Nacho Vidal: «Quiero aportar calma tanto en los momentos difíciles como en los momentos en los que nos podamos venir arriba»

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

Nacho Vidal, en El Requexón
Nacho Vidal, en El Requexón Héctor Herrería

La Voz de Asturias entrevista al defensa del Real Oviedo, uno de los jugadores más importantes del equipo azul desde su llegada a la capital del Principado en el mercado de invierno

26 feb 2025 . Actualizado a las 08:58 h.

Es pronto todavía, pero cuesta recordar un fichaje del Real Oviedo que haya causado tan buena impresión en sus primeros partidos vestido de azul como Nacho Vidal (El Campello, Alicante; 1995). Y esto se ha dado en un fichaje invernal, mercado con el que siempre hay más reticencias. El lateral derecho llegó a la capital del Principado con 146 partidos de Primera División en sus piernas -casi todos con Osasuna- y está obsesionado con ayudar al Oviedo en su más que ambicioso objetivo de la temporada. Poco más de un mes de su fichaje por el club carbayón, Nacho Vidal atiende a LA VOZ DE ASTURIAS en El Requexón. 

—¿Durante estas semanas le han dicho muchas veces lo de caer de pie?

—Me lo han dicho muchas, sí. Me parece positivo, claro, pero mal gestionado puede llegar a ser negativo. Soy partidario de esa frase mítica de ‘el halago debilita’, creo que es así. Te puede llevar a la relajación, a pensar que ya he hecho cuatro o cinco partidos buenos y que ya está. Y no. Vengo de una muy mala situación a nivel deportivo, de estar año y pico sin jugar y sin tener continuidad, así que le doy mucho valor a esto y no me quiero quedar aquí. Quiero seguir creciendo y mejorando, mejorar en lo físico y en lo técnico.

—¿No está bien en lo físico?

—Al 100% diría que no. Vengo de mucho tiempo sin enganchar dos partidos jugando 90 minutos, eso se nota. Por eso digo que no quiero que me confunda el halago. Para mí lo que he hecho hasta ahora en el Real Oviedo no es suficiente, todavía hay mucho margen de mejora y quiero ir a por ello gracias al trabajo diario y cuidando todos los detalles.

—Marcó ante el Albacete tras más de año y medio sin hacerlo. ¿Fue su primer gol de cabeza como profesional?

—Marcar de cabeza es muy nuevo para mí. Es verdad que cuando era muy pequeño jugaba de central, de hecho, ficho por el Valencia siendo central y ahí seguramente algún gol de cabeza en algún córner marqué. Pero vamos, no es algo representativo mío como futbolista el marcar de cabeza, está claro. Eso sí, todo lo que sea marcar goles y que valgan, bienvenidos sean.

—¿Tener 30 años y llevar en las piernas tantos partidos en Primera ayuda a que ese halago del que hablaba no debilite?

—No es tan determinante la edad, sino las vivencias de cada uno. Con 18 años, cuando subí al filial del Valencia, venía de ser importante en categorías inferiores, pero justo en el último año como juvenil me lesioné y cuando subí al filial jugué poco. Cuando subí al primer equipo del Valencia, lo mismo. Son situaciones que vas acumulando. Intento desde muy pequeño disfrutar del camino, esta es una frase que me vais a escuchar mucho [risas], pero es que la considero muy cierta. Al final, ¿cuál es la meta?

—¿Cuál es?

—La meta es la que cada uno se ponga, es algo muy difuso. Para mí la meta es disfrutar del día a día, venir hoy a entrenar y en las dos posesiones que hemos hecho intentar ser el mejor y sacarle jugo al ejercicio para luego adaptarlo al estilo de juego del equipo. Eso es lo que me da satisfacción realmente. Le doy mucho valor a cada entrenamiento porque en el fútbol hay muchos picos rendimiento, buenos o malos momentos de juego y lesiones, así que nunca sabes cuándo puede llegar lo malo.

Nacho Vidal, en El Requexón
Nacho Vidal, en El Requexón Héctor Herrería

—En cuestión de días pasó de ser un suplente habitual en Osasuna a indiscutible en el Oviedo. ¿Eso le hace ser más empático con los compañeros que no juegan?

