Analizamos en cinco claves la derrota del Real Oviedo ante el Almería
02 dic 2020 . Actualizado a las 14:33 h.Nueve días después del empate ante el Fuenlabrada, el Carlos Tartiere volvió a recibir a un gran equipo de la Segunda División. Uno con más calidad, claro, por eso las consecuencias de su dominio fueron más fatales para el Real Oviedo. Los azules, superados en la primera parte desde los inicios de juego hasta la zona de finalización, ajustaron tras el descanso y se metieron en un encuentro que ya parecía perdido. Independientemente del resultado final, porque esta temporada perder contra el Almería jamás será una sorpresa, esa reacción del segundo tiempo es la parte positiva del encuentro del lunes. Algo es algo.
Morlanes, indescifrable para el Oviedo
Cosas del fútbol, poco antes de que el Almería infligiese al Real Oviedo el dominio más evidente que los azules han vivido esta temporada, el conjunto de Ziganda fue mejor que su rival. El conjunto carbayón salió mejor al partido y, durante casi diez minutos, la presión en el centro del campo funcionó, los rojiblancos no encontraban el pase que superaba la línea y Nahuel y Borja se encontraban de vez en cuando en el flanco izquierdo. Incluso crearon algo parecido a una ocasión de gol en el flanco derecho, en una jugada que acabó con un centro muy flojo de Viti. Pero solo fue eso, diez minutos.
Manu Morales se puso al mando de las operaciones y el partido cambió de rumbo. El centrocampista era la pieza clave en los inicios de juego del Almería, cayendo a banda izquierda y formando salida de tres con los centrales. Makaridze, portero visitante, no tenía miedo y arriesgaba en el momento en el que interpretaba la superioridad. Leschuk y Nahuel estaban, pero no mordían, Viti dudaba debido a la posición de Akieme y el doble pivote estaba lejos. Dibujado este escenario, Morlanes dinamizaba y rompía líneas a través de la conducción o el pase. Había encontrado la grieta en el dique.
La ocupación de espacios, clave en el Almería
Superada esa primera línea de presión azul, el Almería se instalaba en campo rival. Y lo hacía ocupando a la perfección los espacios. Samu Costa, mediocentro, se escoraba una y otra vez a la derecha para formar junto a los centrales una línea de tres. Balliu y Akieme, laterales, se encargaban de dar la amplitud. Morlanes, Villalba, Corpas y Aketxe se movían entre líneas y Sadiq, que jugó bien tanto con balón como sin él, estiraba al equipo y arrastraba la marca de los centrales en profundidad. El campo azul estaba invadido y el Almería tenía múltiples opciones.
Morlanes seguía dirigiendo todo. El aragonés, clave en la salida de balón, repetía rol en los ataques posicionales. Se movía por todo el ancho del campo, ofreciéndose a sus compañeros y jugando casi siempre hacia adelante. El Oviedo, acostumbrado a defender estas situaciones, no era capaz a juntar líneas y cerrar espacios. Esto, unido a la calidad técnica del equipo de José Gomes (muy pocas pérdidas), complicaba y mucho la vida a los azules. Leschuk, como siempre, y Nahuel eran los únicos capaces de instalar al equipo de Ziganda en campo rival.
Sadiq, indefendible
Umar Sadiq fue una auténtica pesadilla para el Real Oviedo. Sobre todo, claro, para Carlos Hernández y Christian. Y en el primer tiempo lo hizo de la manera más simple: atacando el espacio. Al conjunto carbayón le estaba costando un mundo defender los ataques posicionales del Almería y los errores en la primera línea repercutían en la última. Morlanes jugó a placer en la medular y, siempre con unos segundos claves para detectar el espacio y ejecutar, encontraba a Sadiq al espacio. La primera acabó en un mano a mano que paró Femenías, la segunda fue el penalti.
En la jugada que precedió a la dudosa pena máxima, Morlanes cruza la divisoria sin oposición, ya que Leschuk no acaba de apretar del todo. Nieto, pendiente de Villalba, no acaba de cerrar el carril central y el espacio generado era una golosina para el mediocentro rojiblanco. Sadiq, marcado con la mirada por Carlos y Christian, arrancó y ya nadie le pudo parar hasta el área. O presionas al lanzador o reculas y dificultas al máximo el pase en largo. El Oviedo no hizo ninguna y lo pagó.
El ajuste en la presión, salvavidas del Oviedo
Qué bien le vino el descanso a José Ángel Ziganda para ajustarlo todo. El técnico navarro comenzó por los inicios de juego del Almería. Ya en la primera jugada del segundo tiempo, el equipo carbayón era otro en ese aspecto. Conscientes de la calidad del rival, sobre todo de Morlanes, los azules estuvieron más agresivos y, ahí estuvo la clave, más coordinados. En cuanto podía, el Oviedo orientaba la presión de derecha a izquierda buscando que Morlanes no participase en la salida de balón, pero cuando no lo lograba también tenía respuesta.
En la imagen de abajo está el ejemplo perfecto. Leschuk y Nahuel, perfilados de izquierda a derecha, evitaban que el Almería pudiese volver a empezar. El Tiburón perseguía a Morlanes, esta vez de verdad, y Sangalli aparecía para, tapando el pase al lateral, apretar al mediocentro del Almería. Nahuel también acompañaba y el doble pivote azul, a diferencia del primer tiempo, estaba mucho más cerca de la acción. Y, como en la jugada de la imagen, el Oviedo comenzó a robar.
Blanco Leschuk se vio mucho más rodeado. El ariete se dedicó a bajar balones durante todo el encuentro, pero solo en el segundo tiempo logró instalar de verdad al Oviedo en campo rival. Y eso se debió a la posición de Borja (muy poco afortunado en el primer tiempo), Nahuel y Sangalli, mucho más participativos y dañinos entre líneas. El empate llegó en una jugada afortunada, sí, pero era merecido y devolvía a los azules al partido.
Del empate al 1-2
El conjunto carbayón era superior, sí, pero el Almería seguía haciendo cosquillas cada vez que cruzaba el centro del campo. Villalba y Aketxe parecía que no estaban, pero en unos segundos combinaban y se plantaban en la frontal. Y Sadiq, claro. El nigeriano pasó de ser una pesadilla al espacio a serlo entre líneas. Ni Arribas ni Christian eran capaces de pararlo. Y el conjunto rojiblanco lo aprovechó.
En el 1-2, el ariete del Almería roba en el centro del campo y da comienzo al ataque posicional. La circulación fue de izquierda a derecha y el desajuste llegó por dentro. Sadiq recibió, atrajo a Arribas y lo borró del mapa con un pase. Lazo recibió de espaldas y, en ese momento, fue cuando Tejera tuvo que morder y evitar que el '16' del Almería se girase. No mordió, Lazo giró y encontró a Corpas, que solo necesitó un par de segundos para controlar y fusilar a Femenías. De nuevo por delante.
El gol le sentó muy mal al Oviedo, que tardó en reaccionar diez minutos. Ya en el 90', con Rodri, Obeng y el propio Leschuk en el campo, los centros laterales hicieron acto de presencia, pero solo un par de ellos llegaron a buen puerto y crearon peligro de verdad. Al igual que en los saques de esquina, la poca precisión en dichas jugadas mató el ataque azul. Los de Ziganda crearon infinidad de situaciones en las que solo faltaba un buen centro, pero ni Mossa ni Nieto estaban acertados. Casi diez centros se fueron por el desagüe en el segundo tiempo, tanto desde la izquierda como desde la derecha.