Carmela Fernández, campeona de España de fisioculturismo: «Por mucho que lo expliques, nadie sabe lo que es entrenarse para competir»
ASTURIAS
La deportista ovetense competirá en Málaga por el título mundial
11 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.La ovetense Carmela Fernández García se acaba de proclamar campeona de España de fisioculturismo en la competición de la Physical Culture Association (PCA), en la categoría de Figure Trained, que implica gran musculación, y también en la absoluta, en la que compiten las primeras clasificadas de todas las categorías. A sus 47 años, alcanza un éxito mayúsculo que no es fruto de la casualidad sino de un empeño sin límites y una capacidad de sacrificio a prueba de toda duda.
Llegó al fisioculturismo casi por necesidad. Lleva haciendo pesas desde hace 14 años, y el paso a la competición se convirtió en un salvavidas para ella. «He tenido una época de mi vida donde estaba un poco perdida; tenía un problema serio y necesité una razón poderosa que me encaminara. Me dije qué podría hacer y me decidí a competir», relata. La competición le dio una disciplina, un camino del que no se podía salir que la ayudó a encarrilar su vida. Empezó a competir a los cuarenta años, y desde entonces ha dado siempre el cien por cien.
A medida que se iba entrenando, veía cómo cambiaba su cuerpo y eso la hacía dar otro paso más en su desarrollo. Llegó un momento en que se enganchó a la fortaleza tanto física como mental que le daba. «Yo ya no quería ponerle freno; la fuerza mental que me ha dado este deporte es increíble. O eres muy fuerte de cabeza o no puedes competir». Porque esculpir el cuerpo de esa forma implica muchas cosas. Está el sacrificio físico y mental del entrenamiento, el hambre que implican las dietas previas a la competición, la ansiedad de competir. «Aparte de que tienes una vida. Me levanto a las cinco de la mañana para hacer cardio en ayunas, entreno, voy a la tienda mañana y tarde —tiene un establecimiento de venta de suplementos en la calle Fernando Vela— tengo dos hijos a los que atiendo, hago las cosas de casa y me acuesto a las 12 de la noche».
Aparte de la del ejercicio físico, una de las batallas duras es la de la comida y el agua, que le puede generar mucha ansiedad. «Pasas necesidad de muchas cosas, a veces tienes tanta hambre que no puedes dormir», asegura.
La comida va por ciclos. Cuando la competición está todavía lejos en el tiempo, come y entrena para genera masa muscular. En esta época puede y debe comer muchos hidratos de carbono, que son los que dan energía. Las proteínas, que son las que generan masa muscular, las come todo el año. En esta época come casi de todo.
Cuando empieza a acercarse la competición, la dieta se reduce extraordinariamente. La proteína no puede faltar, pero los carbohidratos y las grasas desaparecen. Durante una larga temporada, come verdura, pescado blanco, pollo y claras de huevo. Al final, también restringe muchísimo el agua, que toma en cantidades ínfimas. Todo el agua que le llega al cuerpo es la que contienen las verduras. «Lo del agua es lo que peor llevo», confiesa.
Compite dos veces al año, una en primavera y otra después del verano. Eso significa que pasa todo el año cuidándose y entrenando. Es una preparación muy dura. Reconoce que, en ocasiones, su actividad está en los límites de lo saludable. Este año, sin ir más lejos, le fue mal antes de la competición de primavera. «Tuve problemas personales y estuve mal psicológicamente; soy muy disciplinada y me meto mucha presión, quiero conseguir el objetivo y esta vez me pasé; y físicamente estuve muy mal: hasta el roce de las sábanas me hacía daño en la piel; y solamente paré la competición porque me lo pidieron mis hijos; yo por mí misma era incapaz de parar». Se considera afortunada de tener su apoyo. «Ahora son mis fans numero uno, y están encantados, súper felices».
Aquel parón de primavera, como demostraron los resultados posteriores, acabó por sentarle bien. «Descansé un poco, cogí fuerzas otra vez y me dije: que sea lo que Dios quiera; al final, me ha apetecido disfrutar, pasarlo bien». La competición de la PCA le ha propiciado ese disfrute, porque es una federación que «trata muy bien a los competidores».
En otras federaciones había alcanzado ya logros considerables. Su mayor hito ocurrió en 2021, cuando consiguió acceder a la tarjeta profesional de la IFBB Pro. Eso significa que ha dejado de ser amateur y que compite con las profesionales a nivel mundial.
Ella es consciente de que para el fisioculturismo hay que tener las cosas muy claras. «O te pica el gusanillo o no te pica». Los gimnasios están llenos de gente, pero hay quien va a socializar y quien va a entrenar. «Es como si fuera un bar». Lo suyo es, por supuesto, el entrenamiento, y una actitud vital que, si no estás en ello, no puedes darte cuenta de hasta dónde llega. «No sabe nadie lo que es entrenarse para competir, por mucho que lo expliques y lo cuentes. Por eso no vale todo el mundo para ello. Al final, son 365 días al año entrenando, comiendo poco y durmiendo poco, yo duermo entre cuatro y cinco horas al día», y a todo eso hay que sumar las obligaciones del día a día, que no son pocas.
Un sacrificio que, en su caso, ha merecido la pena, porque ya tiene en su haber unos cuantos títulos y todavía muchas expectativas. Su intención es seguir adelante e ir a por todas. En ello está. El domingo 19, en el palacio de congresos de Málaga, tiene una buena oportunidad, y espera que la suerte esté de su lado. Pero la suerte es una parte muy pequeña, y ella lo sabe. Su empeño sin límites lo es todo. Queda por ver hasta dónde la llevará.