—Sin duda, pero no me fijo en ellos ahora que estoy jugando y tengo la suerte de ser importante para el míster, también me fijaba en Osasuna, cuando yo era uno de esos que no estaba jugando. Cuando no participas amplías mucho la mira y cuando participas te centras más en ti. Parece contradictorio esto, pero es verdad. La temporada pasada, cuando jugaba muy poco o nada en Osasuna, veía menos fútbol en casa. Me quería abstraer y ver fútbol me generaba sensaciones encontradas. Como no podía aportar sobre el césped porque yo ya sabía que era difícil que tuviese la oportunidad de hacerlo porque el míster tenía su idea, buscaba otras maneras de aportar en el vestuario.

—¿Cómo por ejemplo?

—Estaba muy pendiente de la gente que había tenido un mal partido o del compañero que se había lesionado. Pasan los años y cada vez te fijas más, eso para mí tiene mucho valor en un vestuario. Un compañero lo está jugando todo, llega un fichaje en enero y el primero deja de jugar, ahí intento tender mi mano y ayudar en lo que pueda. Evidentemente no lo haces con los 25 compañeros, porque no llegas a todos y con unos conectas más y con otros conectas menos, pero con los que conectas y a los que llegas más fácil me gusta estar encima, me gusta mandarles un mensaje preguntando cómo están… Lo he hecho siempre, va conmigo y en el fútbol de hoy en día creo que no se le da suficiente valor a eso.

—En 2018 llegó a Pamplona procedente de Valencia y ahora llegó a Oviedo procedente de Pamplona. ¿Ha sido más fácil esta segunda adaptación?

—Son situaciones muy diferentes, básicamente porque ya soy otra persona. Cuando llegué a Pamplona tenía 23 años y venía de no jugar demasiado con el Valencia en mi primer año en Primera División. Recuerdo esos primeros días en Osasuna con una ilusión desbordante, con unas ganas de comerme el mundo tremendas. No quiero decir que esas ganas no las traiga ahora a Oviedo, que por supuesto que sí, pero las traes ya con un rodaje y un camino recorrido. Todo te lo tomas más con calma y el Nacho de aquella era diferente al de ahora. Lo que sí tengo ahora que igual no tenía entonces son unas ganas de ayudar en muchísimas cosas, no solo en lo futbolístico. Lo que te decía antes por ejemplo de aportar experiencia y madurez en el vestuario, de intentar estar presente en situaciones en las que antes no me fijaba y ahora sí. Quiero aportar calma en los momentos difíciles y calma en los momentos en los que nos podamos venir arriba.

—Jagoba Arraste y usted llegaron a la vez a Osasuna, fue titular indiscutible y luego no jugó nada. ¿Cómo gestionaron eso?

—Es una situación que se puede dar en cualquier momento, por eso te hablo mucho de disfrutar del día a día. Tuve un par de lesiones en mi quinta temporada en Osasuna, creo que fue. Estaba alternando en la posición con Rubén Peña, pero en general estaba participando. Tuve esas dos lesiones, una en diciembre y otra en mayo y no hice pretemporada el curso siguiente porque volví a entrenar después de la segunda lesión en agosto, prácticamente con la liga empezada. Arrancó la liga y no jugaba, claro, porque la competencia en Primera División es muy dura, llegó Jesús Areso y lo hizo muy bien.

—¿Su relación con Arrasate se vio afectada?

—Aquí igual me tiro alguna flor, pero creo que conmigo gestionar esos temas es fácil. Hay jugadores que no logran entender que hay una competencia y que igual en ese momento son mejores para el equipo que tú. Mi manera de afrontar esas etapas en las que no juego es intentando ser el mejor en los entrenamientos. En mi carrera he visto dos perfiles de futbolistas diferentes. Uno que deja claro que está enfadado y que se hace notar para mal en los entrenamientos, algo que puede llegar a ser entendible pero que para mí es profesional. El otro, día tras día, intenta demostrar a su entrenador que se está equivocando. Siempre he sido el segundo, por respeto a mis compañeros, porque entiendo mi profesión así, porque creo que, a la larga, el míster te dará más oportunidades y, por último, porque si tienes que salir del club en busca de oportunidades estarás preparado para aportar desde el principio.

—Vamos, que Jagoba lo tuvo fácil.

—Jagoba lo tuvo fácil, sí. Entendí que esto es fútbol de élite, que hay momentos diferentes en cada futbolista y también en los gustos de los entrenadores, eso es algo que hay que asumir. Nos respetamos hasta el final y, aunque para mí no fuese fácil y seguramente para él tampoco, que lo des todo cada día lo hace más sencillo.

—¿En su carrera ha visto muchos futbolistas que se dejan ir por semana cuando no juegan?

