«Mi pareja está muy agresiva y no sé qué hacer. ¿Cómo voy a irme de casa ahora?»

Elena G. Bandera
E. G. Bandera REDACCION

ASTURIAS

 Una mujer observa a través de la ventana de su vivienda, en la que permanece confinada desde que el Gobierno decretase el estado de alarma por la crisis del coronavirus
Una mujer observa a través de la ventana de su vivienda, en la que permanece confinada desde que el Gobierno decretase el estado de alarma por la crisis del coronavirus Brais Lorenzo | Efe

El confinamiento no sólo está agravando la situación de las asturianas maltratadas, también de adolescentes que sufren agresiones sexuales en sus propios hogares y que ni siquiera tienen alternativa para irse

27 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

«Mi pareja se está poniendo muy agresiva. Ayer me dio dos bofetones y la situación cada vez es peor. No sé qué hacer». Hasta ahora, hasta que la pandemia de coronavirus nos ha obligado a confinarnos en casa, su pareja la había insultado y empujado alguna que otra vez. Eso es lo que le cuenta a quien escucha al otro lado del teléfono, al que ha llamado aprovechando que él se ha ido a hacer la compra.

Quien la escucha le dice que no está sola, que puede utilizar los recursos del Principado de Asturias para mujeres en su misma situación. Que tiene a quien poder recurrir. «Pero no tengo trabajo, no tengo nada. ¿Cómo voy a irme ahora de casa?»

No tiene hijos. Tiene dependencia afectiva. Y trata de justificar la rabia de su maltratador: «Está muy nervioso por el trabajo». Es una de las asturianas víctimas de la violencia machista cuya situación se ha visto aún más agravada desde que se decretó el estado de alarma. Están viviendo con su agresor esta situación excepcional. Están viviendo esta situación excepcional de confinamiento domiciliario y su ya de por sí complicada situación en casa. Y ven complicaciones por todos los sitios pese a que existen alternativas.

«Si ya es difícil que una mujer que sufre violencia ponga una denuncia en una situación normal, ahora más», dice Mariti Pereira, portavoz de la Federación de Asociaciones de Víctimas de la Violencia Sexual y de Género (Famuvi) y directora del Centro de Atención a Mujeres Víctimas de Agresión Sexual y Maltrato (Cavasym), con sede en Gijón. Antes de que el coronavirus le complicara la vida a tanta gente, apenas un 10% de las mujeres que sufren violencia machista denunciaban.

Los Juzgados de Violencia sobre la Mujer siguen operativos, recuerda Pereira, que explica que el servicio de asesoramiento que ofrecen en Cavasym está más activo que nunca. Atienden las 24  horas del día en el teléfono 985 09 90 96, en el correo eléctrónico cavasym@hotmail.com y a través de su perfil en Facebook.

«Me dicen mis compañeras que trabajamos más ahora que en situaciones de normalidad. Nos llaman muchísimas víctimas e intentamos siempre que escuchen una voz de ánimo y buscarles recursos que pueden utilizar en esta situación de crisis». Llamar a una ONG como ésta ya es un paso. Ninguna de las mujeres que se ha puesto en contacto ha dado el paso de irse de casa. «Algunas no se atreven a dar ese paso. No tienen seguridad todavía en ellas para poder hacerlo. Es un paso importante y se dan tantos factores…»

Cuesta hacerse a la idea de que se va romper un proyecto de vida en común y, además, hay que superar la dependencia emocional. «Y en esta situación, además. Si ya valoras todas las inseguridades con las que te vas a encontrar en una situación normal, ahora más», explica Pereira.

«¡Cómo voy a irme yo a una casa de acogida!»

