Los restaurantes de Asturias, indignados por las reservas fantasma: «No nos va a quedar más remedio que pedir dinero por adelantado»
ASTURIAS
Cada vez es «más habitual» que un cliente reserve una mesa y cancele a última hora o no avise de que no va a acudir. Para evitar esta práctica que supone una pérdida para los negocios, los hosteleros se plantean cobrar una fianza para poder curarse en salud
04 abr 2024 . Actualizado a las 11:23 h.Conseguir una mesa para poder comer en un restaurante, dependiendo de la época del año, puede ser un auténtico reto. Los fines de semana o en periodos festivos las agendas de los establecimientos suelen estar llenas. Para evitar quedarse sin mesa, aquellas personas previsoras prefieren llamar antes para que les guarden un sitio el día y la hora que quieren. Reservan con semanas de antelación pero luego, a la hora de la verdad, por el motivo que sea, no se presentan. El problema está en que ni siquiera avisan o lo hacen a última hora, cuando ya no hay tiempo de maniobra. Y para más inri, no se trata de hechos puntuales sino que estas acciones, por desgracia, son «muy habituales» en el sector. Este fenómeno que popularmente se conoce como «no show» enfurece a la gran mayoría de los hosteleros asturianos, quienes se plantean ya cobrar una fianza para poder curarse en salud. Algunos de hecho ya lo hacen.
Para prevenir y no tener que lamentar, en el restaurante Sushi Salvaje, en el polígono Espiritu Santo de Oviedo, cobran por adelantado 30 euros si se trata de una reserva de más de cuatro personas. En el caso de que sean ocho o más comensales, la fianza aumenta hasta los 50 euros, tal y como detallan desde el propio local. «Hemos tenido muchos clientes de este tipo y esto no puede ser», asegura Desiré Fernández, responsable de comunicación del buffet libre de sushi de la capital asturiana del que todo el mundo habla, evidentemente, para bien.
La hostelera gijonesa Verónica Campos no descarta hacerlo. «No nos va a quedar más remedio que pedir dinero por adelantado porque sí, reservan y te facilitan un número de teléfono pero luego si llamas ya ni te lo cogen», asegura. La propietaria de la Sidrería El Bruxu de Gijón ya está cansada de las reservas fantasma. Y no es de extrañar porque siempre que hay «vacaciones o periodos festivos» es víctima de este tipo de comportamientos. Sin ir más lejos, esta Semana Santa, al igual que la mitad de los restaurantes de la región, tuvo clientes que no se presentaron. «Me dejaron tirada mesas de cuatro y de seis comensales», denuncia la hostelera.
En alguna ocasión, de hecho, le ha pasado de recibir una llamada de un grupo de personas que quiere ir a comer y «en menos de diez minutos» dicen que van a estar en el local, pero luego «no aparecen». «Sí que muchas veces la gente te llama para cancelar pero otras no y claro, pierdes de atender a otros clientes», manifiesta la dueña de este restaurante situado en el bajo número 6 de la calle Padre Montero. Por el momento no lleva a cabo ninguna medida para evitar los «no show» pero no descarta hacer «lo que hacen en otros restaurantes de fuera».
También el restaurante V. Crespo, en Gijón, es víctima de las reservas fantasmas. «Da igual la época del año, si se trata de una mesa pequeña, es decir, de una pareja, es muy habitual que esto ocurra. A partir de dos comensales es muy raro que no se presenten y no avisen», asegura el propietario de este negocio familiar, Marcos Crespo. La única medida que lleva a cabo para que esto no ocurra es reconfirmar la agenda, sobre todo si se trata de grandes grupos de clientes.
«Como trabajamos con la aplicación del Tenedor —actualmente The Fork— ahí queda registrado el número de teléfono de la persona que hizo la reserva, entonces le llamamos siempre para asegurarnos de que va a venir. Como además debe dejar su tarjeta de crédito, en el caso de que no se presente se le cobraría diez euros por cada comensal», asegura el hostelero. A través de esta app también se puede indicar que el cliente hizo una reserva pero no se presentó ni lo notificó. De esta manera se pone en sobre aviso al resto de establecimientos. «Esa persona cada vez que quiera reservar a través de la aplicación, en su perfil va a aparecer que no se ha presentado al menos una vez en un restaurante», precisa Marcos.