—No te sabría dar un porcentaje, pero se ve. Vuelvo a decir que son comportamientos entendibles porque al final somos personas y cada uno somos un mundo, pero que no comparto. También te digo que hay ser compañeros en esos momentos, ser empáticos y, lejos de criticar, intentar ayudar y acompañar en el proceso a ese compañero.

—Volvamos al Oviedo. En Burgos vivió su partido más difícil desde que llegó.

—Esto es un deporte colectivo y es muy difícil lucir en lo individual si el equipo no está bien. Yo el primero. En Burgos hicimos una primera media muy mala, nos sobrepasó un poco el escenario y teníamos un plan de partido que no pudimos o no supimos plasmar. El balón no corría, el Burgos presionó bien y, en general, el Burgos salió mejor que nosotros. Ibas sumando acciones, tanto a nivel individual como colectivo, que te restaban confianza. Siempre digo que tus dos o tres primeras acciones determinan mucho tu partido, y cuando estas o las de tus compañeros no son buenas o generan dudas, ya no estás al 100%. En mis cuatro primeros partidos con el Oviedo fue todo muy rodado, partidos en los que fuimos dominadores y te permite lucir, pero en Burgos tocó sufrir.

—Luego lo arreglaron.

—Marcamos el 1-2 y a partir de ahí hicimos un tipo de partido en el que igual no luces mucho, pero sí que me generó mucha satisfacción porque dominamos. Fue un trabajo sucio, del que no se ve tanto, en el que estás muy ordenado y en más de media hora no te generan nada. Eso es muy importante. Se van a dar partidos así de cara al final de temporada y ahí tocará estar bien en los duelos, ajustar en las ayudas y competir en cualquier escenario.

—La semana fue más compleja de lo habitual en lo táctico debido a ese ajuste en el que Calleja le ubicaba casi como mediocentro en salida de balón.

—Me gustó la idea y creo que lo puedo hacer bien en esa posición, porque muchas veces entrenando hacemos ejercicios de conservación del balón y me gusta jugar por dentro, asociarme y llevar el balón de un lado al otro. Siempre he tenido eso de organizar y entender un poco el juego, creo que el míster lo ha detectado y por eso plantea algo como lo del Burgos. Pero vuelvo a lo anterior, se planeó algo que en mi opinión tenía sentido y llegas a El Plantío y te encuentras con otro escenario y un partido diferente. No es excusa, pero es que si el balón no rueda y no puedes circular rápido entre centrales es más difícil que el balón les llegue a los cuatro que estábamos por dentro para generar superioridad. No atraes circulando y era muy difícil que llegase el balón ahí, nos costó mucho.

—¿Hassan es muy diferente a los extremos que se ha encontrado anteriormente?

—No sé si lo catalogaría como un extremo tan diferente o particular. Sí que es verdad que en las primeras jornadas en el Oviedo tuve delante a un extremo no tan de banda, por así decirlo. Gente más interior como Portillo, Paulino o Álex Cardero que me dejan la banda para mí. Con Hassan igual me tengo que adaptar un poco más en el tema de ayudas ofensivas, sí.

—¿En qué sentido?

—Con Álex o Portillo puedes subir y hacer un dos contra uno con ellos porque igual lo necesitan más, pero luego a Hassan, que tiene mucha facilidad para desequilibrar e irse de su par, le tienes que dejar más solo porque igual si le llevas un rival más le haces un flaco favor. Es cierto que a nivel táctico también le tienes que ordenar y estar pendiente, pero eso es algo que tengo innato desde pequeño: me gusta mucho comunicarme en el campo. Se solucionan muchísimas cosas a nivel táctico cuando hablas constantemente, algo que no sé si desde fuera se aprecia. Hassan igual es un pequeño reto en ese aspecto, pero lo intentaremos.

—Eso de hablar mucho en el campo es muy común en este Oviedo: Escandell, Calvo, Costas, Colombatto…

—Es que me parece básico, eh. Se solucionan muchos problemas, como te digo. Con David (Costas), al compartir perfil derecho, estoy todo el rato hablando con él. “Estoy cerca”, “estoy lejos”, “tienes al punta”… Cuando el lateral del rival sube y supera a nuestro extremo, le digo que esté cerca de mí, que me hable y ya salto a por él. Si no me dice nada, yo igual no salto porque no sé lo que tengo a mi espalda y seguramente vamos a tender a hundirnos. Este equipo no está acostumbrado a eso y somos peores cuando nos metemos atrás, tenemos capacidad para ser agresivos y defender hacia delante. Y en ese sentido, la comunicación es crucial.