«¿Qué voy a hacer? ¿Qué va a ser de mi vida?, se preguntan. No pueden irse a casa de una amiga ni pueden hacer nada porque, a veces, sí que las mujeres cuando sufren situaciones así intentan ir a casa de un familiar o de una amiga. Están unos días, se tranquilizan, intentar cuadrar sus cosas, pero ahora no pueden«, añade Pereira. Y tomar la decisión de irse a una casa de acogida a algunas mujeres les cuesta: «Quizá por desconocimiento... Te dicen ‘¡cómo me voy a ir yo a una casa de acogida!’ No pasa nada. Es como cuando estás enferma de algo y vas a un hospital a que te curen. Es lo mismo. Es un sitio donde poder estar tranquila, anímicamente, que es algo muy importante para poder ver las cosas con más claridad».

Pereira se muestra convencida de que, tras este confinamiento al que obliga la pandemia de coronavirus, «nos vamos a encontrar con muchas víctimas. Puede ser que no denuncien todas, pero en algún momento querrán que alguien les escuche y les ayude». Aunque las casas de acogida están funcionando, «intentando que en las situaciones más graves una mujer no ponga en peligro su vida y la de sus hijos, todo esto es momentáneo. Una vez que pase todo esto, algunas mujeres ya nos están planteando qué es lo que se van a encontrar. ¿Qué va a suceder cuando los hoteles empiecen a ser hoteles? Y también nos llaman mujeres que han sufrido algún tipo de violencia tanto física como sexual, que han dejado atrás esas relaciones, y están agobiadas. Es cierto que todos estamos agobiados, porque son muchos días, pero ellas son personas que han sufrido situaciones muy graves y muy personales».

Por ello, ante esta crisis sanitaria sin precedentes que también está teniendo consecuencias económicas de inmenso alcance, se sienten doblemente agobiadas. «¿Qué va a pasar con el trabajo? Para las mujeres, que encima somos las que trabajamos más en precario, con los peores contratos y con salarios de 400 y 500 euros, encontrarnos ahora con toda esta situación que se viene encima nos complica aún más», explica Pereira.

Mujeres que se habían recuperado

Parte de las llamadas que se realizan a estas ONGs en toda España son de mujeres que precisamente ya se habían recuperado de la violencia sufrida en el pasado y habían iniciado una nueva vida: «Algunas nos han vuelto a llamar diciendo que se encuentran mal, que no saben qué va pasar, por ejemplo, con el juicio que tenían pendiente. Otras nos preguntan por las visitas del exmarido a los hijos y algunas, que están trabajando, no saben qué hacer porque no pueden dejarles solos en casa. Todas esas circunstancias se van acumulando».

Pereira confía en que pronto se implante el ingreso mínimo vital anunciado por el Gobierno: «Si hay alguien que no puede quedar atrás tampoco es una mujer, y sus hijos, en esta situación. Muchas tendrán que acogerse a él, pero ahora lo que les preocupa es cómo salen de esto». Siempre les dice lo mismo, «que aunque ahora lo estén pintando negro, porque lo tenemos negro o gris muy oscuro todos, hemos tenido situaciones muy críticas como la crisis del 2008, cuando no había unas propuestas políticas tan activas a la hora de defender a la población. Se mandó a la gente al paro y punto».

El coronavirus, añade, no tiene ideología, aunque sí afecta mucho más a las personas más vulnerables desde el punto de vista económico. «Si tienes un trabajo muy precario, si tu empresa ha cerrado o te han despedido o lo que sea, te pueden dar tres o cuatro meses de paro, pero ¿luego? Este virus sí distingue clases sociales y, por desgracia, la mayor parte de las mujeres, y sobre todo las que sufren violencia, tienen situaciones económicas bastante complicadas. Y además no suelen estar ellas solas, están sus hijos».

