David de la Riva, carnicero: «Alguien me hace tres pedidos por la red y es como si fuera un cliente de toda la vida»

ASTURIAS

David de la Riva, carnicero de Campomanes
David de la Riva, carnicero de Campomanes

El carnicero de Campomanes ha convertido internet en un escaparate para asentar su trabajo pegado a la tradición, que compagina con la innovación para el restaurante Monte de Xune Andrade

23 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

David de la Riva Rodríguez empezó a trabajar a los 17 años en Cárnicas Campomanes, la carnicería que puso en marcha su abuelo hace unos sesenta años. Hoy, con 43 años y una dilatada experiencia a sus espaldas, es el responsable de la empresa, que incluye una fábrica y una tienda en las que trabajan 7 personas, y que ha saltado a internet para seguir haciendo, con un nuevo enfoque, exactamente lo mismo que venía haciendo su familia desde hace décadas.

Hace aproximadamente cinco años, haciendo de la necesidad virtud, la tienda empezó a promocionarse a través de las redes sociales para salvar las distancias con sus clientes, y esta práctica ha contribuido a consolidar la clientela que ya tenía y a ganarse, gracias al boca a oreja, a nuevos clientes no solo en Asturias sino también en otras comunidades como Madrid, Cataluña, Andalucía o Murcia. A estas regiones viajan sus embutidos, que en 48 horas llegan envasados al vacío a cualquier rincón de España. Este producto siempre ha tenido muy buena fama y lleva impreso su carácter. «Puede gustarte o no, pero no lo puedes encontrar en otro sitio, para bien y para mal; yo hago las cosas como si fueran para mí», asegura.

El salto a la red, para una empresa pequeña y situada en un lugar como Campomanes, no significa un cambio ni una expansión como les correspondería a firmas con mucho mayor volumen. «En mi caso no hablas de una empresa global ni potente; simplemente, lo que das es un servicio a mayores. Lo importante es que la gente lo vea y lo conozca». Y contra lo que podría parecer, internet sirve para ganarse clientes que se podrían considerar cercanos, a pesar de la distancia. Esta forma de actuar parece seguir en cierto modo el lema de El Gatopardo, según el cual «si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie».

Porque, efectivamente, las redes no son tanto un instrumento de venta como de visibilidad, y David de la Riva tiene claro que le facilita mucho las cosas, pero, una vez establecido el contacto, en muchos casos la relación con el cliente vuelve a ser como las de siempre. «Cuando una persona me hace tres pedidos por la web es como si fuera un cliente de toda la vida; a la cuarta pasan de la web, te llaman por teléfono y te dicen cómo quieren que se lo prepares; yo lo personalizo un poco, porque es a lo que nos dedicamos».

David de la Riva, carnicero de Campomanes
David de la Riva, carnicero de Campomanes

La pandemia del Covid-19 supuso un cambio para mucha gente. «La gente no tenía posibilidad de desplazarse, y algo de incremento sí se notó», explica. El caso es que, después, una vez terminado el aislamiento, algunos clientes se habían acostumbrado y vieron que era más cómodo que se lo mandaran a casa que desplazarse hasta allí. Entonces, ven los productos en internet y llaman para que se lo mande. «La pandemia sirvió para convencer a mucha gente de que puedes tenerlo todo a la puerta de casa».

Otro de los incentivos de su trabajo es la proximidad al restaurante Monte, de Xune Andrade. El cocinero lenense, cuyo local tiene una estrella Michelín y un sol Repsol, apuesta desde que se estableció en su tierra por la compra del producto de proximidad. Cárnicas Campomanes está a tan solo 5 kilómetros de Monte, y el cocinero y el carnicero, que se conocen de toda la vida, parecían condenados a encontrarse y trabajar juntos.

El trabajo con Xune Andrade es, para David de la Riva, muy distinto, porque al margen de los productos elaborados por él que le pueda adquirir el cocinero, éste le hace muchas propuestas innovadoras o, al menos, con cierta exclusividad. «Buscamos cosas distintas, que encajen con lo que él quiere: con carne de corderos xaldos, o de venado, embutidos diferentes: uno propone y otro dispone». No es algo que, posteriormente, él pueda ejecutar para venderlo en otros ámbitos, porque precisamente el valor de ese preparado es que está hecho ex profeso para el restaurante. «Su trabajo es cosa seria, él es muy meticuloso, siempre está buscando cosas que puedan distinguirlo de los demás». Con su carnicero busca «una manera propia de trabajar y elaborar un producto final».

Hay algo que no cambia en la carnicería desde hace veinte años: la venta a domicilio en los pueblos del concejo de Lena. Como mínimo, un día a la semana visitan todos los pueblos del municipio con los productos de la carnicería. Es una labor que le satisface mucho más allá del margen económico que deje, porque se trata de abastecer a gente de pueblos que están perdiendo población y cuyos habitantes pueden llegar a estar muy aislados. «En verano hay un repunte con la gente que viene de vacaciones, pero en invierno ves que quedan muy pocos, y el hecho de ir allí, que te tengan un café caliente y te permitan que los acompañes, merece la pena independientemente de lo que vendas», concluye.