Analizamos en cinco claves la victoria del Real Oviedo ante el Castellón
10 nov 2020 . Actualizado a las 12:44 h.Jugar un partido perfecto en Segunda División es complicado, pero el Real Oviedo estuvo cerca de conseguirlo ante el Castellón. Los azules, con una idea clara desde el principio, fueron a buscar sin contemplaciones al conjunto albinegro y convirtieron el encuentro en una pesadilla para los de Óscar Cano. Todo el trabajo que el equipo del Cuco llevaba realizando durante toda la temporada se vio recompensado el domingo. Quién sabe si en un futuro, cuando se hable de este Oviedo, se ponga la goleada al Castellón como ejemplo perfecto de lo que hacía sobre el césped.
Todos juntos, hacia adelante
José Ángel Ziganda no se lo pensó. Ante uno de los equipos con la salida de balón más trabajada de la categoría, el Real Oviedo, en bloque, adelantaba metros con la idea de ahogar a su rival en todos los inicios de juego. Y lo consiguió casi siempre. Fue una constante ver a todos los jugadores azules, salvo Femenías, instalarse en campo rival para poder robar el balón. Nahuel y Leschuk eran la punta de lanza de la función, pero detrás llegaban los demás.
La estadística no engaña: 22 recuperaciones en campo rival (datos de Diario AS/Opta). Ningún equipo alcanzó dicha cifra esta jornada. Se puede pensar que, ante este Castellón, robar tanto cerca de su portería es sencillo, pero ni mucho menos. Las 22 recuperaciones azules en campo rival también son la marca más alta de todos los equipos que se han enfrentado al conjunto albinegro esta temporada.
Los espacios provocados
Aprovechar los espacios. Este Oviedo ha encontrado la forma más efectiva de atacar, sí, pero no le ha caído del cielo. Hay equipos que esperan en campo propio, tapan pases interiores cerca de su portería y aprovechan cualquier pérdida en la circulación para salir disparados. El Oviedo hace algo parecido, pero muchos metros más adelante. Los de Ziganda van a buscar al rival, juntan a muchos futbolistas cerca del poseedor de balón y provocan la pérdida en zonas de peligro.
Esfuerzos cortos e intensos para tomar las mejores decisiones en ataque. Así llegó el 1-0, una jugada que comienza con una presión de Sangalli a Satrustegui, Leschuk roba yendo al suelo y junto al propio donostiarra y Nahuel arman el ataque rápido. Segundos después, el '8' azul estaba celebrando su gol. El picotazo del Real Oviedo. El Castellón no daba a basto. Y cuando no había opción de ser verticales, múltiples opciones. Ocho jugadores en campo rival, con Borja acomodado en izquierda, Nahuel atacando la profundidad desde el carril central y Sangalli apareciendo por todos lados.
Entendendiendo a Blanco Leschuk
El Castellón intentaba reaccionar gracias a la insistencia de Fidalgo, tirado a la banda izquierda y con ganas de tener el balón, pero el Oviedo no bajaba el pistón. Sergio Tejera y Edgar, inconmensurables durante la mayor parte del encuentro, dominaban la zona interior y tocaban todas las jugadas, algo que servía para robar directamente o facilitar el robo de cualquier compañero que estuviese cerca. Carlos Hernández y Christian, jugando lejos de la portería de Femenías, también eran claves a la hora de no dejar girar a los delanteros y estar atentos a las ayudas al lateral.
Y luego está el delantero referencia de este Real Oviedo. Pasan las semanas y el trabajo realizado en El Requexón alrededor de Blanco Leschuk cada vez es más evidente. El 'Tiburón', que desde el primer partido disputado ha mostrado una categoría jugando de espaldas fuera de toda duda, ahora tiene unos compañeros que le entienden e interpretan su juego. Ante el Castellón, el argentino recibía y, casi siempre, tenía cerca a más jugadores azules que albinegros. La superioridad numérica del Oviedo, con el objetivo de dar continuidad al juego en campo rival, era una constante.
La insistencia tras el descanso
El Oviedo acabó el primer tiempo con la sensación de que el 1-0 era un resultado corto y reanudó el encuentro como lo había dejado. Ni un minuto pasó cuando, tras otra presión coral de los carbayones, Borja Sánchez robó y logró el 2-0. Después, el 3-0 acabó por asentar la victoria y permitió al conjunto oviedista disfrutar durante más de media hora. Disfrutar, ojo, no relajarse.
Edgar y Tejera, claves en las circulaciones azules que recorrían el ancho del campo, seguían saltando a la presión, acompañados de todo el equipo, y provocando pérdidas que hacían imposible una reacción del Castellón. Los perros de presa de Ziganda no descansaban y hasta parecía extraño que, tras un esfuerzo tan grande, el técnico navarro no moviese el banquillo. Corría el minuto 78' y Óscar Cano ya había hecho los cinco cambios. El Cuco, ninguno.
Traca final
El partido le tenía reservado a Edgar un premio gordo. Una cosa es marcar en una jugada que nació de un balón parado, como en el 3-0, pero el tanto que culminó goleada es el ejemplo perfecto de lo que fue su partido y de lo que le lleva pidiendo Ziganda desde que aterrizó en Oviedo. Tras robar en el centro del campo, salió disparado hacia la portería rival para recibir el pase de Mier -muy agresivo desde que entró al campo- y definir en carrera. Todo salía bien.
Con el partido ya decidido, el banquillo azul entró en escena. El Castellón se estiró y, a sabiendas de que el encuentro estaba perdido, no tuvo reparos para acumular muchísima gente en el área del Oviedo y buscar el gol. La falta de acierto y, como casi siempre, Joan Femenías, evitaron el tanto de la honra. Por su parte, el equipo carbayón dedicó los últimos minutos a aguantar la posesión, buscar que Leschuk tuviera su ocasión y jugar en campo rival. A pasárselo bien, en definitiva, algo que hacía mucho tiempo que no pasaba en el Carlos Tartiere.