La Voz de Asturias entrevista al centrocampista del Real Oviedo, titular en Leganés el pasado sábado después de un año muy complicado debido a las lesiones
23 mar 2023 . Actualizado a las 10:33 h.Tres temporadas y más de cien partidos en la categoría después, Borja Sánchez (Oviedo, 1996) vive su año más complicado desde que es jugador del primer equipo del Real Oviedo. El '10' renovó su contrato en verano, afianzándose como una de las figuras claves del proyecto azul, pero las lesiones le han castigado como nunca. Este pasado sábado, frente al Leganés, Borja fue titular por quinta vez en lo que va de curso. Y el equipo, por fin, lo notó. La Voz de Asturias charla con el centrocampista ovetense sobre los malos momentos y, claro está, sobre lo que está por llegar.
—¿Se esperaba ser titular en Leganés?
—Nos enteramos del once inicial poco antes de los partidos, hora y cuarto o así. Siempre tienes la ilusión de poder participar desde el inicio, pero la verdad es que en Leganés me pilló por sorpresa. No tardé mucho en concienciarme, claro.
—¿Qué fue lo primero en lo que pensó?
—Aunque parezca mentira, me entraron ciertos nervios. Hacía mucho tiempo que no era titular y tenía ganas de ayudar al equipo a sacar los tres puntos, estábamos mentalizados.
—¿Qué le dijo Cervera?
—Normalidad absoluta. El míster no es muy expresivo con los jugadores, es su forma de ser y de ver las cosas. Hacía falta poco, la verdad, lo único que necesitaba era ser partícipe desde el principio y acabé contento por cómo fue el partido.
—Se vio un buen Oviedo en Butarque.
—Teníamos la idea bastante clara. Queríamos complicarles la salida de balón y sabíamos cómo presionar a sus tres centrales para obligarles a salir siempre por el mismo lado y obligarles a jugar directo. Yo tenía que ir a tapar desde fuera para que no pudiesen jugar con el que estaba en banda y luego Rama y Bastón apretaban dentro. Nos salió bien.
—¿Necesitaba un partido así?
—Sin duda. En general, está siendo un año muy, muy complicado para mí. He pasado momentos jodidos, la verdad, porque quieres ayudar al equipo y no puedes. Tras la primera lesión fui yo el que intentó volver antes de la cuenta y me equivoqué. A partir de la segunda lesión entras en una situación complicada, una espiral de la que cuesta salir y te obliga a ir a remolque toda la temporada.
—Lleva mes y medio entrenando con normalidad, pero jugando poco. ¿Cómo ha sido?
—Me faltaba la confianza de jugar un partido, necesitaba sentirme valorado de nuevo y volver a saber que soy importante para el equipo. En Leganés por fin llegó ese partido y espero seguir así en los diez partidos que quedan.
—Cervera decía que o le veía al 100% o que no iba a ponerle.
—Me suelo limitar a entrenar y a estar bien físicamente de cara al fin de semana. Por unas circunstancias o por otras no estaba participando todo lo que quería y el míster tenía -y tiene- su forma de ver las cosas. En Butarque contó conmigo desde el principio y respondí. Se trata de eso, de responder.
—Desde que volvió al Oviedo siempre lo había jugado casi todo, tanto en el filial como en el primer equipo.
—Tomé la decisión de quedarme en verano con la ilusión de tener una temporada bonita, como lo fue la anterior, y de intentarlo al menos una vez más. Y me encontré con todas estas lesiones. Anímicamente lo pasé mal. Estar lesionado va relacionado directamente con la soledad porque, aunque sabes que los compañeros y la familia te apoyan y están contigo, en el día a día no estás con ellos. En la práctica es lo que es. Aunque hubiese sido imposible sin la ayuda de los fisios y recuperadores del club, mi familia y mis amigos y a mi chica, Celia, que me ayudó a mantenerme estable y feliz en los momentos más duros. Han sido fundamentales.
—La primera lesión fue en septiembre, ante el Ibiza.
—Ya empezaba a encontrarme mejor tras empezar tarde la pretemporada. Creo que noté el pinchazo hacia el minuto 60 y pico de partido. Entiendo que esa primera lesión fue algo normal, circunstancial, una rotura en el aductor.
—La segunda fue menos de un mes después, en el último partido de Bolo.
—En Albacete, sí. Traté de volver antes de tiempo, sin respetar del todo los plazos de recuperación. El equipo estaba en una situación complicada y quería ayudar, pero acabé participando más de lo que se esperaba. Viajé para 15 o 20 minutos y acabé jugando 40. Terminé el partido con molestias, sin saber que estaba roto. Es el martes en el entrenamiento, ya con Cervera, cuando noto que me sigo encontrando mal. Ahí vimos que la cicatriz de la primera lesión se había abierto otra vez. Ese segundo proceso, evidentemente, ya nos lo tomamos con más calma.
—Y otro mes después, la tercera lesión.
—Volví, enganché varias semanas de entrenamientos y llegué a jugar de titular ante el Granada, en Copa. A la vuelta de las vacaciones, justo antes del partido frente al Atlético, volví a romper en la misma zona. No en la misma cicatriz, no fue la misma lesión, pero sí en esa misma zona porque ahí tenía un déficit importante de fuerza muscular. Fue una rotura algo más pequeña, pero me obligó a volver a parar. Ahí le das vueltas a todo, la cabeza no ayuda y lo pasé mal.
—Las lesiones musculares llegan a tener algo más de mental que de dolor físico.
