El verano más explosivo de la velutina: «Empezamos a colocar trampas en febrero y aún así nos apareció un nido con 6.000 dentro»
ASTURIAS
Una vecina de Siero relata cómo se emplearon concienzudamente en ponerle coto a la avispa asiática y, pese a ello, se les instalaron al lado de casa
06 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.«Desde mediados de agosto empezaron a caer obreras sin sentido. En solo dos de las trampas quitamos 70 y estaba claro que teníamos un nido cerca», explica María Blanco, una de tantos asturianos que este verano han llamado al 112 o han notificado a Avisap, la aplicación de control de la vespa velutina (avispa asiática) en Asturias, el avistamiento de un nido secundario para que se proceda a retirarlo con la debida precaución.
El suyo, que apareció en la cochera de la vivienda familiar en Siero, cerca de Peña Careses, cumplía con la descripción de los secundarios. Era grande, casi un metro de alto por unos 80 centímetros de diámetro, y «tenía muchas avispas dentro, igual 6.000, por lo menos 3.000 larvas y no exagero».
Lo curioso de la situación es que este año Blanco y su familia se habían preparado concienzudamente para la temporada de esta especie invasora que tantos quebraderos de cabeza genera en las zonas rurales e incluso urbanas de Asturias. «Empezamos a colocar las trampas en febrero y aún así nos apareció el nido al lado de casa», dice, explicando que a partir del 1 de febrero colocaron 15 trampas en los árboles del entorno de la vivienda. Además los árboles los habían podado para «tenerlo todo controlado».
«El año pasado tuvimos dos nidos en un castañar y en un roble, pero estaban muy altos, a unos 10 metros», recuerda Blanco. «También el año pasado habíamos capturado bastantes avispas así que nos habíamos propuesto ser más hábiles y por eso empezamos a colocar las trampasen febrero», indica.
Cerveza tostada o agua con mucha azúcar
En las trampas metieron cerveza tostada -«solo les faltaban las aceitunas» y azúcar «y entraban de maravilla». De hecho, cayeron en ellas un par de centenares de reinas, así que el método funcionó perfectamente. A partir de mayo, cambiaron el brebaje por agua, levadura química o de panadería y bastante azúcar blanco, «y entraron también muy bien». Las trampas, además, las cambiaban todas las semanas. Hasta mediados de agosto, seguían cayendo varias decenas en todas ellas -que ya eran obreras- por semana, pero a partir de entonces la cosa se disparó.
«Eran muchísimas. Las trampas te dan una idea de lo que pueda haber y estaba claro que teníamos un nido, como quien dice, debajo de la cama», dice Blanco, que explica que el mismo día que llamó al 112 dos bomberos retiraron y envenenaron el nido.
Una operación que se ha repetido cientos de veces en este verano explosivo de la velutina. Solo desde mediados de agosto hasta la fecha, la aplicación Avisap ha recibido más de medio centenar de notificaciones de avistamientos de nidos en toda Asturias. En apenas 20 días. «Los días que hace calor es cuando más las ves. Cuando orbaya o está nublado, todo lo contrario», dice María Blanco, que cuenta que en cuanto las avispas empezaron a abundar en las trampas estuvo buscando el nido por los árboles, pero no vio nada porque ya estaban frondosos, con mucha hoja.
«Lo que menos contaba es que estuviera en el alero del garaje, que no tiene ni dos metros de altura. Estaba detrás del canalón y si no llega a ser por la reacción de los perros ni se me hubiera ocurrido». Sus perros, una hembra y un macho de Rough Collie, llevaban varios días raros. Los perros tienen una extraordonaria agudeza auditiva. «Dedujimos que las oían zumbar y lo que está claro es que ellos sabían que estaban ahí antes que nosotros. El día que vi el nido habíamos salido a dar una vuelta y, al pasar cerca de donde después vi el nido, el macho, Sultán, se estuvo pensando si pasar o no. Al volver del paseo, no hacían más que mirar al alero y así fue como me di cuenta», explica Blanco, que reconoce que la presencia de un nido tan grande tan cerca de casa podría haber sido realmente peligroso.
«Los dos nidos del año pasado estaban a unos 100 metros de casa, no eran peligrosos porque además estaban a mucha altura», indica. En el de este año, al estar tan cerca de casa y con un invernadero delante de la cochera, las avispas sí podrían haber tratado de defenderlo ante la presencia de humanos y animales, que es cuando surgen los percances. En la zona casi todos los vecinos han colocado también trampas y al menos uno ha tenido uno de esos percances con varias avispas que requirió de atención sanitaria de emergencia. «Con suerte no pasó nada», recuerda Blanco.
«Son como un ejército, construyeron el nido en pocos días»
El nido de la cochera, al igual que las trampas, estaba estratégicamente situado. «Lo más llamativo es que estuviera en el alero, pero son listas porque está bien orientado al sur, les daba el sol al nido todo el día. Tenían todas las comodidades. Además tenían el bebedero de los perros casi al lado. De hecho, antes de descubrir el nido, habían caído dos avispas en el agua», cuenta. La velutina construye su nido con fibras de madera masticada que disuelven bebiendo agua, de ahí que suelan situarlos también cerca de zonas en las que tienen acceso a ella.
En las trampas situadas cerca del nido de la cochera no había caído ninguna avispa, pero sí en las que tenían puntos de agua más cerca. «El nido, además, lo hicieron en pocos días. Son como un ejército que trabaja sin parar. Unas campeonas porque encima era enorme». Blanco calcula que a finales de septiembre o principios de octubre acabaran el ciclo para ponerse a hibernar -aunque cada vez se alarga más porque probablemente se estén aclimatando- y que, ya en febrero, habrá que volver a colocar trampas más estratégicamente si cabe para hacerles frente.