La multinacional programa paros en casi todas sus instalaciones y hace regulaciones temporales de empleo al mismo tiempo que acomete las millonarias actuaciones programadas
07 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.La crisis del acero, los costes por emisiones de CO2, la tarifa eléctrica, la inoperancia de las medidas arancelarias, la descarbonización, las guerras comerciales, la incertidumbre política, la caída de pedidos de la industria del automóvil… La tormenta perfecta descarga sobre la multinacional y ArcelorMittal Asturias vive sumida en una paradoja. Está en un momento histórico de inversiones en sus instalaciones mientras el consejero delegado del clúster de la región, Oswaldo Suárez, utiliza la expresión «emergencia total» para dar cuenta a los sindicatos del momento convulso por el que pasa la empresa por las pérdidas que han registrado las plantas asturianas en el primer semestre de este año y que, previsiblemente, «se extenderán» al segundo semestre de 2019.
Era difícil de prever la coyuntura económica mundial actual cuando se programaron las inversiones allá por 2016 o 2017, algunas con un periodo de desarrollo de hasta cinco años, como es el caso del ambicioso plan ambiental, para el que se contemplaron 240 millones de euros. Sólo para este año la previsión era de una inversión de 130 millones de euros, la mayor de los últimos doce años destinados a proyectos de gran envergadura con los que el futuro de la siderurgia en la región se afianza. Desde 2018 y hasta 2022, las actuaciones programadas estarán en el entorno de los 600 millones de euros en total, puesto que Arcelor también tiene proyectada la construcción de una central eléctrica de 220 megavatios que costaría algo más de 230 millones de euros. La finalidad de la misma sería aprovechar los gases que se generan en los hornos altos y en las baterías de cok con la que la compañía que aprovechará los gases generados en los hornos altos y las baterías de cok. Con la ejecución de otras instalaciones auxiliares el monto de la inversión ascendería a 300 millones.
Un ERTE para casi 2.000 trabajadores
La contrapartida a la histórica inversión que ArcelorMittal está haciendo en Asturias es la utilización de los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTEs) como herramienta para ahorrar costes, parando instalaciones. A finales del 2019, la multinacional anunció la aplicación de un ERTE de siete días de duración en el primer trimestre de este año para todo el personal de jornada normal. El ERTE se desarrolló los días 18 y 25 de enero, 1 y 15 de febrero y 1, 15 y 29 de marzo y afectó a 1.624 trabajadores. La compañía decidía a mediados de enero parar distintas líneas de la división de hojalata en Avilés por la caída de pedidos de acero para envases, una medida que sumó otros 263 trabajadores en regulación de empleo. En total, casi 2.000 trabajadores.
Reducción de la producción en 700.000 toneladas
El sobresalto llegaba en mayo. La compañía anunciaba de improviso una reducción de la producción en Asturias de 700.000 toneladas, de los tres millones de toneladas que preveía disminuir en total para ahorrar costes. Dejaba en un primer momento sin precisar cómo afectaría la rebaja de la producción a los 5.400 trabajadores de plantilla propia y a los 1.400 trabajadores de empresas auxiliares que tiene la multinacional en la región. A partir de ahí, volvieron los paros: la línea de hojalata de Avilés paraba un par de jornadas en mayo y también lo hacía ese mes y el siguiente durante un total de nueve días el tren de bandas en caliente.
Entonces ya se sabía de otros paros que se producirían en los últimos meses de este año: las baterías de cok de Avilés cerraban definitivamente el pasado martes 1 de octubre después de 63 años de actividad, también se programó para este mes la parada del horno B para la reforma del sistema de refrigeración y para noviembre el paro de una de las dos máquinas de colada continua. Esta semana la empresa precisaba un calendario de paros con afectación para buena parte de sus instalaciones (Decapado, Tandem 1 y 2, Recocido, Cilindros frío, Hojalata, Recocido continuo, Galvanizado 1 y 2, Temper, Tren de Alambrón, Tren de chapa y, como consecuencia, el Laboratorio test mecánicos chapa gruesa, el área de Calidad Hojalata y galvanizado y el Laboratorio de ensayos de Avilés) durante dos, tres o hasta siete días de paro con la consiguiente afectación para el personal de plantilla y el de las empresas auxiliares. Tal es así, que desde el ámbito sindical se estima que la práctica totalidad de los trabajadores se verán afectados por algún ERTE este año.
Sin embargo, la representación de los trabajadores apunta a las contradicciones que se dan en la empresa, donde hay días que se trabaja a marchas forzadas y al día siguiente se aplica un ERTE a la totalidad o a parte de los trabajadores. «El ERTE es una herramienta que Arcelor utiliza a su antojo pese a tener beneficios multimillonarios», apuntan esas fuentes, toda vez que recuerdan que la negociación sobre la aplicación de los expedientes de regulación finalizó en su día «sin acuerdo salvo en las medidas de acompañamiento».
Desconcierto en la plantilla por el aluvión de paros
Lo cierto es que aunque los trabajadores dan cierta normalidad a las regulaciones temporales de empleo porque son conocedores de las dinámicas que requieren las instalaciones, con paradas para mantenimientos y reparaciones, el aluvión de paros anunciados por la multinacional para los próximos días ha generado «sensación de desconcierto y de susto» en la plantilla.
En el ámbito sindical hay quien percibe que detrás también hay cierta «estrategia» de la empresa por encontrarse en pleno proceso de negociación del convenio colectivo, una negociación clave después de que se concluyeran sin acuerdo las reuniones del VII Acuerdo Marco. Por el momento, la distancia entre las partes es amplia, estando la mayor discrepancia todavía, y después de cuatro encuentros, en el incremento salarial puesto que los representantes de los trabajadores ven «insuficiente» la propuesta de Arcelor. La próxima reunión está convocada para este mismo lunes, jornada en la que también arrancan los paros en algunas de las instalaciones que la multinacional tiene en la región.