Joaquín Méndez era el único productor de patata de Asturias a gran escala antes del veto. Ahora experimenta con otros cultivos para sobrevivir. Ve complicado retomar la plantación en el valle del Navia
06 jul 2019 . Actualizado a las 14:06 h.En la plantación de patatas de Joaquín Méndez nunca se encontró una polilla guatemalteca, «nunca dio un positivo» en los controles que le hicieron cuando se empezó a detectar la expansión del lepidóptero por algunos concejos de la región. Sin embargo, el veto fijado por el Principado afectó de pleno a su empresa, la única en Asturias que hasta entonces se dedicaba al cultivo a gran escala de patatas para su venta. En total producía entre 300 y 350 toneladas anuales. La prohibición del cultivo le obligó a «reestructurar» su negocio «para parar la sangría económica» y para aminorar, que no solventar, los problemas que le ocasionó la drástica decisión. El caso es que, aunque la previsión es que se levante el veto en noviembre de este año, el mismo considera que «cuando se prohibió su cultivo, se hizo un daño mortal a la patata de Asturias» y ve complicado que se retome la plantación en el valle del Navia «cuando había posibilidades de recuperar un sector».
«Plantar patatas no es tan sencillo como darle a un interruptor. La tierra hay que prepararla, pero a ver quien se vuelve a arriesgar a meterse en 400.000 euros de inversión para no tenerlo seguro», explica Méndez. Recuerda como hace dos años «la estructura de empresa que teníamos desapareció» al prohibirse el cultivo de patata por la polilla guatemalteca que él nunca tuvo en su terreno, lo que lo dejó «a cero y sin ayudas», con lo que tuvo que ponerse a vender maquinaria e instalaciones para afrontar los pagos bancarios de la inversión que había realizado.
Este empresario agrícola tuvo que darle un giro a su negocio al parar de plantar patata, un giro que no fue fácil porque el mercado ya estaba servido de cualquier otro producto de la huerta. «Los supermercados ya tenían proveedores de todo y no es sencillo hacerse un hueco en el mercado cuando no saben si vas a poder dar respuesta a la demanda», señala Joaquín Méndez, que optó por el cultivo de fabas o coles. «Es una alternativa para ir sobreviviendo, pero no para cubrir», afirma el mismo.
Pese a ello, Méndez ve muy difícil volver a producir patatas y recuperar el mercado «porque los puntos de venta cubren tu huevo con otros productores y volver a hacerse un hueco es complicado». A eso suma el que no es fácil retomar la producción porque hay que invertir en preparar el terreno con el riesgo de que se vuelva a producir un veto. Así, considera que «la vuelta de la patata al valle del Navia será residual cuando había posibilidad de recuperar un sector».
«Es muy bonito decir que quieren fijar población en el campo, pero la realidad es que están acabando con el sector primario», lamenta Joaquín Méndez, que se pregunta qué controles sanitarios aplican, por ejemplo, a la patata egipcia. «Tendrán muchos controles, pero seguro que como los de aquí no», apostilla el empresario agrícola, que considera que «nos estamos suicidando solos porque nadie se preocupa como se producen en origen» las patatas que vienen de fuera.
«Yo entiendo a todas las partes: al del banco que quiere cobrar, al del supermercado que ya tiene unos proveedores…, entiendo a todo el mundo pero, al afectado ¿quién le entiende», concluye este agricultor.