Nacho Vidal, en El Requexón
Nacho Vidal, en El Requexón Héctor Herrería

—Último tercio de liga y el Real Oviedo es colíder. ¿Qué le dice eso?

—Soy mucho de mirar estadísticas y llevamos los mismos puntos, victorias, empates y derrotas que el Leganés del año pasado. No es representativo ni nada definitivo, pero sí te ayuda a prever un poco por dónde pueden ir los tiros a final de temporada. Estamos bien, eso es una realidad. Se está compitiendo bien en este 2025 y somos un equipo maduro. Antes de fichar por el Oviedo, evidentemente, analicé un poco la marcha del equipo y veía que llevábamos muchos goles en contra para ser un equipo que estaba arriba. Esa era un poco la asignatura pendiente del equipo y últimamente ya no es que nos hagan pocos goles, es que nos crean muy pocas ocasiones. Ahí está la clave de este último tercio de liga, no recibir goles te acerca mucho a sumar puntos, algo que es una obviedad. Tenemos mucho talento a nivel ofensivo, pero si somos capaces de apuntalar nuestra portería estaremos en la pelea.

—¿El domingo estuvo atento a los resultados que se iban dando en la jornada?

—Sí estuve atento, sí, lo reconozco. Aproveché y me fui a Alicante, que llevaba desde Navidad sin pasar por casa, y estuve bastante rato con el móvil, pendiente de los resultados. Al final en una liga así también es determinante lo que hacen los demás para saber dónde estás tú y así llegar con un extra de energía a la semana de trabajo. Es inevitable. Eso sí, estoy mucho más pendiente de intentar analizar nuestro partido y de saber qué hicimos bien o mal, eso es lo que podemos controlar.

—¿Espera a que el cuerpo técnico le enseñe el partido desmenuzado o lo ve por su cuenta?

—Justamente el de Burgos no lo pude ver, pero en general sí que me los pongo. Intento hacerlo el mismo día, al llegar a casa, aunque igual me veo la primera parte y dejo la segunda para el día siguiente. Al final entre la adrenalina y la cafeína que tomamos acaba el partido y tienes ganas de hacer algo. Me gusta ver el fútbol, analizar lo que ha pasado en el juego y analizar lo que he hecho yo.

—El fútbol español está viviendo unas semanas muy tensas en lo referente al tema arbitral. El Oviedo, por ejemplo, también se ha visto afectado por las polémicas.

—Me intento abstraer mucho de estas cosas, porque no permito que lo que no está en mi mano me quite mucha energía. En la primera parte de la temporada con Osasuna, y el curso pasado también, lo viví desde el banquillo y noté que cuando no estás de acuerdo con una decisión arbitral los que no estamos jugando mandamos un mensaje de ansiedad y tensión a los que sí están en el campo. Y eso no ayuda en nada. Yo fallo mil pases y tomo malas decisiones cuando estoy jugando, así que los árbitros también se pueden equivocar y contamos con ello. Hay que contar con ello, vamos. No nos puede sacar del camino en general y del partido en particular. Al final te penaliza la decisión y te penaliza tu reacción a dicha decisión. Eso segundo lo puedes controlar.

—¿Y le gusta cómo se está utilizando la herramienta del VAR?

—Me parece que hace el fútbol un poco más justo, porque antes un jugador que se tiraba y pitaban penalti o un fuera de juego en un gol te podían penalizar mucho. En general el VAR hace el fútbol más justo, pero en ocasiones es cierto que se podría utilizar de una manera más rápida. No me quiero meter en este jardín porque entiendo que los árbitros son los primeros interesados en que funcione, pero sí, hay veces en las que son jugadas muy claras y no entiendo que tengan que ver diez repeticiones.

—No lo tiene claro.

—Por decirte algo negativo, el tema de la cámara lenta. Al final muchas faltas se arbitran desde una perspectiva muy subjetiva, ellos nos lo dicen y es normal, pero es que no tiene nada que ver una acción en tiempo real con una a cámara lenta. En las segundas, ostras, contactos va a haber y si lo paras en el momento justo la propia imagen te va a engañar. Deben intentar interpretar el juego y saber lo que puede cambiar una acción en velocidad normal, porque el contacto es leve. Tienen que ser capaces de interpretar eso, y esto no es una crítica ni mucho menos.