La Voz de Asturias entrevista al histórico entrenador de carbayones y herculinos a dos días del encuentro de Riazor
10 nov 2018 . Actualizado a las 17:44 h.Es imposible hablar de un Dépor-Real Oviedo y no pensar en Javier Irureta (Irún, 1948). El técnico vasco, ya retirado, protagonizó dos de las gestas más gloriosas de ambos conjuntos: la participación europea con el Oviedo y los títulos de Liga y Copa con el Deportivo. A dos días del encuentro de Riazor, atiende nuestra llamada desde su casa de Getxo (Vizcaya).
-¿Cómo era aquel Real Oviedo que se encontró en 1989?
-El Oviedo era uno de los diez clubes por entonces con más partidos en Primera, pero por circunstancias yo me encontré un equipo con pasado reciente en Segunda. Fueron cuatro temporadas en las que estuve muy a gusto, con una gente fenomenal, tanto en el club como en la ciudad.
-Tenía experiencia en Primera tras haber entrenado en Logroñés, pero en Oviedo se instaló en la élite del fútbol español. ¿Se puede decir que creció de la mano del club?
-Yo creo que sí, crecimos todos juntos. El club me impregnó mucho. Era una afición fenomenal, el Viejo Tartiere era un espectáculo con la gente muy encima de los jugadores... En Oviedo empecé a ser entrenador.
-¿Cómo vivió el equipo la histórica eliminatoria de la Copa de la UEFA de 1991 ante el Genoa?
-En casa fuimos mejores y tanto nosotros como el público vibramos con el ambiente. En la vuelta fue distinto. Entonces el fútbol italiano era muy poderoso. Por la UEFA había pasado Artemio Franchi y los arbitrajes allí eran caseros, en concreto el del partido en Genoa fue calamitoso. Creo que había muchas fuerzas opuestas o lo que fuese.
-Al descanso el Oviedo estaba clasificado.
-Teníamos el partido controlado y al final perdimos 3-1, con Lacatus expulsado. Después de aquel partido de vuelta, no me quedó el buen sabor de boca que me debería haber dejado esa eliminatoria, porque fue muy bonita. En el fútbol a veces hay circunstancias que condicionan todo.
-¿El público del Carlos Tartiere era muy exigente de aquella?
-Yo creo que no. Era un público muy apasionado y la rivalidad con el Sporting lo marcaba todo. Esa comparación era clave en los asturianos. Yo tengo muy buen concepto de los ovetenses y de los oviedistas, siempre estaré agradecido a directivos y jugadores. Fueron unos años muy agradables.
-La aventura se terminó en el cuarto año.
-Con el paso de las temporadas, el equipo se fue renovando pero seguramente no en la medida que requería el mundo del fútbol. Como dices no finalicé la cuarta temporada y más tarde llegaría Antic.
-Estando en Oviedo llegó a sonar para dirigir la Selección, cuando Clemente sustituyó a Vicente Miera.
-Es posible. Villar era el presidente de la Federación y me conocía bien, pero yo estaba muy a gusto en Oviedo y no me pareció una opción en ese momento.
-Tras unos años en los que pasó por Racing, Athletic, Real Sociedad y Celta, en el Dépor se volvió a asentar.
-Así es. Llegué a un Dépor que venía de quedar en mitad de tabla, no fue un gran año. Además, se habían ido Rivaldo y Bebeto. Fuimos poco a poco y al final estuvimos siete temporadas y en todas nos metimos en Europa, incluidas cinco participaciones consecutivas en la Champions.
-Para mi generación, el Dépor se convirtió en una potencia en Europa, pero la realidad es que siempre fue un club de clase media del fútbol español. ¿Eran conscientes de lo que estaban logrando?
-En la época de los 50 o por ahí habían quedado una vez segundos, pero el trabajo de Arsenio Iglesias fue lo que cambió todo. Ganó una Copa y estuvo a punto de ganar la Liga. Al no concretarse esas ilusiones es difícil lograr poco después lo que hicimos, porque en el fútbol español Real Madrid y Barcelona marcan mucho la diferencia y es muy difícil ganar. Yo estuve siete años en el Dépor y el Madrid nunca nos derrotó en Riazor.
-¿Qué fue más especial para usted, ganar la Liga del 2000 o la Copa del Rey del 2002?
-Pues al final la sensación que quedó es que la Copa tuvo una mayor repercusión por todo lo que rodeaba a aquella final: en el Bernabéu, siendo el centenario del Real Madrid y con un equipo con mucho potencial, que pocas semanas después ganó la Copa de Europa.
Pero claro, el trabajo de todo el año se refleja en La Liga, y ese titulo fue muy importante. Sobre todo por la frustración que había dejado en la ciudad el penalti de Djukic en el 94. Se hizo justicia.
-Al margen de las semifinales de Champions alcanzadas en 2004, ¿con qué partido del Euro Dépor se queda?
-Son muchos, la verdad. Ningún equipo español había vencido en el Olímpico de Múnich y nosotros lo hicimos en 2002. Todas aquellas victorias en campos importantes (Arsenal, United, Milán, Bayern, Juventus...) fueron muy significativas y me causaron mucha emoción.
-Hace 18 años que Dépor y Oviedo no se enfrentaban en Riazor. Usted estaba sentado en el banquillo local en aquel duelo de diciembre del 2000.
-Tengo el recuerdo de la lesión de Losada (se fracturó la tibia y el peroné en un choque con el portero Molina) en la ida y de visitar el Nuevo Carlos Tartiere en la vuelta. 18 años son muchos, ya tocaba que volviesen a enfrentarse.
-Tras más de 12 años de ausencia, ¿cómo está viendo esta vuelta del Real Oviedo al fútbol profesional?
-Ya ha pasado lo peor. Tras los graves problemas económicos ya está asentado en Segunda y el siguiente paso es llegar a lo más alto. Ahora mismo está bien y creo que el equipo seguirá tirando para arriba. Con el respaldo de la afición llegará a los puestos altos seguro y tendrá opciones de ascender. Tengo confianza.
-¿Al Deportivo cómo lo ve?
-Esta temporada los he visto varias veces, al igual que al Oviedo. Tras una trayectoria irregular en los últimos años creo que han empezado bien. En casa está siendo muy seguro y fuera el equipo ya ha mostrado cosas. Están consolidados en la parte alta y lucharán por todo.
-¿Tiene ganas del partido del sábado?
-Por supuesto. Seré todo ojos y oídos. Los dos equipos me tiran mucho y estaré pendiente. No me obligues a elegir ganador [risas]. Que sea un buen partido y que acaben ambos arriba.