El truco de María Luisa con «El arte de cocinar», según su sobrino: «Probaba todas las recetas»

Carmen Liedo REDACCION

ASTURIAS

Ignacio Alonso, con motivo de la reedición del recetario, recuerda que el buen hacer de su tía en los fogones le venía de familia: «En casa todos cocinaban bien, pero ella fue más creativa en la repostería»

01 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El libro de recetas El arte de cocinar, de la popular guisandera asturiana María Luisa García, ha sido imposible de encontrar en las librerías durante varios años, hasta el pasado viernes 29 de abril, día en que el primer tomo del clásico recetario volvía a salir a la venta reeditado por Delallama Editorial. El éxito de esta publicación que la cocinera mierense lanzó en 1970 se fundamenta en que recopila platos universales explicados de una manera sencilla y entendible, por lo que el libro continúa siendo una referencia en las cocinas asturianas ante cualquier duda que surja sobre para elaboración de un plato.

Ignacio Alonso, sobrino de María Luisa García, recuerda el día de la reedición del libro que éste surgió porque las alumnas de las clases de cocina que impartía la guisandera le solicitaban a menudo que compartiera las recetas de los platos que realizaba, por lo que «empezó a reunirlas». «La forma de elaborar el libro la vi después, las recetas con anotaciones», cuenta Ignacio Alonso, que añade que su tía «probaba todas las recetas para corregirlas si hacía falta» o para adaptarlas cuando se trataba de recetas importadas que incluían ingredientes que aquí no se estilaban.

«Las adaptaba, hacía un trabajo de traducción», apostilla Alonso. Así, señala que los dos volúmenes que conforman El arte de cocinar constituyen «una vida culinaria» puesto que entre los dos suman en torno a las 2.500 recetas.

Aunque el recetario se publicó hace más de medio siglo, el sobrino de María Luisa considera que por la naturaleza de las recetas, sigue siendo un libro «muy útil» en los tiempos actuales, a lo que añade que «es un recetario que tiene una fiabilidad muy grande». A ello achaca que el libro siga teniendo una gran demanda.

Alonso destaca que su tía era una persona «con una gran facilidad de escritura y para la explicación», razón por la cual las recetas se entienden y se interpretan tan bien. La recuerda cocinando pero no todo el tiempo entre fogones porque «Luisa tenía una vida muy activa, socializaba muy bien y tenía una gran capacidad de comunicación», refiere su sobrino, que se muestra orgulloso de que fuera una referencia en su época en Asturias.

El buen hacer de María Luisa en la cocina lo ve su sobrino como algo hereditario, ya que comenta que aunque no conoció a su abuela, «todos decían que cocinaba muy bien», un arte que transmitió porque «en casa todos cocinaban bien», por lo que añade de forma anecdótica que «María Luisa tenía una gran competencia en casa». Lo que sí le reconoce es que «ella fue más creativa en la repostería, la hacía muy bien».

De hecho, el plato especial por el que la recuerda su sobrino es por la tarta María Luisa, de almendras y de creación propia «que le salía jugosísima. Yo, que no soy de dulces, recuerdo especialmente esa tarta porque era suave y tenía un sabor sutil». 

Por supuesto, dicha tarta se puede encontrar en el volumen uno de El arte de cocinar, el de las tapas rojas, que se acaba de reeditar. La previsión de Ignacio Alonso y de la editorial es reeditar la segunda parte, el libro de tapas azules, a finales de este mismo año.