El patrimonio de la cultura sidrera de Asturias: símbolos y curiosidades que la hacen única

E. G. B. REDACCION

ASTURIAS

XXII Preba de la Sidra de Gascona, encuentro declarado Fiesta de Interés Turístico Regional.
XXII Preba de la Sidra de Gascona, encuentro declarado Fiesta de Interés Turístico Regional. Eloy Alonso | EFE

El reconocimiento de la Unesco pone en valor una tradición milenaria que se ha adaptado al paso del tiempo con un arraigo sin igual en otras regiones productoras

05 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La cultura sidrera asturiana ya forma parte de la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco.Todo lo que rodea a la bebida más emblemática de Asturias merece ser salvaguardado en el interés de la comunidad internacional y preservado para las futuras generaciones por sus numerosos rasgos de originalidad. Ninguna otra región productora ha mantenido a lo largo de los siglos el arraigo que la sidra tiene en Asturias. Las primeras pomaradas están acreditadas desde el siglo VIII y la presencia de sidra en las romerías se remonta al menos al siglo XVI.

Tampoco en ninguna otra región el consumo de la sidra es tan popular ni ha generado una cultura con tantas manifestaciones en el folklore, la literatura, las artes plásticas, la arquitectura o la gastronomía. O en la propia identidad asturiana. Adaptándose además al paso de los siglos sin perder sus señas de identidad esenciales. «Constituir una tradición milenaria, haber evolucionado y sabido adaptarse a las más diversas coyunturas y, esencialmente, haber conseguido un arraigo popular capaz de competir con productos de difusión y promoción mundial mantiene la cultura sidrera regional como una de las principales señas de identidad de Asturias», se explica en la descripción de la cultura sidrera asturiana elaborada por la Dirección General de Patrimonio Cultural. 

Ritual único

El ritual del escanciado es único y ha ido mejorando a lo largo de los siglos. Desde antiguo se sabe que la oxigenación de la sidra mejora su sabor y su aroma, aunque el escanciado cuajó de manera definitiva en el siglo XX. De hecho, en los años 50 ya se podía leer en la prensa la importancia de un culín bien echado.

Sidra
Sidra Eloy Alonso | EFE

Concursos de escanciadores

También se sitúan a principios de los años 50 del siglo pasado las competiciones de escanciadores, otro de los símbolos distintivos de la cultura sidrera. «Durante muchos años los concursos de escanciadores eran privativos del lugar. A quien ganaba en Oviedo se le consideraba campeón de Asturias y a quien hacía lo propio en Nava, campeón de España», dice el documento explicatico de Patrimonio Cultural. Hoy se celebran más de una veintena de concurso al año entre primavera y otoño, constituyendo uno de los «mejores escaparates de la cultura sidrera» dentro y fuera de Asturias.

La espicha

La espicha está vinculada íntimamente al consumo de sidra. Comenzó como una tradición rural en la que se abría un tonel de sidra para celebrar un evento comunitario y, con el tiempo, en el siglo XIX, pasó a ser un próspero negocio en las ciudades, adaptando sus rituales, comida y música. Desde mediados del siglo pasado se popularizó en todo tipo de eventos, sin perder en la actualidad ni un ápice de su esencia social y festiva para consolidarse como un símbolo de la cultura asturiana.

Industrias familiares

A mediados de los años 50 del siglo pasado las fábricas de sidra natual en Asturias eran 709. En los años 70 se calculaba que existían unos 400 lagares de tipo industrial y otros 1.500 de tipo familiar, además de 11 fábricas de sidra achampanada.

La manzana para la sidra, en Nava
La manzana para la sidra, en Nava Eloy Alonso | EFE

Ya en 2005, eran 96 los lagares censados en el Registro de Industrias Agroalimentarias de Asturias. En su mayor parte, industrias familiares en manos de la tercera generación, o incluso la quinta o sexta generación, reconvertidas en modernas empresas agroalimentarias. En la actualidad, los lagares siguen rozando el centenar y su producción oscila entre el medio millón y el millón de litros de sidra. Los propios lagares, algunos ubicados en edificios que se remontan al menos al siglo XVIII, conforman una arquitectura particular, muy visible y singularizada en las comarcas sidreras.

Pomaradas

Las pomaradas son otro símbolo de la cultura sidrera. En el mismo documento de Patrimonio Cultural se explica que suelen tener entre 100 y 150 árboles por hectárea y que los manzanos suelen alcanzar su plena producción entre los 12 y los 14 años. Su vida media productiva oscila entre los 25 y los 45 años. Por cada hectárea se calcula una prodcción media de unas veinte toneladas de manzana y en algunas plantaciones han incorporado avances técnicos como el patrón clonal que adelanta 8 años la producción o la recogida mecanizada.

Aspecto que presenta una Pomarada (finca plantada de manzanos) en Tiñana, en las proximidades de Oviedo, en plena floración del manzano
Aspecto que presenta una Pomarada (finca plantada de manzanos) en Tiñana, en las proximidades de Oviedo, en plena floración del manzano J.L.Cereijido

Mismas hectáreas de cultivo

Otro dato significativo es el número de hectáreas dedicadas al cultivo de manzana de sidra. Si en 2005 en toda España eran 7.780 hectáreas, 6.200 estaban en Asturias. Aproximadamente el 80%, constituyendo un paisaje cultural especialmente ligado a las comarcs más sidreras. En la actualidad son algo menos, unas 5.800 hectáreas.

Corcho personalizado

La ritualidad de la cultura sidrera también está presente en la personalización del corcho de las botellas de sidra. A principios del siglo XX aparecieron las primeras máquinas manuales para marcar los corchos a fuego. Cada lagarero estampaba su apellido, su nombre, el de su pueblo o su apodo. De ahí fueron haciéndose oficiales las diferentes marcas de sidra y en la actualidad, a pesar de que las botellas van etiquetadas, la personalización de corcho se mantiene.