En marcha de nuevo tras cerrar su granja ecológica y verse obligada a sacrificar 600 gallinas: «Vuelvo a ver la luz»

José Francisco Alonso Quelle
josé alonso BOAL / LA VOZ

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La propuesta de Noelia García de ecoturismo y «coliving», Acougo Pita Sana, convence a nómadas digitales, con lleno en verano

24 oct 2023 . Actualizado a las 22:02 h.

Hace un año, Noelia García comentaba en estas páginas de La Voz de Galicia su sueño roto, su granja ecológica de gallinas, el proyecto vital que compartía con su pareja, Pablo, y su pequeño Xurde, en Boal, municipio del occidente asturiano. Contaba las enormes dificultades que habían tenido para salir adelante, con una normativa de compleja aplicación en zonas rurales, que condicionó su actividad. Al final vendían la docena de huevos a 3,60 euros y solo cubrían gastos. Durante diez años operaron como una oenegé: lo que ganaban lo reinvertían para ofrecer productos de la máxima calidad. Finalmente, Noelia se veía abocada a cerrar Pita Sana y a gasear, por imperativo legal, las 600 aves que tenía en la explotación. Lo hizo el 20 de diciembre. Para ella llegó el tiempo de parar. Pero no fue un tirar la toalla, sino una pausa para tomar fuerzas y seguir adelante, emprendiendo su nuevo proyecto, otro sueño impregnado de su filosofía vital, enfocando la antigua explotación al ecoturismo. «Cerrar fue durísimo, pero no me arrepiento», comentaba unos meses después.

Noelia y Pablo fundaron El Gallinero Culturero, un asociación sin ánimo de lucro para dinamizar la zona rural a través de la cultura y el arte y crear espacios de convivencia para traer gente al pueblo. Y en este punto surgió Acougo-Pita Sana, un puente para que la gente de un ámbito urbano pruebe la experiencia rural, con espacios de coliving y coworking, es decir, zonas comunes y donde teletrabajar, acondicionando un inmueble en el casco urbano de Boal que fue bar y pensión. Como complemento, los huéspedes disponen de una granja de tres hectáreas de terreno, para cultivar la tierra individualmente o en colaboración con otras personas.

Abrieron en verano, los alojamientos con espacios comunes (cocina, almacén, salón, terraza, centro social, la zona de teletrabajo...) y las habitaciones individuales con baño, con capacidad en total para 12 personas.

«Sin haberlo casi anunciado, se llenó, estuvimos a tope, en septiembre también. Ahora, en octubre, se nota que la gente está un poco más parada, aunque hicimos actividades de convivencia, con lo que la ocupación también fue muy buena. En noviembre vamos a seguir con más actividades, para que la gente que pueda se anime a venir», explicó Noelia García.

El perfil de su huésped no es el del turista típico, sino del nómada digital. «Vino una familia que estuvo de vacaciones y otras dos personas de Madrid, por separado, a pasar unos días, pero el resto son gente que está teletrabajando o buscando casa por aquí. Tuvimos un fotógrafo, un diseñador gráfico, una abogada, otro que trabajaba para Swarovski...», relata. En la actualidad están residiendo en Acougo-Pita Sana dos personas, un joven argentino y otro procedente de Valencia.

«La idea es que nos dé para vivir. Si conseguimos en temporada baja hacer algunas actividades que nos llenen unos días y tener algunas personas alojadas de forma continua, esperamos lograrlo. Nos estamos dando a conocer, por Instagram y en algunas plataformas, concluyendo la página web... Vamos poco a poco. Estoy muy contenta. El ambiente que se crea es buenísimo».

Y añadió: «Me sorprendió lo bien que funcionó en verano, dado que apenas lo habíamos anunciado. Creo que tenemos margen para asentarnos entre la gente que viaja y apuesta por proyectos locales, que busca lo más auténtico». Este es su nuevo sueño, ya en marcha: «Mantenemos la filosofía, con una granja que busca la autosuficiencia, a disposición de los huéspedes. Hemos transformado el gallinero en un teatro y centro cultural y ampliamos la zona donde la gente se puede alojar, para que los residentes en la ciudad tengan un contacto estrecho con la naturaleza. Hasta ahora el perfil mayoritario del huésped es el del nómada digital, pero estamos abiertos también a actividades en familia. La ilusión está ahí otra vez y veo un poco la luz. Hubo momentos en que pensé que quizás me tendría que ir de aquí, a buscar trabajo fuera para pagar las deudas, pero ahora veo la luz. El invierno es duro, lo sé, en todos lados, pero toca aguantar y en primavera, a ver si llega el subidón».