Mujeres que son la válvula de escape de sus parejas

También menciona otra problemática que están pasando las mujeres que llaman contando que viven confinadas con su agresor en casa. «Sabemos que en la mayor parte de los casos, las mujeres no quieren tener relaciones sexuales con sus agresores y, cuando las tienen, son forzadas. O, en algunos casos, ellas luego son conscientes porque creen todavía en que el débito conyugal es obligatorio, pero no quieren mantener una relación sexual», explica Pereira, que recuerda que, durante estas semanas de confinamiento, se ha barajado la posibilidad de que, una vez que se consiga superar esta situación excepcional, se produzcan divorcios y posiblemente un baby boom: «Si las relaciones sexuales se consideran una válvula de escape en una situación de confinamiento, imagínate en una situación de violencia de género: un agresor que quiere tener su válvula de escape que es esa mujer que tiene ahí, en casa, confinada con él».

A las mujeres que se encuentran en esta escalofriante situación, desde las ONGs, a veces, se les dice que intenten evitar el conflicto. «Pero somos conscientes de que el conflicto no lo provocan ellas. El conflicto lo busca el agresor. Por cualquier causa. Por cualquier motivo. Cuando tiene que soltar la válvula, ahí está ya el conflicto y lo paga con quien sea. Realmente creo que, cuando esto acabe, vamos a tener muchas mujeres a las que atender tanto en los servicios públicos como en las ONGs», insiste Mariti Pereira.

Adolescentes que viven con su agresor sexual en casa

ONGs que están demostrando, en esta situación tan excepcional, que son muy necesarias. Porque están ayudando y además están detectando otras situaciones que no siempre tienen espacio en los titulares de los medios de comunicación. No como la violencia de género o las violaciones en manada. «También nos llaman adolescentes que están sufriendo agresiones sexuales en sus casas», dice Pereira, que enseguida matiza. «Todo el mundo, cuando se habla de agresión sexual, piensa en la que se produce en la calle o en la de las manadas. Nos olvidamos de las agresiones más frecuentes, que son las que ocurren en el entorno del hogar o en el círculo más cercano de la víctima. Y esas están pasando continuamente y ahora, durante este confinamiento, más todavía».

Estas víctimas también están viviendo con su agresor. «Te llaman y están en una situación complicada. ¿A dónde van? Ahora están 24 horas con esa persona. Muchas dicen que no se atreven a decirlo en casa, porque su madre no lo sabe y a lo mejor, si lo dicen, se rompe la familia y supone otra carga más de culpa. ¿Y de qué van a vivir en esta situación? Los adolescentes lo piensan todo. Es mucho más complejo; me gustaría que la gente se pusiera en el pellejo de quien está viviendo esa violencia sexual en el entorno familiar. Que están viviendo menores y adolescentes y que es terrible. Es una agresión cotidiana y, además, de una persona muy cercana a ti, hacia la que tienes unos sentimientos. La víctima tiene que convivir y tiene, cotidianamente, que sufrir esa agresión sin que se le esté dando alternativa o solución a su problema».

Mujeres prostituidas y obligadas a saltarse el confinamiento

También están pasando por una situación doblemente compleja las mujeres prostituidas. También se han puesto en contacto con Cavasym para contar por lo que están pasando. También están siendo las grandes olvidadas en la pandemia de Covid-19. «Para ellas está siendo muy complicado», dice Pereira, que pide que se tenga en cuenta que ejercer la prostitución no implica hacerlo libremente.

«En ocasiones son situaciones en las que las mujeres se han visto envueltas para poder comer o son víctimas de la trata. Y esas mafias no van a dejar de ganar dinero aunque estemos confinados. Siguen funcionando y están obligándolas a que ejerzan la prostitución bajo amenaza o terror. Sigue habiendo clientes y el confinamiento, en muchos casos, se lo tienen que saltar ellas».

El teléfono 016 atiende a todas las víctimas de violencia machista las 24 horas del día y en 51 idiomas diferentes. Este teléfono no deja rastro en la factura. Los menores también pueden dirigirse al teléfono de la Fundación ANAR 900 20 20 10, y los ciudadanos que sean testigos de alguna agresión deben llamar al 112.