La Voz de Asturias entrevista al centrocampista del Real Oviedo, titular indiscutible para Carrión y uno de los fichajes más sonados del verano oviedista
23 nov 2023 . Actualizado a las 10:24 h.En Oviedo, a principios de agosto, no se hablaba de otra cosa que no fuese Jaime Seoane (Madrid, 1997). Antes de que el regreso de Santi Cazorla se comiese toda la actualidad oviedista, la noticia del verano era que el Grupo Pachuca había conseguido fichar al centrocampista madrileño para cederlo al Real Oviedo. Casi cuatro meses después, Seoane es indiscutible para Luis Carrión -titular en los diez partidos ligueros que ha dirigido el técnico-, pero la sensación es que todavía ni ha rozado ese pico de rendimiento que ya demostró poder alcanzar en Segunda División. Canterano del Real Madrid desde que cursaba la educación primaria, LA VOZ DE ASTURIAS charla con Jaime Seoane en El Requexón.
—¿Cómo es estar desde los 8 años en el Real Madrid?
—Siendo tan pequeño lo vives con mucha ilusión. Soy madrileño y mi equipo por aquel entonces era el Real Madrid, así que imagina lo que puede generar eso a un niño. Estuve 14 años en la cantera. Vas quemando etapas y la competitividad cada vez es más alta, eso te obliga a ser fuerte mentalmente porque cada año te traían a jugadores de toda España y competías más internamente, ante tus compañeros y en los entrenamientos, que los fines de semana contra los rivales. Eso me sirvió para madurar como futbolista y, sobre todo, como jugador.
—¿Cómo lo ficharon?
—Entré en el benjamín B, me vieron jugando en el equipo de mi barrio y me llamaron para hacer las pruebas. Estuve un mes o así entrenando con ellos y a partir de ahí ya era jugador del Madrid. Ahora no sé cómo va, pero cuando yo estaba a partir de infantiles ya empezaban a fichar a gente de toda España.
—¿Al entrar desde tan pequeño se normaliza el ser jugador del Real Madrid?
—Al final lo normalizas, sí. Es que son casi 14 años. Salía del colegio y mi padre me llevaba a Valdebebas, eso se convirtió en una rutina. El Real Madrid es algo muy grande y todos los niños quieren estar ahí, pero por suerte tuve un entorno que no me dejaba que se me fuera la cabeza. Siempre lo he llevado con mucha tranquilidad.
—¿En el colegio, por ejemplo, todo el mundo sabía que jugaba en el Madrid?
—‘El chaval del Madrid’, así es. Lo que pasa es que, al entrar tan pequeño, todo el mundo lo supo muy rápido. No hubo ningún ‘boom’, por así decirlo. Y eso pasaba, eh, típico chaval que en cadetes ficha por el Madrid y en el instituto se vuelven todos locos. En mi caso no.
—La presión.
—Es difícil para chavales tan jóvenes. Vives con una presión grande, porque aunque seas muy pequeño cada año había una criba importante. Cada mes de mayo, el club echaba a siete u ocho compañeros -y amigos-.
—¿Cómo era eso?
—Citaban a todo el equipo una tarde y, de uno en uno, entrábamos en el despacho y te decían cómo había ido la temporada y, claro, te decían si continuabas o no. Como cuando ibas a por las notas. Era duro. Días en los que se lloraba mucho, tanto por si te echaban a ti como por si echaban a un amigo. Convivir con eso te hace estar siempre alerta, día a día y desde muy pequeño. Todo el mundo quiere entrar en el Real Madrid y nadie quiere salir. Y también está el tema de los representantes, las marcas deportivas… Mucho ruido alrededor de niños y adolescentes, tú eres consciente de ello y la presión se nota. Siempre dije que todo eso o te mata o te hace fuerte y a mí me pasó lo segundo, era cuestión de supervivencia.
—De los 26 jugadores que conformaban la plantilla del juvenil A del Madrid en la 15/16, 12 están actualmente en el fútbol profesional.
—Me parece un porcentaje alto, la verdad. Yo echo la vista más atrás y de alevines, por ejemplo, quedaremos 4 de 20 jugando en el fútbol profesional. Javi Sánchez (Valladolid), Borja Mayoral (Getafe) y poco más. Y Raúl Sánchez, que ahora está en el Castellón y jugaremos contra él en Copa del Rey.
—¿El mejor jugador con el que compartió vestuario?
—Jugué con muchísima gente que era buenísima. Muchos, pero llegar no llegan tantos. A día de hoy, incluso, la mayoría ni juega a fútbol. Eso sí, de los de mi edad (nacidos en 1997), me quedo con Borja Mayoral y con Fede Valverde, que cuando llegó al Castilla ya era buenísimo. Le costó adaptarse porque es muy tímido y el cambio era grande, pero tenía unas cualidades que yo no había visto nunca. Jugó absolutamente en todas las posiciones.
—Estuvo con Borja Sánchez en el Castilla.
—Solo coincidimos medio año, porque después se fue al Mallorca B. Era un año mayor que yo y siempre lo consideré un talentazo enorme. En el juvenil A hizo un gran año y la gente hablaba de él en la cantera, tenía destellos que no se solían ver.
—Todos esos años en la cantera le sirvieron para debutar con el primer equipo en 2017 (ante el Fuenlabrada, Copa del Rey).
