Analizamos en cinco claves la derrota del Oviedo ante el Rayo Majadahonda
15 oct 2018 . Actualizado a las 13:05 h.En Segunda División, la intensidad es algo que viene de serie. No se negocia. Si quieres ganar, debes ir fuerte a los duelos, realizar ayudas constantes y no perder la concentración en casi ningún momento. Pero hace falta más.
El Oviedo, que ni mucho menos atraviesa una crisis preocupante de resultados, está amenazado por una quizá más peligrosa a largo plazo: la de las sensaciones. El gran objetivo de los de Anquela debe ser saber qué clase de equipo quiere ser.
El amago del Oviedo
Tras un tanteo inicial, el equipo de Anquela se asentó en el césped del Wanda Metropolitano. El Oviedo dominó a partir del minuto 15 comandado por un imponente Sergio Tejera y revolvía gracias al buen comienzo de Aarón, que por primera vez esta temporada era titular en Liga.
Los madrileños presionaban el saque de Alfonso, que no tenía ningún problema en buscar en largo y desde ahí asentar la posesión azul (ayer negra). La presión de Varela, Verza y Valentín se desactivaba y el ataque del Oviedo encaraba a los tres centrales locales, pero la falta de mordiente y una cuestionable toma de decisiones en tres cuartos impedía gozar de ocasiones claras.
Iriondo y una idea clara
«Sabíamos que el Oviedo nos iba a presionar la salida de balón sobre primera línea y decidimos jugar en largo buscando la segunda», dijo Antonio Iriondo, técnico del Rayo Majadahonda, tras la victoria de su equipo. Los azules comenzaron el encuentro decididos a evitar que el rival pusiese en práctica su aseada salida en corto, pero el plan no salió del todo bien.
Los madrileños, liderados por un Verza ya veterano pero todavía muy válido, leyeron el partido y, a base de barrer segundas jugadas en la medular, un casi siempre inteligente primer pase (mal presionado por el Oviedo) y un buen cambio de orientación después, se quitaban la presión azul de encima y trasladaban el juego a las bandas, lugar de sufrimiento habitual para el cuadro carbayón.
La sangría en los costados
Los cambios de orientación anteriormente mencionados pusieron en serios aprietos al Oviedo. Con Saúl y Aarón lejos de la jugada al ir a presionar arriba, los carrileros del Rayo siempre recibían en ventaja. Si bien Varela estuvo demasiado tímido, Iza no guardó tanto respeto y fue un puñal en la banda de Mossa. Con la ayuda de Jeisson, que caía a dicho costado, la superioridad era evidente, llegando a generar varias ocasiones de peligro.
Todo esto, unido a la falta de contundencia en los duelos de todos los activos azules implicados, generaba un sinfín de segundas jugadas que casi siempre se teñían de blanco. Si el Oviedo llegó a la última media hora de encuentro con oportunidades reales de ganarlo, fue en parte gracias a la poca eficacia de cara a puerta de Aitor García.
A vueltas con el balón parado
Córdoba, Zaragoza, Elche y ahora, Rayo Majadahonda. El Oviedo tiene un problema evidente con la defensa del balón parado y urge corregirlo, ya que en esta categoría de partidos cerrados y pocas ocasiones de gol, un buen juego aéreo te puede hacer ganar o perder muchos puntos. Y bien lo saben los azules.
Como luego dijo Anquela en sala de prensa, el gol de Luso no pilló a nadie por sorpresa. Ya en el primer tiempo, el exjugador del Huesca gozó de una clara ocasión a balón parado, pero dicho remate salió desviado. A la segunda no falló. Más que un problema de colocación, estas jugadas son un tema de concentración. De nada te vale entrenarlas por semana si el día del partido un jugador se despista en la marca.
Ibra y un rayo de esperanza
Con Saúl en 'modo off' y la ausencia evidente de una idea troncal, el Oviedo se quedaba con muy pocas armas para hacer daño al Rayo. Las arrancadas de Tejera y los balones sueltos que pudiera 'pescar' Joselu no bastaban para llegar a la portería de Basilio.
Tras la entrada de Boateng, tímido a la hora de ganar metros pero participativo en la circulación posicional, el equipo ganó presencia en la medular. Luego, Ibra consiguió que dicha presencia se trasladara a las proximidades del área local. El guineano jugó sus mejores minutos con la camiseta del Oviedo, ganando duelos, leyendo bien el juego y tomando buenas decisiones en tres cuartos, algo que le estaba costando en este inicio de temporada. Un rayo de luz en un día gris.