Una investigación realizada en la Sierra del Sueve determina los factores ambientales que influyen en su abundancia para predecir cuándo hay riesgo alto de transmisión de patógenos
13 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.La incidencia de la enfermedad de Lyme, una zoonosis que se transmite por la picadura de una garrapata infectada con la bacteria Borrelia burdorferi, se triplicó en Asturias en los últimos 15 años. Asturias es, junto a Galicia, la comunidad Los expertos vienen advirtiendo de que el calentamiento global provoca que los vectores portadores de enfermedades —como las garrapatas— estén presentes durante más tiempo en donde ya eran habituales, y que además lleguen a más sitios. En España, el principal vector de la enfermedad de Lyme es la garrapata Ixodes ricinus, extendida en la mayor parte de Europa y que en principio tiene su límite meridional en el norte de España.
Esta garrapata es objeto de un estudio desarrollado en parte en la sierra del Sueve, así como en la alavesa de Entzia, para determinar los factores ambientales que influyen en su abundancia en las tres etapas de su desarrollo (larva, ninfa y adulto) a través de modelos estadísticos. En todas las fases de su desarrollo se alimentan de la sangre de animales vertebrados, incluido el hombre.
Los autores del estudio, publicado en la revista Sciencie Direct, pertenecen al Grupo de Investigación en Sanidad y Biotecnología (SaBio) del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos de la Universidad de Castilla-La Mancha, al Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario de Asturias (Serida) y al Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario y analizaron la presencia de la garrapata Ixodes ricinus en 13 zonas repartidas entre Asturias y el País Vasco entre 2012 y 2104.
Condiciones adecuadas en el norte
Nueve de esas zonas se localizaban en la sierra del Sueve. Tras recogerse más de 70.000 muestras de garrapata en sus tres estadios, las muestras revelaron que la especie más abundante era la Ixodes ricinus, que está claro que encuentra las condiciones adecuadas de humedad y temperatura en la zona para tener grandes poblaciones.
«Mientras que los adultos son más tolerantes a los cambios en las condiciones ambientales, lo que les permite permanecer activos durante períodos de tiempo más largos, incluso en condiciones menos favorables, los inmaduros solo son activos dentro de los períodos más favorables y, por lo tanto, más cortos», señalan los autores del estudio, que señalan que la investigación es el punto de partida para construir modelos predictivos más precisos que permitan emitir alertas tempranas para reducir la tasa de picadudas de garrapatas entre poblaciones con más riesgo de exposición como cazadores, senderistas o ciclistas.
«Nuestros hallazgos sugieren que las condiciones estivales desempeñan un papel importante en la modulación de la densidad de adultos en contraste con las condiciones invernales que no resultaron influyentes, lo que indica que la temporada de verano es el período limitante para la actividad de los adultos y que los riesgos de transmisión de patógenos por picaduras de adultos son más bajos en verano en el norte de España», explican en el informe, en el que también se indica que las condiciones invernales menos extremas de la sierra del Sueve se reflejaron en mayor abundancia de ninfas en invierno.
Larvas, ninfas y adultas fueron más activas en diferentes épocas del año: los adultos y las ninfas mostraron un pico de abundancia en primavera, mientras que las larvas fueron más frecuentes en verano. «Para los adultos y las larvas, el verano pareció ser el período más influyente para su abundancia, mientras que para las ninfas, las condiciones invernales y las de los meses anteriores parecieron ser factores determinantes», explica la investigación, que también llega a la conclusión que la densidad de ninfas fue mayor en las áresa más afectadas por la enfermedad de Lyme, cuyas hospitalizaciones subieron un 191% entre 2005 y 2019.
Otros parámetros importantes para que la garrapata abunde en ciertas zonas son la disponibilidad de animales grandes para hospedarse y la influencia positiva de la temperatura del suelo en verano sobre las larvas, en las que se apreció una alta actividad pese a la falta de lluvias, con lo que «su abundancia depende en gran medida de la temperatura porque las condiciones de temperatura necesarias para su desarrollo dentro de los huevos solo se dan en verano en el norte de España».