—Totalmente. Cuando rompes pierdes la confianza en esa zona y el músculo acaba perdiendo fuerza, aunque sigas entrenando. Te obliga a volver muy poco a poco y al principio, a la mínima sobrecarga, aparece el miedo y piensas que has vuelto a romper. La confianza es lo más difícil de recuperar, pero ahora, tras mucho trabajo, ya la tengo y sé que puedo jugar al 100%. Llevo dos meses entrenando y encontrándome bien. He vuelto a disfrutar.
—Usted es oviedista, ovetense y jugador del Oviedo. ¿Para los que son de aquí todo se magnifica?
—Tiene sus pros y sus contras. Cuando las cosas no van bien, todo te lo llevas a casa. Mis familiares y mis amigos también son oviedistas y están al día de la actualidad del equipo, así que me preguntaban que qué pasaba. Eso sí, cuando las cosas van bien se disfrutan el doble. No me puedo olvidar de cómo me ha recibido el Tartiere cada vez que he vuelto a jugar, eso me lo guardo para siempre en el corazón.
—¿Cómo veía al equipo desde fuera?
—La temporada es atípica. Y complicada. El año pasado acabamos empatados con el Girona, que fue el equipo que ascendió. Hubo cambios, tanto en el cuerpo técnico como en la plantilla y, aunque creo que hubo cosas que se hicieron bien, nos costó adaptarnos. En pretemporada también hubo varias lesiones, no solo la mía de principios de curso. Empezamos la temporada con un déficit importante de resultados y también de jugadores y hemos ido a remolque todo el año. La Segunda es muy complicada y si no asumes pronto la situación en la que estás, lo pagas.
—Esta es su cuarta temporada en el primer equipo y ya ha vivido de todo.
—Este no es un club fácil, hay muchos sentimientos de por medio y más siendo de aquí, de la casa. Es difícil de manejar, pero la experiencia ya me ha dado ese punto de tranquilidad para saber moverme en diferentes situaciones. He sufrido mucho, pero también he aprendido mucho. Y como yo, el resto de canteranos que llevamos años en el primer equipo.
—¿Esa 19/20 tan complicada os dio mucho callo para afrontar situaciones como la de ahora?
—Totalmente. Los que vivimos aquello lo hablamos mucho, tenemos claro cómo se sacan estas situaciones hacia adelante. Hay que estar juntos, saber competir y tener claro el escudo que llevamos en la camiseta.
—Ni un partido con más de un gol marcado. ¿Cómo se explica?
—Es responsabilidad nuestra, la verdad, hay que tener más hambre de gol. Y no solo los puntas, todo el equipo. Y por supuesto que también ya es un tema anímico. El día que metamos más de un gol, que llegará, estoy seguro de que después vendrán más.
—Cervera, otro entrenador tras el Cuco que le da mucha importancia al trabajo defensivo. ¿Qué ha mejorado en esa faceta?
—A mí me gustaría poder jugar de otra forma, es así, pero entiendo que en Segunda es muy complicado sacar los partidos solo a través del balón salvo que tengas un equipo muy trabajado a lo largo de los años. Es complicado llevar el peso de los partidos. A partir de ahí, he salido muy reforzado como jugador tras estas temporadas a las órdenes del Cuco o ahora de Cervera.
—¿Se considera un jugador muy diferente al de hace tres años en lo defensivo?
—Imagino que antes jugaba de una forma más libre o caótica. Para defender bien también hay que hacerlo con orden, no solo es intensidad. Ahora pongo más mi fútbol al servicio del equipo, tanto ofensiva como defensivamente. Soy más completo.
—Uno de los debates recurrentes en el oviedismo es su posición ideal: en la banda o de mediapunta.
—A mí siempre me gustó más jugar por dentro, incluso ya no de mediapunta, sino de mediocentro. Eso sí, por el tipo de fútbol que se desarrolla en Segunda, donde el balón pasa poco por dentro o, al menos, los equipos no suelen construir su juego por dicha zona, creo que estoy más cómodo partiendo desde la banda izquierda.
—Debido a las lesiones, entre otras cosas, se ha perdido la explosión de Abel Bretones.
—Ya veíamos durante la pretemporada que era un futbolista con un físico tremendo, pero la verdad es que nos está sorprendiendo a todos. Nos está aportando muchísimo, desde la defensa al ataque, poniendo unos balones buenísimos. Me alegro mucho por él y espero que siga yendo a más.
—¿Ya le vio potencial como lateral cuando lo ponían de extremo?
—Es que va tan sobrado que desde atrás tiene el camino libre para llegar y llegar. En Leganés tuve la suerte de poder jugar con él por fin y estando bien ambos, porque cuando compartimos banda ante el Granada yo todavía no estaba a tono por las lesiones. Es cuestión de partidos, acumular minutos y entendernos cada vez mejor.
—Por detrás viene un Vetusta muy joven que está haciendo un temporadón.
—Es un filial diferente al de hace años, eso está claro, el nuestro tenía jugadores más hechos y con más experiencia. Cada vez que suben con nosotros los veo muy bien, siempre dan la talla y nos llevan ayudando toda la temporada. Están siendo importantes desde muy temprano.
—Yayo, sin ir más lejos, es juvenil.
—A mí también me tocó subir al primer equipo con esa edad, pero es ahora cuando eres consciente de lo que supone. Miro a Yayo y flipo, son super jóvenes, les preguntas la edad y no me lo creo. Me hacen sentir muy mayor [risas]. Tienen mucho futuro.