoro literario en el que la autora parte de su situación de analfabetismo (sale de su país hacia Suiza y allí tiene que aprender a escribir y a hablar en francés, se reinventa en la palabra y como escritora) y repasa en once capítulos muy breves episodios de su vida y reflexiones sobre la escritura. Una delicatessen para paladares sibaritas.