Una estadounidense, afincada en Colunga: «Cumplí el sueño americano en Asturias»

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

ASTURIAS

Keena Blume dejó atrás Estados Unidos para poder cumplir el sueño americano
Keena Blume dejó atrás Estados Unidos para poder cumplir el sueño americano

El camino que tuvo que andar hasta materializar este concepto cultural no ha estado exento de baches ni obstáculos

12 may 2025 . Actualizado a las 09:35 h.

Existe la creencia de que en Estados Unidos cualquier persona, sin importar su origen, puede alcanzar el éxito, siempre y cuando sea perseverante y trabaje con determinación. Pero, esta idea no tiene nada que ver con la realidad, porque esta tierra ya no está repleta de oportunidades al alcance de todo el mundo. Quienes viven en esta nación deben hacer frente a una serie de barreras como la desigualdad económica o la discriminación racial que hacen que no puedan mejorar sus vidas ni la de sus descendientes. Y sino que se lo pregunten a Keena Blume, quien tuvo que abandonar su país natal para cumplir el sueño americano. «Lo alcancé en Asturias», asegura.

Que haya hecho realidad este deseo no quiere decir que la vida le haya sonreído. Al contrario. El camino que tuvo que andar hasta materializar este concepto cultural no ha estado exento de baches ni obstáculos. Para empezar, esta estadounidense tuvo que hacer un importante sacrificio, porque el amor todo lo puede. Dejó atrás su casa, su familia y amigos para poder estar cerca del hombre que más tarde que pronto se convirtió en su compañero de vida. Y es que lo suyo fue flechazo a primera vista. Tras cruzar sus miradas en Canadá se quedaron locamente prendados el uno del otro.

Por aquel entonces, Keena trabajaba como auxiliar de vuelo en United Airlines. La mañana siguiente a una escala que hizo en Vancouver, estaba esperando a que alguien conectara la pasarela de embarque al avión. Ese alguien fue Roberto, el asturiano que se empleaba en su misma compañía como agente de atención al cliente. Mantuvieron una corta pero agradable conversación que hizo que quisieran seguir conociéndose. Al ver que lo de ellos era más que amistad, después de doce meses de relación, decidieron casarse.

Salta por primera vez el gran charco azul

Tras convertirse en marido y mujer, en el 2003, se trasladaron a Avilés para estar al lado de la familia de Roberto. «Queríamos que al menos uno estuviese cerca a los suyos», confiesa Keena. Hicieron las maletas y pusieron rumbo a Asturias. Una vez asentados en la región comenzaron a disfrutar de su vida como casados. Pero, esa felicidad poco les duró. Pronto empezaron a llegar los problemas. El hecho de trabajar como azafata y tener que recorrer cientos de kilómetros para llegar a su puesto afectó a la salud de la estadounidense.

«El tener que desplazarme me desgastaba físicamente. Llegué a perder pelo por el estrés de estar fuera de casa cada dos semanas», dice. Por eso, cuando se quedó embarazada quiso regresar a su país natal para así de paso estar cerca de su madre. Eso sí, esperó a que su hija viniese al mundo para volver a Estados Unidos. «Después de que naciese, solicitamos la tarjeta de residencia para Roberto y la aprobaron muy rápido», cuenta. Una vez completados los trámites burocráticos, compraron los billetes y volaron a Miami, donde se establecieron en 2006 como una familia de tres.

Al año siguiente de mudarse, Keena decidió dejar las aerolíneas. Pasó a emplearse en hoteles de lujo, al igual que su marido, hasta que el 2016 le ofrecieron trabajar en Tesla como especialista en entregas. Mientras avanzaba en su carrera profesional para asegurarle un buen futuro a su hija, aprovechaba cada oportunidad para viajar al Principado y reencontrarse con la familia y el entorno cercano de su marido. «Siempre que podíamos visitábamos Asturias», reconoce.

Invierten en el Principado

Con la llegada de la pandemia del coronavirus, al ver lo importante que es vivir en un entorno completamente natural, decidieron comprar una casa en Asturias. Tenían claro que querían estar cerca de la costa así que barajaron Cudillero como primera opción. Sin embargo, la vivienda que intentaron comprar no salió adelante. Pero, pronto encontraron una cerca de Colunga. «Era una casa que había estado en venta durante más de 10 años antes de que la viéramos. Con la ayuda de unos amigos, la compramos tras visitarla por primera vez y un día antes de la cita con el notario», detalla.

Su sueño americano se trunca

El poder presumir de tener una segunda residencia hizo que el matrimonio no cupiese de sí en su gozo. Pero, de nuevo, esa felicidad poco les duró. Al verano siguiente de comprar la casa, Keena fue despedida de Tesla. «Hubo una reestructuración de la empresa y mi puesto fue eliminado», dice la estadounidense, quien en ese momento ocupaba el cargo de Store Leader (gerente). Se vieron, por tanto, obligados a replantearse su futuro y decidir qué rumbo tomar.

Por su propia experiencia, la estadounidense quería desarrollarse profesionalmente en un entorno laboral «saludable». Sin embargo, en su país natal «había pocas opciones», por lo que vieron que lo mejor era volver a Asturias. En solo tres meses, empacaron todas sus pertenencias en cajas, colocaron lo más esencial en maletas y completaron la mudanza, cerrando finalmente las puertas de su casa en Orlando.

