«He tenido pacientes adolescentes que no dormían por las noches por estar conectados a Internet y a juegos en línea»
ASTURIAS
Azahara Alonso, psicóloga con consulta en Tapia y en breve en Ribadeo: «La buena salud mental no debe ser un lujo, sino asequible para todos»
16 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Azahara Alonso Bas, desde su óptica como psicóloga y experta en desarrollo transpersonal y mindfulness (tiene consulta en Tapia y en breve va a atender también en Sanadapom, en Ribadeo), hace gala de una sensibilidad especial para interpretar una realidad tan cambiante y convulsa como la que nos está tocando vivir, con las nuevas fórmulas de relación y su envés, el aislamiento (a menudo inconsciente) de un cada día más amplio espectro de la sociedad como consecuencia de la irrupción de las nuevas tecnologías. Licenciada en Psicología por la Complutense de Madrid; máster en terapia cognitivo-conductal y en orientación educativa, resume su filosofía de trabajo en que su pasión es «ayudar a la gente a sacar su máximo potencial y a desarrollar herramientas personales para vivir una vida más plena y feliz».
Y esa es una de las claves: ¿somos menos felices que antes o es un espejismo de la nostalgia?: «La gente joven está perdiendo contacto con la naturaleza y la creatividad. Tiene miedo al aburrimiento. Con las nuevas tecnologías reciben estímulos continuos en el celebro y su mente, aunque está activa, no es porque esté creando algo. La consecuencia es que cuando les falta algo que les estimule, se aburren. Se pierde capacidad para generar estímulos propios. Antes los niños pasaban el día en la calle inventando juegos y ahora no es así. Sin embargo cuando ese niño deja el móvil y se adentra en un mundo más natural pierde la ansiedad, no se muestra tan estresado e irascible».
«La gente joven ahora tiene muchas relaciones sociales online o indirectas. Se comunica por el móvil, pero no habla, con lo que pierde el tono de voz que da mucha información. Ahora la comunicación va por chat, buscando la inmediatez, el mensaje que no informa del contexto en el que la otra persona está escribiendo. Se pierde mucho. Y con esta forma de comunicarse los niños lo pasan muy mal, con Instagram, likes, la exposición, el día a día, el tener y mantener una imagen, el compararse...», añade Azahara Alonso.
Todas estas situaciones las afronta en su consulta: «Está habiendo muchos problemas de control de la ansiedad y emocional, y van a ir a más. No solo de los niños, también de los padres, porque al final todos usamos el móvil continuamente y ellos nos ven. Por otro lado, la carga de trabajo que tienen los padres en la sociedad actual a menudo es tal que lleva a descuidar la atención de los hijos. Espero que las administraciones regulen un poco las nuevas tecnologías, porque a los adultos nos están haciendo dependientes de ellas, y a los niños más. Ya están surgiendo adicciones en niños, que tienen problemas muy serios. He tenido pacientes adolescentes que no dormían por las noches. ¿Cómo? Pues, por ejemplo, jugando por Internet con gente de otros países. Se van a la cama a las siete de la mañana y duermen durante el día. Los que están enganchados socializan a través de los videojuegos, relacionándose con personas físicas a las que no han visto ni probablemente verán nunca. Son amigos de chat».
Y concluye: «El problema de esta adicción es la consecuencia social que tiene. Un chico o una chica está tan aislados del mundo exterior que solo establecen y mantienen relaciones sociales a través del móvil y videojuegos. Nuestra misión es sustituir eso por algo. No puedes quitar el móvil sin más, hay que buscar y ofrecer alternativas satisfactorias. Lo que ocurre es que los padres a veces están tan cansados de intentarlo todo, que se acaba en situaciones de conflicto y agresividad. El ejercicio físico es una muy buena alternativa. Y pasar tiempo fuera, salir de casa, también. Lo ideal sería que todos, niños, adolescentes y adultos, tuviéramos horas de desconexión de los móviles y las nuevas tecnologías».
Para afrontar estas situaciones y adicciones, el papel de los psicólogos es fundamental: «Ahora mismo hay carencias en el sistema de la Seguridad Social en las áreas de psicología y psiquiatría. Por falta de terapeutas, al paciente le dan frecuencias de consultas, una vez al mes, que son insuficientes. La salud mental no debe ser un artículo de lujo, sino asequible para todos».
«Vivía en Australia, pero me tuve que venir porque me tiraba mucho esta tierra»
Los hermanos Gulley son un referente del surf en Asturias, los que introdujeron la práctica en Tapia hace más de 50 años. Los padres de Azahara entablaron amistad con ellos y siendo jóvenes fueron a trabajar a Australia. Cuando regresaron a Tapia, su madre venía embarazada de ella. «Crecí aquí, en Tapia. Estudié Psicología en la Complutense, después trabajé en Oviedo y cuando la crisis del 2007/2008 decidí dar un giro y preparar oposiciones. Lo que ocurrió fue que, debido a la crisis, no convocaron plazas. Entonces un hijo de Peter Gulley, estando en Tapia, me comentó que estaba buscando una au pair (cuidadora de niños) en Australia. Le dije que me animaba a ir yo y me fui, empezando también a trabajar de educadora social. Cuando llevaba dos años allí conocí al que ahora es mi mi marido. Estuve cinco años en Australia, pero quería regresar porque me tiraba mucho esta tierra. Cuando se lo planteé a mi marido no lo pensó dos veces, vendió su empresa y venimos a Tapia, que por el surf y el paisaje se parece mucho a lo que teníamos allá, en Sidney», explica.
Tras su regreso hace ya un lustro, Azahara Alonso abrió una consulta de Psicología en Tapia y hace colaboraciones y trabaja puntualmente para el Ayuntamiento y asociaciones como Cogami. Pero cuando regresaron también tenían idea de hacer algo relacionado con el turismo activo vinculado con el surf: «Mi abuelo tenía un terreno con una vieja casa y con ayuda de una subvención la renovamos y abrimos como casa de aldea. Más tarde hicimos un albergue turístico, para campamentos de surf, retiros de bienestar y actividades diferentes». Son Casa Bágaro y el Albergue Anam Cara House.