El problema de este restaurante situado en la calle Periodista Adeflor está cuando recibe las reservas por vía telefónica. «Como la gente que suele llamar son personas mayores pues solo les pido que me den su nombre, apellidos y número de teléfono, no les digo que me den su tarjeta de crédito porque creo que no me compensa ahora mismo hacerlo», señala el hostelero, quien no descarta hacerlo en un futuro si este tipo de actos se vuelven cada vez más recurrentes.
En La Corte de Pelayo, en Oviedo, es también «muy habitual» que les quede alguna que otra mesa vacía después de guardar durante horas la misma para aquellos clientes que han reservado con antelación. Y sobre todo si se trata de periodos festivos. «Siempre que hay turismo nos pasa, es un denominador común», lamenta Lorena Martínez, al frente de este negocio situado en la popular calle de San Francisco.
Por suerte, «como estamos en el centro prácticamente al momento suele llegar alguien que quiere comer, pero cuando se trata de mesas grandes es muy difícil llenarlas al instante», asegura la hostelera, quien para evitar en la medida de lo posible que esto ocurra realiza un seguimiento «muy minucioso» de las reservas a partir de seis comensales. «Les llamamos o mandamos un mensaje para que confirmen la reserva», manifiesta. Y aún así, «hay veces que ni se presentan».
En cambio, a diferencia de Sushi Salvaje, en este restaurante del centro de Oviedo no cobran ningún tipo de fianza. «No queremos tomar ningún tipo de medida porque luego somos nosotros los criticados y perjudicados. Además aquí en Asturias es algo complicado pero seguro que en dos o tres años tendremos que cobrar por adelantado como lo hacen ya en restaurantes de Madrid», confiesa Martínez.
En La Vieja Rural de Avilés tampoco cobran por adelantado. La única medida que toman en este restaurante de la Avenida de Guadalhorce de la villa marinera es que si se trata de grupos grandes les exigen que se personen en el establecimiento para poder formalizar la reserva. Al resto de clientes, tan solo les piden un número de teléfono para poder ponerse en contacto en caso de que haya ocurrido cualquier contratiempo.
Dan incluso 15 minutos de cortesía pero si ven que el cliente no llega en el tiempo establecido, como tienen ya la mosca detrás de la oreja porque no es la primera vez que les quedan libres mesas de cuatro, cinco o seis comensales después de semanas reservándolas, tratan de ponerse en contacto con él. «El problema está cuando no lo cogen o dice que el teléfono no existe», asegura su propietario, Alberto Canal, quien no descarta en un futuro exigir una fianza. «Cuando venga el comensal lo descontaremos de la cuenta final porque en verdad esto para nosotros es una faena», resalta.
Clientes que sí cumplen
No obstante, no todos los clientes se comportan de esta manera. En el restaurante El Tizón de Oviedo, por ejemplo, durante toda la Semana Santa estuvieron llenos y no les falló ninguna reserva. «Siempre llamamos para confirmar, tanto la hora como el número de comensales. Lo hacemos sobre todo cuando vemos que tenemos mucho volumen, entonces gracias a esta labor diaria no tenemos ningún tipo de problema. Si que puede darse el caso de que lleguen algo tarde, pero nada más», confiesa Arturo Seijo, gerente de este establecimiento de la calle Caveda que elabora una de las mejores tortillas de la ciudad.
También es «muy raro» que las personas no avisen previamente si no van a poder ir a comer o a cenar al restaurante El Nogal, en la calle San Francisco de Avilés. Son «muy pocas» los reservas fantasmas y eso que solo recogen el nombre, los apellidos y el número de teléfono de quien quiere que le guarden una mesa para poder disfrutar de una auténtica experiencia gastronómica un día en concreto. «Nos fiamos y la verdad que solo tenemos casos puntuales de gente que al final no viene», asegura uno de los camareros.
Avisar con antelación
En todo caso, los hosteleros consultados rechazan este tipo de prácticas, ya que suponen una merma para el negocio, y piden encarecidamente a los clientes que avisen a poder ser «con la máxima antelación» posible si no van a poder acudir a la cita. Incluso si el número de comensales va a ser distinto al inicial también piden que se notifique. No es lo mismo guardar una mesa para 15 que una para 10 porque ya quitas de atender a otras personas, tal y como asegura la propietaria de La Corte de Pelayo, en Oviedo.