El no letrero luminoso, la impactante puesta en escena del Almería y el instinto de supervivencia del Real Oviedo. La contracrónica desde el Tartiere
01 dic 2020 . Actualizado a las 14:36 h.Eran las 19:54 horas y el nuevo letrero luminoso del Carlos Tartiere todavía no era luminoso. En el párking exterior del estadio carbayón esperaban la junta directiva, el alcalde, los patrocinadores y los periodistas. Vamos, el público perfecto para que todo saliese regular. Pero solo era un cartel. Tras un amago en el que se solo se encendieron las consonantes, el letrero se iluminó correctamente y la noche ya podía comenzar.
Dentro del estadio, y ya con los equipos calentando sobre el rectángulo, la megafonía del Tartiere homenajeó a Maradona como se debía: sin decir nada y poniendo música. 'La mano de Dios' y 'Live is life' a todo trapo mientras azules y rojiblancos estiraban las piernas. No hacía falta más.
Hablando ya del partido, el Almería no tardó en demostrar que es uno de los mejores equipos de la categoría. Seguramente, y a 1 de diciembre, el mejor al que se ha enfrentado este Real Oviedo. La prueba, por cierto, de que los de Ziganda son un conjunto más que respetable es que llegaron vivos al descanso. Y no es fácil después de 45 minutos de dominio, un delantero centro descontrolado y otro de esos penaltis que tienen más de duda que de certeza.
Tras el descanso, el Oviedo aprovechó la supervivencia del primer tiempo y cogió las riendas del partido. Blanco Leschuk, que ya estaba siendo el mejor futbolista azul en el primer tiempo, dobló la apuesta y se convirtió en el mejor futbolista del partido. Eso es lo que pasa cuando a su habitual buen juego le añade el gol. «Dale, todavía queda partido», gritaba Christian desde el eje de la defensa. Subidón en el cuadro carbayón.
El Almería no se arrugó y Sadiq, que antes había sido un dolor de muelas al espacio, se reinventó y pasó a serlo en estático, tanto de espaldas como de cara a portería. De sus botas nació la jugada del 1-2, culminada por un Corpas que opta a mejor jugador de noviembre en la Segunda División. El tanto almeriense se celebró como pocos esta temporada en el municipal ovetense, por cierto. Desde el autor del gol hasta el banquillo visitante, pasando también por la grada, donde los analistas del conjunto rojiblanco habían inaugurado una sucursal de la grada de animación visitante.
El Oviedo, ya desesperado después de que a Sangalli no le pitaran el penalti que sí le pitaron a Sadiq, lo intentó hasta el final. Los de Ziganda fueron inferiores a su rival, se rehicieron para empatar, volvieron a verse por detrás en el marcador y acabaron el partido en el área visitante. Cuando se pierde así, la lectura final te aleja y mucho de la decepción. Hasta cuando desaprovechas la última jugada del partido con el saque de una falta digna de los mejores zappings.
Ganar en el Carlos Tartiere, hoy por hoy, es uno de los retos más complicados de la Segunda División y la celebración del analista del Almería lo corrobora.