Analizamos en cinco claves el empate del Real Oviedo ante el Mirandés
21 sep 2020 . Actualizado a las 12:07 h.Qué importante es el cómo. El Real Oviedo, que volvió a lucir en Anduva una coraza más o menos trabajada a falta de ciertos retoques, sumó un punto ante el Mirandés en la segunda jornada de Liga. Tampoco parece gran cosa, y más a unas alturas de campeonato donde las sensaciones, al menos, se pueden equiparar en importancia a la puntuación. Es el cómo lo que cambia la percepción. Empatar en el descuento un partido que se te había puesto muy cuesta arriba es un plus innegable que afecta, para muy bien, a cualquier equipo. Y esto no entiende de fechas, es así tanto en la segunda jornada como en la vigesimocuarta.
Cambio de guion
Si ante el Cartagena el Oviedo debió poner a prueba sus inicios de juego en corto y la construcción desde atrás, el Mirandés obligó al equipo de José Ángel Ziganda a lucir un fútbol más directo. Y ahí hay que diferenciar dos momentos: el saque de puerta de Femenías y los golpeos de los centrales. Edgar cumplió en los primeros, Obeng no tanto en los segundos.
Los 193 centímetros del mediocentro de Sallent de Llobregat fueron un escollo para el Mirandés. Edgar, en cualquier parte del rectángulo, punteaba casi todos los saques de Femenías y teñía las segundas jugadas de azul, pero con el balón en juego la aportación de Obeng se quedaba corta. El delantero ghanés no acabó de ofrecer una buena salida, quedándose a medio camino y llegando tarde a la disputa con el central rival. Además, cuando llegaba, casi siempre perdía el duelo físico. Es lo que demandaba el partido, pero dicha faceta no es su fuerte.
La aparación del doble pivote
Edgar ganaba muchos de esos saltos en la medular, pero luego había que saber qué hacer con el balón. Y el doble pivote del Real Oviedo cumplió. Tejera sacó a relucir el libreto e interpretó a la perfección el juego, sabiendo cuando buscar el pase largo o el corto y detectando la debilidad del Mirandés en el flanco izquierdo. Juanjo Nieto y Viti se frotaban las manos, pero un pisotón en el tobillo izquierdo sacó al canterano del partido.
A diferencia del duelo ante el Cartagena, y como era de esperar, la figura de Javi Mier creció con la mayor presencia del doble pivote. En la anterior jornada, la mayoría de balones que recibió el canterano fueron de espaldas y con la marca en el cogote, fuera por dentro o cayendo a banda. En Anduva, Mier vio la luz por momentos y fue encontrado por Tejera y Edgar, dando continuidad al juego y uniendo ambos costados.
Una zona de remate desocupada
Los mejores momentos del Real Oviedo en el partido no se reflejaron en el área de Limones. Los azules encontraban la puerta abierta en derecha, pero los centros de Nieto primero, y Sangalli después, no inquietaban a la defensa del Mirandés. Y esto se debía, simple y llanamente, a una cuestión numérica. Obeng era el único que atacaba la zona de remate porque a Borja y Javi Mier les cuesta un mundo cumplir en ese rol.
En un ataque posicional es otra cosa, porque las piezas están más juntas y las distancias se reducen, pero en transiciones de ritmo más elevado las carencias salen a relucir. Los centrales del Mirandés no eran exigidos y solo Borja Sánchez, en una jugada menos habitual ya que fue un robo de Obeng en la esquina y la defensa rival no estaba colocada, pudo gozar de un remate claro. El '10' azul no tuvo el día. Que le cueste llegar a zona de remate es normal, pero que desaproveche hasta tres situaciones claras de uno contra uno ante su lateral sí es raro.
El Mirandés bajo la tormenta
El remate a bocajarro de Ezzarfani que Femenías desvió fue el trueno que precede a la tormenta. La lluvia comenzó a caer con fuerza en Miranda de Ebro y el conjunto local se hizo con el control del partido. Los de José Alberto activaron los costados, ganaban los duelos en el carril central y robaban rápido. El Oviedo pasó de encontrar siempre el pase que le permitía vivir más cerca del área de Limones que de la de Femenías a ser un muñeco de trapo en manos de un niño. El control era rojillo.
Poco más de diez minutos de tormenta, tanto en lo climatológico como en lo futbolístico, sirvieron para herir de casi muerte al conjunto de ZIganda. Las imprecisiones técnicas aparecían en cualquier acción con un jugador del Oviedo como protagonista, Iván Martín hacía daño con sus conducciones y Femenías, por partida doble, y Edgar mantenían el 0-0 en el marcador. Hasta el 58'. Con Sangalli siendo atendido en la banda, Mossa y Borja no impidieron un centro de Carlos Julio que pilló a Arribas y Edgar sin marca y a Grippo y Nieto cubriendo a un rival que no les correspondía. El desajuste acabó con Iván Martín rematando a placer en el segundo palo. Falta de comunicación que se pagó de la forma más cruel.
El 'factor Nahuel' y el ímpetu en el barro
Con el Oviedo grogui y el campo cada vez más pesado, Ziganda movió el árbol con casi media hora por delante y dio entrada a Nahuel Leiva. Un jugador técnico cuyo mayor potencial sale a relucir cuando el balón está en su poder ante un rival duro en los duelos individuales y sobre un césped encharcado que impedía cualquier tipo de asociación. El contexto no podía ser más desfavorable, pero el rosarino sorprendió.
Espoleado por su debut con la camiseta del Real Oviedo, Nahuel saltó al césped a comerse el partido, mordiendo en cada acción, presionando todo y aportando con balón. En su primera aparición disputó un balón aéreo, se llevó la segunda jugada y conectó con Tejera. En la segunda, conducción y amarilla provocada. El ex del Tenerife había cambiado el partido. El equipo de Ziganda, que parecía tocado y muy lejos de cualquier reacción, se volvió a conectar al partido. Eso sí, la lluvia era impasible. El verde estaba intratable, el balón no rodaba y complicaba demasiado el arreón de los carbayones.
Con Femenías como simple espectador desde hacía más de 20 minutos, gracias también al buen trabajo de Grippo y Arribas, el empate llegó de la única forma posible: falta lejana, balón al área, rebote para los de azul y Sangalli la puso en la escuadra. En las peores condiciones, con todo en contra, el equipo carbayón rescató el punto. La celebración de todos los jugadores del Real Oviedo mostró la importancia del gol. Porque el cómo, sea en septiembre o en abril, es la clave de todo.