Una final en septiembre

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

La afición oviedista durante el Oviedo-Zaragoza 19/20
La afición oviedista durante el Oviedo-Zaragoza 19/20 Real Oviedo

El Carlos Tartiere vivió ante el Zaragoza uno de los partidos más intensos de los últimos años

30 sep 2019 . Actualizado a las 11:04 h.

La situación es la que es. Y la afición del Real Oviedo es consciente. El conjunto carbayón llegará al mes de octubre sin saber lo que es ganar y, cada partido, esa losa psicológica se hace más grande. Por eso el encuentro de ayer ante el Real Zaragoza era tan importante. Igual no una final, pero parecido. Y eso estando en septiembre son palabras mayores.

Durante sus casi 20 años de vida, pocos partidos tan intensos habrá presenciado el Carlos Tartiere a estas alturas de temporada. Muy pocos. Cada acción del juego, por insignificante que fuese, se gritaba de manera visceral en la grada. El municipal ovetense ha visto celebraciones de muchísimos goles menos efusivas que la de ayer cuando Díaz de Mera, tras consultar el VAR, señaló penalti. Y eso que no se había ni lanzado. 

Después de los dos primeros encuentros con Javi Rozada al mando, muy apresurados ambos y sin casi tiempo para pensar en nada, los azules afrontaban este tercero a sabiendas que era el primer gran reto del curso. Antes del pitido inicial nadie firmaba el empate, pero sí es cierto que, una vez transcurrido el encuentro, ese punto mantiene vivo al Real Oviedo. Tocado, pero vivo. Las consecuencias de una nueva derrota habrían sido muy difíciles de digerir. 

Y ese empate que no parece tan catastrófico no se debe a que el Oviedo fuese inferior al Zaragoza. Ni mucho menos. Rozada tenía claro el guion del encuentro, diseñó su plan para afrontar el reto y todo se cumplió a rajatabla. Hasta se adelantó cuando no se había llegado ni a los cinco minutos de partido. Imposible pensar en un contexto mejor. Pero la dinámica es tan dañina que ni eso sirvió. 

Christian jugó un mal partido y su error en el 1-1 es inclasificable, pero da la sensación de que, actualmente, cualquier jugador del Real Oviedo puede cometerlo. Ante este panorama, la reacción del equipo sí permite ser optimista. Lo normal hubiese sido, visto lo visto en anteriores jornadas, que el Zaragoza, uno de los equipos mejor trabajados de la categoría, se comiese a los azules y sentenciara el partido tras los empates de Luis Suárez. Pero no fue así. El partido acabó más cerca del área de Cristian que de la de Champagne.

Del Carlos Tartiere poco que decir. «El Oviedo cuenta con una afición absolutamente entregada a ellos. Les ha perdonado los errores y ha estado constantemente animando. Contra eso también hemos tenido que luchar», explicó Víctor Fernández, técnico de los maños, en sala de prensa. Pues eso.