Un estudio del Instituto de Oceanografía confirma su presencia en el estómago de la mayoría de los ejemplares analizados
02 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Bocartes, sardinas, salmonetes y dragoncillos. Son las cuatro especies habituales en el Cantábrico que han sido objeto de un estudio del Instituto Español de Oceanografía sobre la incidencia de los microplásticos con el siguiente resultado: el 78% de los ejemplares analizados tenían microplásticos en sus estómagos. Todas las especies presentaban microplásticos, aunque el porcentaje más alto -de un 87%- se encontró en la anchoa y en la sardina. En el caso de los salmonetes fue de un 60%.
El estudio, que acaba de publicarse en la revista Marine Pollution Bulletin y fue realizado por investigadores de los Centros Oceanográficos de Vigo y Santander con varios puntos de muestreo también en la costa asturiana, constata además un aumento significativo en el número de microplásticos a medida que aumenta la longitud del ejemplar de cada especie en cuestión.
En concreto, se analizó el contenido estomacal de 64 individuos de las cuatro especies seleccionadas de manera que pudieron aislarse 100 microplásticos: 25 en anchoas, 23 en sardinas, 14 en salmones y 38 en dragoncillos. Los microplásticos, una vez analizados, eran de dos tipos: el 88% eran fibras y, el 12% restante, fragmentos. En las anchoas y en las sardinas, los microplásticos encontrados eran sobre todo transparentes y, en salmones y dragoncillos, de color azul.
Los investigadores destacan también que el polietileno y el polipropileno fueron los polímeros más abundantes en el tracto digestivo de los ejemplares analizados «tal y como era de esperar debido a que son dos de los más utilizados en todo el mundo principalmente como material de embalaje».
Los investigadores también estudiaron la dieta de las cuatro especies para dilucidar si las conexiones tróficas también son un factor determinante en la transmisión de microplásticos como ocurre con muchos otros contaminantes y, para ello, se analizó el contenido estomacal de 787 peces. En este sentido, se observaron dos formas de alimentación distinta: planctívoros (peces que se alimentan de plancton) y bentívoros (peces que se alimentan de pequeños organismos del fondo marino).
Y, con la ayuda de modelos aditivos generalizados, se analizó la influencia del tipo de alimentación junto con otras variables biológicas, como la longitud del ejemplar o el volumen del contenido estomacal, en el número y tamaño de microplásticos ingeridos. No obstante, los resultados obtenidos mostraron que las variables relacionadas con la dieta y las conexiones tróficas no son tan relevantes como se pensaba inicialmente.
Sí lo es, en todo caso, el tamaño del pez en cuestión. Cuanto más grande, más microplásticos. «La talla de los individuos y su condición corporal, sin embargo, son variables significativas que explican los cambios en la cantidad y tamaño de los microplásticos ingeridos», indican los investigadores, que señalan que una posible explicación de este hecho puede ser el alto nivel de microplásticos existentes tanto en la columna de agua como en el fondo marino.