Analizamos en cinco claves el empate del Real Oviedo ante el Lugo
26 ago 2019 . Actualizado a las 20:27 h.Sergio Egea fue coherente con la rueda de prensa dada hace una semana tras caer derrotado en Riazor. El técnico argentino encaró el debut en el Carlos Tartiere proponiendo el mismo plan visto ante el Deportivo y el Real Oviedo sufrió contra el Lugo los mismos desajustes que se vieron en A Coruña. Los azules, sin un rumbo claro pero con capacidad para hacer daño al rival, deben asentar las ideas para ser competitivos en una categoría que conocen de sobra. Vivir en el alambre no es recomendable.
Un resultado a favor que debió dar más
Casi no había comenzado el partido y el Real Oviedo ya iba por delante en el marcador. Ortuño falló a la primera pero no a la segunda y los azules consiguieron sacar ventaja muy pronto, algo que no se notó excesivamente en el desarrollo del juego. El gol del murciano no cambió a ninguno de los dos equipos y en el minuto 25, ya con 1-0 en el marcador, se podía ver lo mismo que los instantes previos al tanto del '15' azul.
Los de Sergio Egea, aunque no ocupaban el pasillo central con balón (interiores en la misma altura y nada escalonados), llegaban con mucha gente al área del Lugo y creaban peligro con relativa facilidad por los costados, siempre con Ortuño como punto de apoyo. Además, Sangalli salió enchufado y tanto por su banda como por dentro ofrecía soluciones al equipo. Por su parte, el Lugo no se inmutaba ante la presión azul y a excepción de un par de ocasiones, el talento individual de sus futbolistas y no una salida de balón muy trabajada era suficiente para plantarse en el área de Alfonso.
El gran problema de este Oviedo
Recogiendo el guante del primer párrafo, ante el Lugo se vio al mismo Oviedo desordenado que ya percibimos en Riazor. Lolo y Tejera, de nuevo interiores por delante de Edu Cortina, saltaban a la presión sin tapar lo que dejaban atrás (problema que también tenía Ortuño) y de forma muy aleatoria. El equipo no acompañaba, no existía la basculación y los espacios aparecían.
Carlos Pita, mediocentro experto en superar líneas de pase y que por circunstancias tuvo que jugar de central, veía un mundo de oportunidades y no sufría para sacar el balón de forma limpia. A la espalda de esas dos primeras líneas de presión aparecían Morente y la dupla de arietes del Lugo, que no necesitaban mucho para dar continuidad a la jugada o encarar con ventaja a la defensa carbayona.
Tete Morente por dentro
El desajuste en campo del Lugo desembocaba en ocasiones para los lucenses cerca del rectángulo de Alfonso Herrero. Pita, Seoane o Grau conectaban fácil con Barreiro y Herrera, que ejercían como eje del ataque rojiblanco, y uno de los centrales azules salía con el delantero de turno. El espacio dejado por Christian o Javi era atacado por el Lugo, sobre todo por un muy activo Tete Morente.
Nieto, que sufrió durante el primer tiempo a la hora de saber cuando salir a los movimientos fuera-dentro del ex del Nàstic, respiró cuando tuvo que medirse a él pegado a la línea de cal. El Oviedo también disfrutó de ocasiones tras el gol de Ortuño, pero no fueron ni una ni dos las veces en la que los atacantes lucentes tuvieron disparo limpio desde la frontal. Pero Alfonso Herrero no falló.
La expulsión de Nieto y los argumentos ofensivos
Tras el descanso, el encuentro sí dio un giro brusco con la expulsión de Juanjo Nieto. Diegui Johannesson entró por Cortina y el Oviedo pasó a un 4-4-1 en el que Ortuño y Sangalli eran los únicos argumentos ofensivos cerca del área de Varo. Con el ariete bajando balones y el extremo revoloteando, a los de Egea le daba de sobra para dar sustos al Lugo.
Justo después de que Saúl tuviese el 2-0, Canella fue expulsado y las fuerzas se igualaron de nuevo. Si en inferioridad los carbayones no estaban compitiendo mal, en el 10 vs 10 el Lugo fue claramente superior. Los de Eloy Jiménez comenzaron a jugar mucho tiempo cerca del área azul.
El bloque bajo y un empate esperado
Álex López, centrocampista de asociación, entró para dar argumentos con balón al Lugo. El Real Oviedo pasó a una defensa en bloque bajo que no sufría en los centros laterales pero que sí tenía grietas cuando los lucenes combinaban por dentro. Exactamente igual que cuando la presión era alta.
El pundonor de Tejera robando en campo rival y el talento de Saúl y Sangalli permitieron al Oviedo tener hasta tres contras claras para sentenciar el partido, pero la bola no entró. Por su parte, el Lugo seguía tejiendo las jugadas y los tiros en la frontal tras superar esa endeble línea de presión se sucedían con el paso de los minutos. En uno de esos disparos francos llegó el empate de Herrera, un gol que no sorprendió a muchos en el Carlos Tartiere.
Al margen de posibles cambios de piezas en la defensa o en la medular, el Real Oviedo tiene un problema colectivo que debe solucionar. Es pronto y hay tiempo, ya que en agosto lo normal es que un equipo todavía tenga mucho trabajo por delante. El problema llega cuando se cree que dicho problema no existe, ahí sí se deben encender todas las alarmas.