El Real Oviedo, que puede sellar la permanencia este viernes, sabe de lo que es capaz el ya descendido Racing. El pasado sábado, el último ejemplo
16 jul 2020 . Actualizado a las 15:10 h.La euforia se puede llegar a entender, pero no en el vestuario del Real Oviedo. Después de una temporada para olvidar, el oviedismo vio la luz cuando a falta de dos encuentros, el equipo de Ziganda se despegaba del descenso goleando en La Romareda a un Zaragoza que luchaba por ascender. Los azules, tras meses de sufrimiento, pueden rubricar la permanencia en la penúltima jornada, en el Carlos Tartiere y ante un rival que ya está descendido. Pero está prohibido confiarse.
«Esperamos un partido difícil, por no decir el más difícil de toda la temporada. Nosotros estamos centrados en preparar el partido lo mejor posible». Así de claro se mostró Juanjo Nieto ayer martes en rueda de prensa. Tras todo lo vivido, el vestuario azul no está dispuesto a no poder rematarlo cuanto antes por culpa de la relajación. La plantilla se une al discurso que ya dejó marcado Ziganda en La Romareda: «Mis cuentas es ganar el viernes, hay que rematar».
Y la propia Segunda División, sorprendente de principio a fin e imperturbable a los favoritismos, mandó un aviso al Real Oviedo este último fin de semana. El Racing, ya descendido desde hace semanas, venció a un Huesca que si ganaba en El Sardinero se podía poner a tiro de ascenso. A tiro de volver a Primera División, nada más y nada menos. Y los cántabros vencieron. Se adelantaron en el primer tiempo y, cuando todo el fútbol español pensaba que los oscenses remontarían, conservaron el 1-0.
Si nos vamos a las últimas temporadas, hay varios ejemplos de equipos ya descendidos que aguaron, o casi lo consiguen, la fiesta a su rival. Uno de los más recordados ocurrió en la última jornada de la temporada 15/16, cuando el Zaragoza visitaba al ya descendido Llagostera con la misión de cerrar su participación en el playoff. Pero ocurrió la hecatombe. A los 60 minutos de partido, los catalanes vencían 4-0. Los maños intentaron maquillar el resultado, pero el marcador al final del partido el marcador lucía un bochornoso 6-2. Osasuna goleó en el Carlos Tartiere y los blanquillos se quedaban fuera de la promoción.
Otro encuentro recordado ante un equipo ya descendido fue el Sabadell-Osasuna de 2015, aunque este salió bien para el conjunto que se jugaba algo. Los rojillos, tras una temporada agónica, llegaban a la última jornada en la Nova Creu Alta dependiendo de ellos mismos para cerrar la salvación. Un empate les salvaba. El Sabadell, por su parte, ya era equipo de Segunda B. No se había llegado al minuto 20 y el conjunto catalán, con el ahora oviedista Carlos Hernández en el once inicial, ya ganaba 2-0. Osasuna tuvo que esperar a la recta final del encuentro para, en un último cuarto de hora frenético, marcar dos goles y sellar la salvación.
Ejemplos hay muchos. Jamás se puede fiar uno de un equipo que ya no se juega nada, pero hacerlo en la Segunda División española es pecado capital. Y el Real Oviedo lo sabe.