—Debutar en el Bernabéu ha sido lo más grande que me ha pasado. Un chaval de, del Madrid, que entró a los 8 años y verte en ese estadio… Algo enorme, la verdad. La gira la vives como si fueses algo que no eres, porque al fin y al cabo tú eres un chaval que juega en Segunda B. Estaba dentro de un vestuario repleto de superestrellas, algo que me sirvió para fijarme mucho en ellos, en cómo entrenaban y en cómo se preparaban para competir.
—Vamos con el Oviedo. ¿Cómo está?
—Estoy bien, ilusionado. Cada vez estamos mejor y me ilusiona el seguir creciendo dentro de este Real Oviedo que cada semana es mejor.
—¿Qué pensó cuando llegó Luis Carrión?
—Mikel Rico coincidió con él en Cartagena y Mikel es una de las mejores amistades que tengo dentro del fútbol. Charlo con él casi a diario y ya me había hablado de Carrión. Las referencias por esa parte eran buenísimas, y luego también lo conocía de jugar contra sus equipos. Su Cartagena era complicado y jugaba bien, algo complicado en un equipo que el año anterior había sufrido por mantener la categoría.
—El potencial de la plantilla estaba ahí, pero aun así la racha es tremenda.
—A nosotros no nos sorprende, la verdad, porque la calidad del grupo es muy grande. Nos vemos entrenar todos los días y luego el fin de semana vemos también que podemos competir con cualquiera. Los detalles en los partidos están empezando a caer de nuestro lado, pero eso también pasa porque pisamos mucho el área del rival y estamos más tiempo atacando que defendiendo. No me sorprende el rendimiento del equipo porque veo el día a día de este Oviedo.
—La victoria ante el Eibar.
—Puede ser uno de esos partidos de los que te acabas acordando, sí. El Eibar es uno de los rivales más potentes de la categoría y ganarles, además de cómo lo hicimos, fue importante.
—¿Es más fácil de entrenar el tener el balón o defenderse?
—Lo más importante es lo mental, el cuánto creas en un modelo de juego determinado. Lo futbolístico se entrena por semana y nosotros lo hacemos, pero lo importante es cómo afronta cada jugador lo que le pide el entrenador.
—¿Qué es Jaime Seoane en el Oviedo de Carrión?
—Mediapunta.
—¿Y qué le pide?
—Para nosotros es muy importante el cómo presionamos al rival. Queremos ser un equipo que controlo y domine, para eso tienes que robar el balón lo antes posible. Todo empieza ahí.
—¿Y con balón?
—Recibir mucho entre líneas, abrir opciones de pase hacia adelante y pisar área. Eso lo principal. Luego, si entramos más en detalle, depende de la semana y del rival. Contra el Cartagena, por ejemplo, habíamos trabajado el bajar más a la base para recibir más cerca de la elaboración que de la finalización, pero nos marcan al minuto y medio y el partido cambia. Ellos se replegaron y ya no hacía falta que bajara hasta ahí, y mi misión pasó a estar muy presente en el área, sobre todo en los centros laterales.
—¿Y a usted que le gusta más?
—Me gusta tener el balón, poder estar en contacto con él. Aunque pisar área y aportar en la llegada también.
—Lleva un gol en 13 partidos. ¿Le obsesionan las cifras?
—No me obsesionan, pero sí creo que debo hacer más de lo que estoy haciendo. Soy consciente de que puedo aportar más.
—Usted era un mediocentro posicional y en Huesca, en la 21/22, metió 14 goles.
—En la primera vuelta metí 4 o 5 goles, todos llegando desde atrás porque, incluso en esos primeros meses, jugué mucho como pivote y tenía un rol más posicional. Cuando llegó Xisco Muñoz al banquillo, me dio un clic en la cabeza. Me metió en la cabeza que tenía que pisar mucho más el área y por semana trabajábamos ese aspecto, mucho centro lateral tras transición y mucha definición. Al jugar con línea de tres centrales y carrileros, eso le daba la opción de ponerme en cualquier posición del centro del campo, también en la banda.
—¿Cuál es su posición ideal?
—Yo soy centrocampista. He jugado como pivote, como interior y como mediapunta, y siempre me sentí cómodo siendo parte de ese centro del campo.
—¿Un equipo que se basa en los centrocampistas tiene cabida en Segunda División?
—Creo que sí se puede jugar así. Si lo trabajas y crees en ello, se puede. Se suele decir que en Segunda División solo vale una cosa, pero no. La categoría no tiene nada que ver, permite todo tipo de fútbol.
—Hábleme de algún compañero.
—Ver a Cazorla todos los días es una pasada. No me acabo de creer que esté aquí, la verdad. Luego Santi Colombatto tiene un potencial enorme, Leo Román es un porterazo y tenemos una defensa que es un espectáculo. A mí me encanta Abel Bretones, es otro que tiene un potencial que todavía no se lo cree ni él.
—¿Qué tal en Oviedo?
—Estoy muy bien, muy tranquilo. Era un sitio en el que me apetecía vivir y no me está decepcionando. Ya lo conocía porque vine a ver a Hugo Rama la temporada pasada.
—Imagino que Hugo Rama pujó en su momento para que se hiciese ese fichaje.
—La verdad es que sí, a las pocas horas de saber que esto del Oviedo iba en serio le llamé. Su marcha era algo que se rumoreaba casi desde que llegué. Duele, pero en el fútbol haces callo y te adaptas a que en cualquier momento se vayan y lleguen futbolistas, incluso cuando son tus amigos. Fue una pena, porque nos une una gran amistad, pero son cosas del fútbol.