Del liderazgo de Arribas en el Real Oviedo a las desesperadas protestas de la Ponferradina. Así es el nuevo fútbol
13 jun 2020 . Actualizado a las 12:38 h.La estruendosa megafonía del Carlos Tartiere es el único vestigio de los tiempos pre-COVID-19 que uno se puede encontrar en el municipal ovetense. Todo lo demás es distinto. Suplentes ejerciendo de grupo de animación, fotógrafos en las gradas, distancias de seguridad en los palcos y periodistas tecleando las teclas de los ordenadores con guantes. Las voces de los futbolistas que están sobre el césped cobran más importancia que nunca y el ambiente, sin entrar en la calidad del juego desplegado por ambos equipos, es el de un partido de Segunda Regional. De vuelta al barrio.
Las pancartas colocadas por las Peñas Azules en el fondo norte del Tartiere, también la famosa «No es fútbol, es LaLiga», recordaban a uno que ahí, en esas gradas, antes había aficionados. El partido, más que con el pitido inicial de Muñiz Ruiz, arrancó con el «Vale vale, ya empezó esto» de Christian Fernández a sus compañeros. El sonido que genera el golpeo al balón se notó hasta en el saque de centro. Todo iba a ser diferente.
Fue en ese momento cuando comenzó un festival de voces y expresiones tan típicas de los entrenamientos en El Requexón pero hasta ahora escondidas por el griterío de las gradas en los partidos oficiales. «Espalda», «fuerte», «solo» o «arbi, las manos» pasaron a ser la banda sonora del encuentro. En el Oviedo, Alejandro Arribas era el que llevaba la voz cantante. El central lideraba el posicionamiento de la línea defensiva, corregía la posición del doble pivote y reclamaba ayudas a los extremos. En la Ponferradina, como también pasó en el juego, las voces eran más corales y, sobre todo, se unían para protestar las decisiones del colegiado.
En ese aspecto se notaron las diferentes formas de ser del 'Cuco' Ziganda y Jon Pérez Bolo. Mientras que el entrenador de la 'Ponfe' no paraba en la banda y se unía a sus futbolistas para cargar contra el árbitro, el técnico azul hablaba con su ayudante, Bingen Arostegi y su voz no sobresalía desde el banquillo. Nereo Champagne, sentado en la grada, sí lucía cuerdas vocales y sus gritos de ánimo resonaban en el estadio carbayón.
Ya en el segundo tiempo, Andriy Lunin elevó el volumen de su voz y las órdenes emitidas desde el área azul se escuchaban en la tribuna, algo que no pasaba en el primer tiempo. El partido seguía su curso y solo la Ponferradina arrancaba el 'uy' de los suplentes que esperaban en la grada. Se llegó a cantar un gol de Kaxe y, antes que el colegiado lo anulara por claro fuera de juego, los jugadores visitantes dejaban la única celebración de la noche en el municipal ovetense. Ziganda, que utilizaba los parones de hidritación para tratar de cambiar algo, se volvía loco, a su manera, cada vez que una ayuda defensiva llegaba tarde.
El encuentro se moría entre gritos de «Vamos que es la última, una jugada solo» y reproches cariñosos de Yuri a sus compañeros cada vez que no le daban el pase al lugar que el brasileño quería. En una de esas intentonas que lideró Borja Sánchez, el mejor de los atacantes azules, Lunin gritó «sin falta» cuando el canterano carbayón fue a presionar, pero la orden emitida a unos 55 metros de distancia no dio resultado. Final del partido, saludo de codos entre los cuerpos técnicos de ambos conjuntos y a vestuarios. Así será esta recta final de temporada.