«Vivir vale más que ganar dinero»

«Si me paro a pensar creo que fue una decisión impulsiva», confiesa. Pero, de todas formas, fue una decisión correcta porque desde que se mudaron a Asturias, ella y su familia disfrutan de una calidad de vida mucho mejor. «En Estados Unidos estuve cerca de cumplir el sueño americano, pero no del todo. Trabajar en Tesla nos permitió comprar la casa que ahora tenemos aquí, pero trabajaba 60-70 horas semanales. Me despertaba a las cinco de la mañana y no terminaba hasta las once de la noche. Desayunaba y almorzaba en el escritorio de mi oficina en Tesla», cuenta.

Para aliviar el estrés, Keena solía ir a Disney dos veces por semana pero incluso allí atendía llamadas de trabajo. Su implicación laboral era tal que ni siquiera durante sus largos períodos de descanso lograba desconectar. «Cuando pedí vacaciones para comprar la casa, me asignaron un proyecto. Incluso después de que me hicieron la mastectomía, seguí tomando reuniones de trabajo», dice la estadounidense que nunca tenía tiempo para desahogarse.

Por eso, «donde realmente cumplí el sueño americano», confiesa. Y es que desde que se mudó a Asturias se dio cuenta de que «vivir vale más que ganar dinero». Nunca imaginó que disfrutaría tanto del contacto con la naturaleza. «Antes, cuando vivíamos en Avilés, lo teníamos todo cerca: la ópera estaba a la vuelta de la esquina, la plaza a cinco minutos y el parque a solo unos pasos. Pero desde que vivo en el campo, mi mente se ha calmado. Antes siempre estaba en movimiento», admite, antes de reconocer que «una finca requiere mucho trabajo, pero es un esfuerzo que trae paz».

Aunque ahora se siente plena, no quiere decir que eche un poco de menos su vida anterior. No su rutina, por supuesto, pero sí ciertos momentos, lugares y personas que formaron parte de aquella etapa. «Extraño los días de duración similar todo el año de Florida, aunque valoro más los interminables días de verano de aquí. Echo de menos también la lluvia intensa de las tormentas veraniegas, pero amo la tranquilidad de orbayu. Aunque me gustaba ir a Disney World cuando me estresaba, ahora me encanta explorar los rincones de Asturias», reconoce.

Preocupada por la situación política y económica de EE. UU.

Pero, sin duda alguna, lo que más echa de menos es reunirse con sus amigos de siempre. «Muchos planean visitarme pero la economía es inestable y todos deben protegerse», lamenta. Se ha planteado la idea de ir a visitarlos, pero ha desechado esa opción porque «retienen a los estadounidenses en la frontera». En este punto, señala que lo que ocurre en su país le rompe el corazón. En este punto señala que lo que ocurre en su país le rompe el corazón. «Temo por mis amigos y ex colegas, porque están demasiado ocupados para ver lo que pasa. Son como ranas en un agua que hierve. Muchos estadounidenses reciben correos electrónicos para "autodeportarse"».

Da por tanto gracias de estar en Asturias. «Mis amigos me preguntan cómo supimos cuándo irnos. No lo sabíamos, era una necesidad de mejor calidad de vida. Ahora sé que fue una bendición. Hasta imagino a ICE persiguiendo a mi marido por sus opiniones sobre Palestina. Venimos de Florida, donde se portan armas sin permiso, se prohíben libros y yo cuidaba dónde conducía por prejuicios ajenos», dice la estadounidense, que ha abierto un canal de YouTube para mostrarle al mundo que el sueño americano se puede cumplir en cualquier otro punto del planeta.

Bajo el nombre de Asturico, comparte contenido para destacar sus experiencias y mostrar la riqueza de Asturias más allá de los lugares turísticos tradicionales. «Quiero dar a conocer esos rincones menos conocidos, pero igualmente fascinantes. Con 10 años de experiencia como conserje en hoteles de lujo, mi objetivo es ofrecer a los visitantes de Asturias el mismo nivel de atención y recomendación personalizada que brindaba a los huéspedes», manifiesta

Ve además «crucial» apoyar a los pequeños negocios, especialmente en pueblos como Lastres, «que se llenan en verano pero quedan vacíos en invierno». «¿No sería fantástico que los asturianos visitaran estos lugares durante la temporada baja gracias a Asturico? Esa es mi meta», dice Keena, quien hasta ahora ha rechazado patrocinios, «pero los aceptaré si se alinean con mis valores».

Su reto ahora es integrarse «plenamente» en la sociedad asturiana, a la cual agradece haberle facilitado su adaptación. «Aunque no soy sociable, he conocido gente maravillosa», destaca la estadounidense que espera superar su timidez y hablar español con confianza. «Tengo el conocimiento, pero la inhibición me frena», dice antes de señalar que está preparándose el DELE (Diplomas de Español como Lengua Extranjera)

Su objetivo es establecerse definitivamente en Asturias con su familia. «Aquí nos rodea una comunidad de vecinos increíble, y jamás renunciaría a eso», dice con convicción. Aunque, como es lógico, hubo dificultades en el camino, siente que, al final, todo vale la pena. «Así se vive bien», asegura, destacando lo que realmente importa para ella: la tranquilidad y el poder pasar tiempo de calidad con sus seres queridos.