Marina Martín: «La profesionalidad que ofrece el Real Oviedo es difícil de ver en esta categoría»
AZUL CARBAYÓN
La Voz de Asturias entrevista a la central del Real Oviedo femenino, pieza clave para Andrea Suárez, antes del derbi del sábado ante el Sporting
21 nov 2024 . Actualizado a las 20:51 h.Fichó por el Real Oviedo femenino este pasado verano para ser importante y está cumpliendo. Marina Martín (Mallorca, 1998), que cumplió 26 años hace una semana, es la cuarta jugadora con más minutos disputados de un equipo que es segundo a solo dos puntos del líder. Y no está más arriba en el escalafón porque tuvo que cumplir un partido de sanción tras ser expulsada ante el Rayo. Central, competitiva y una líder para el vestuario, sus lágrimas tras la derrota carbayona en el último derbi asturiano (2-4) fueron una de las imágenes del partido. Ahora, charla con LA VOZ DE ASTURIAS días antes de visitar al Sporting este sábado (Mareo, 15:45 horas).
—¿Ha escuchado la palabra revancha estos días?
—Muchas veces, la verdad es que sí. Ayer por ejemplo fui a los Tensi, que entreno a niñas de la cantera, y ya un padre me sacó la palabra mágica. Es normal, no hace falta darle muchas vueltas.
—¿Está presente esa derrota en la Copa de la Reina?
—No lo tengo muy en la cabeza, no creas, porque lo del domingo es un partido nuevo y además es la Liga, la competición más importante. Los de fuera es normal que lo tengan en la cabeza, pero lo de la Copa es un partido que ya pasó, no podemos hacer nada por cambiarlo y ahora toca jugar otro derbi y hacerlo mucho mejor. Aprender de ello y para adelante.
—Se le vio especialmente afectada sobre el césped del Tartiere.
— [Reflexiona]. Fue jodido, sí. Era un derbi, era en el Tartiere y pudimos jugar mucho mejor. Había mucha rabia y frustración ahí. Además, en los últimos 20 minutos de partido hubo situaciones que no me gustaron nada, con pérdidas de tiempo hasta del cuerpo técnico rival. Tuve que sacar en brazos a una jugadora del Sporting lesionada porque el fisioterapeuta de ellas no quería salir y que así pasase el tiempo. Eso no me gustó nada y me enfadé muchísimo, quizá demasiado, pero fue así.
—¿Cómo fue el primer día tras esa derrota?
—Recuerdo mucho silencio. El ambiente era frío y estaba claro que el golpe fue duro. Tuvimos la oportunidad de jugar en el Tartiere y pasó lo que pasó. Fue complicado. Eso sí, desde ese primer día pasamos página. Olvidarlo no, porque no hay que repetir errores, pero sí pasar página. Tocaba reconstruirnos y lo hicimos.
—Tras perder aquel derbi ganaron cinco partidos seguidos de Liga.
—Ganar fue nuestra medicina. La Liga es el objetivo principal y sumar de tres durante cinco jornadas seguidas nos permitió no caer en un bucle de frustración por lo del derbi.
—Y todo esto teniendo muchísimas lesiones. Saray, la portera, fue la última en caer.
—Cada lesión es un palo. Tenemos una plantilla amplia, pero todas las jugadoras somos partes importantes del puzle. Creo que con el paso de las semanas y el ver que una compañera caía un día y otra podía caer el siguiente nos ha responsabilizado todavía más. Veo que en cada entrenamiento la de al lado aprieta, porque sabe que en cualquier momento le puede llegar su turno.
—¿Verse arriba supone ilusión o más responsabilidad porque estar arriba es el objetivo?
—Más ilusión, sin duda. Ganar hace reír, es una frase que me gusta mucho decirla porque creo que es tal cual. La responsabilidad está ahí porque jugamos en un club que tiene claro su objetivo, pero el vernos arriba nos reafirma en que sabemos jugar, sabemos competir y que vamos por el buen camino. Ahora hay mucha ilusión en el vestuario y cuando más arriba te ves, más quieres.
—¿Fichó por el Oviedo con el objetivo claro del ascenso?
—El objetivo era estar lo más arriba posible, no sé si la palabra ascenso salió en la conversación porque el formato de esta Segunda RFEF es durísimo -solo ascienden los líderes de los dos grupos y hay un playoff entre los segundos) y el subir cuesta y mucho. La palabra igual no salió, pero Marcos (director deportivo) me dejó claro que el equipo iba a ser potente y competitivo. Es decir, todas acabamos pensando lo mismo en el vestuario.
—¿Cómo vio desde Santander el primer año de vida del proyecto del Real Oviedo femenino?
—En lo deportivo veíamos que eran un equipo muy competitivo. En el tema proyecto, veíamos que se estaba formando una estructura interesante y unos cimientos sólidos. Eso es lo que por ejemplo faltaba en Santander y en muchos más clubes de la categoría. La profesionalidad que ofrece el Real Oviedo es difícil de ver en esta categoría.
—¿En los corrillos del fútbol femenino se hablaba del Grupo Pachuca?
—Se hablaba, sí. Y más en el fútbol del norte, claro. Todo el mundo había oído hablar del Oviedo Moderno y, ya siendo Real Oviedo y formando parte del Grupo Pachuca, estaba claro que la apuesta iba en serio.
—¿Tardó mucho en aceptar la oferta?
—La verdad es que no. Me hacía mucha ilusión desde que supe que me querían, porque me apetecía el proyecto y porque a Andrea ya le conocía del Racing, su forma de trabajar siempre me gustó. Un cambio nunca viene mal y este era un cambio a mejor.
—Andrea Suárez fue su segunda entrenadora del Racing, cuando estuvo allí con José Aurelio Crespo.
—Me ficharon ellos para el Racing, no te digo más. La confianza siempre estuvo ahí, así que ahora en el Oviedo no puedo estar mejor.
—Ha conocido a Andrea como segunda entrenadora y ahora como primera. ¿Ha cambiado mucho?
—No creas, eh. El tema es que Crespo le daba mucha importancia a Andrea cuando ella era segunda, casi que en ocasiones parecía que era Andrea la primera entrenadora. Ya la vi mandar, ser protagonista por semana y exigente, así que no me ha sorprendido lo que estoy viendo ahora.
—Usted es la cuarta en minutos disputados de la plantilla.
—Sabía que había competencia. Mucha, incluso. Desde el primer día me puse a currar porque cuando llegas nueva a un sitio hay que dar mucho más. Y eso hice.
—¿Qué equipo está siendo el Real Oviedo?
—Uno al que le gusta tener el balón, que quiere controlar los partidos a través del pase corto y que cada vez defiende mejor.
—Si el equipo pudiese mejorar un punto débil mañana mismo, ¿qué diría?
—Finalizar más jugadas, sin duda. Tenemos jugadoras buenas arriba, pero nos cuesta decidir cuando buscar portería o cuando pasar.
—¿Le sorprendió María Suárez?
—El año pasado ya conocía a varias jugadoras del Oviedo y me habían hablado de María, aunque no entendía muy bien su figura en el club [risas]. Ahora ya sí, claro. Y es una figura muy positiva para nosotras. Que la máxima responsable de la sección sea mujer y sepa lo que es formar parte de un vestuario es importantísimo, porque sabes que siempre va a empatizar y que siempre va a estar más cerca de entendernos que el resto. Sabe lo que hay, vamos. Su trabajo es fundamental.
—Retrocedamos al principio de todo. ¿Cómo llegó el fútbol a su vida?
—Empecé como casi todas, jugando con chicos en un equipo de fútbol base. Después ya pasé a un equipo femenino y siempre le dije a mi madre que el primer equipo que me diese un euro por jugar a fútbol vamos, ni me lo pensaba. Iba a ir de cabeza. En Mallorca, por ejemplo, había dos equipos punteros en la isla: el Son Sardina y el Collerense, porque el Atlético Baleares todavía no tenía femenino. Yo jugaba en el Son Sardina, pero es que me daba igual que me llamasen vendida, si el Collerense me hubiese ofrecido dinero iba para allá [risas].
—Eso era porque casi ni se te pasaba por la cabeza vivir de ello, imagino.
—Claro. Que te paguen por hacer lo que más te gusta, por jugar al fútbol. Era algo impensable de aquella. Las chicas que hemos jugado a fútbol siempre hemos tenido mucha más pasión que los chicos porque lo hacíamos porque nos gustaba y punto. Mientras ellos tenían oportunidades y todo estaba mucho más profesionalizado, nosotras era pura pasión por el fútbol. Ahora por suerte la cosa va mejorando y las niñas pueden tener referentes, pero es que hace ocho o diez años no las teníamos.
—Salió de Mallorca para jugar en el Tacón.
—Tenía 19 años ya, me llamaron y no me lo pensé, porque sabía que en Mallorca iba a ser complicado continuar. Salió la oportunidad y de cabeza. Un representante que era director deportivo del Tacón buscaba central y una excompañera le dio mi nombre. El Tacón confió y salió bien desde el principio. Y eso que casi no había salido de Mallorca y de la península yo ni idea, imagínate que te suelten en Madrid con 19 años. Aprendí mucho y en lo futbolístico fue bien, sí.
—¿Le pilló la transición del Tacón al Real Madrid?
—No llegué a jugar en el Real Madrid como tal porque no les dio tiempo a hacer el papeleo y tal y seguimos jugando con el escudo del Tacón, pero nuestra casa era Valdebebas. Entrenábamos allí, los servicios médicos eran los de Real Madrid y todo así. En el día a día era como si fuésemos parte del club. No sé si valoré mucho aquello, ahora con el paso del tiempo lo pienso y me parece haber estado ahí.
—Luego pasó por Osasuna y Racing. ¿En dichos clubes el fútbol femenino estaba más o menos profesionalizado que aquí?
—Qué va, tanto no. Lo de aquí se acerca mucho a lo profesional y no lo esperaba. Hay distancia todavía, pero cada vez se parece más al fútbol masculino.
—Decía que no tenías referentes en el fútbol femenino porque no había. ¿Cuál era su referente entonces?
—Puyol, sin duda alguna. Siempre me fijé en él, soy central, llevo el 5… Soy muy de Puyol [risas].
—¿Se le pasa por la cabeza que ahora podría ser un referente para las niñas oviedistas?
—Pues ojalá. No me lo planteo y no pienso en ello, pero a quién no le gusta que lo que haces le pueda servir a los más peques. Entreno a las benjaminas de la cantera, vienen a vernos cada partido y, aunque no te lo digan, se lo ves en las caras. Y eso es muy bonito.