La UE da la «puntilla» a la patata asturiana

Carmen Liedo REDACCIÓN

ASTURIAS

POLILLA GUATEMALTECA. Es la nueva plaga que ha llegado a Galicia y que pone en peligro la producción de patatas. Originaria de Guatema, llegó posiblemente desde Canarias.
POLILLA GUATEMALTECA. Es la nueva plaga que ha llegado a Galicia y que pone en peligro la producción de patatas. Originaria de Guatema, llegó posiblemente desde Canarias.

La prohibición del clorprofam, un compuesto que se utiliza para evitar que el tubérculo germine una vez almacenado, llega cuando aún se mantiene el veto a la producción en trece concejos por la polilla guatemalteca

01 jul 2019 . Actualizado a las 21:32 h.

Asturias ha sido históricamente una gran productora de patatas, porque aunque pocas empresas se han dedicado profesionalmente a su cultivo en grandes cantidades para su comercialización, la región ha tenido pequeños agricultores del tubérculo, además de ser muy habitual que se plantara para el autoconsumo en los hogares de las zonas rurales y de pequeñas y medianas localidades. El primer revés para la patata y, por tanto, para alguna empresa que en la región se dedicada a su producción a mayor escala y también para los pequeños agricultores, llegó hace un par de años cuando ante la expansión de la polilla guatemalteca el Principado vetó su producción en 13 concejos del occidente y del centro de la comunidad, además de declarar a otros 19 zona tapón en pro de su erradicación. La Unión Europea da ahora la «puntilla» a la patata al decidir el pasado 19 de junio al retirar la autorización al clorprofam, un compuesto que utiliza el sector de los productores de patatas para evitar que esta germine una vez almacenada.

Desde la Consejería de Desarrollo Rural del Principado confirman que actualmente «no hay cultivo industrial de patata en Asturias» y que la región no se verá afectada económicamente por la medida. Los más afectados serán quienes plantaban el tubérculo para el autoconsumo, así como los pequeños agricultores, que utilizaban el producto para la conservación de la patata, ya que según envejece la misma tiende a brotar y el clorprofam evita que le salgan los biltos o guaños. La prohibición entrará en vigor en octubre de 2020 y, según explican desde la administración regional, «ya hay alguna alternativa». Además, desde Desarrollo Rural estiman que la industria fitosanitaria «estará trabajando en alguna alternativa a este producto que evite la brotación de la patata de consumo».

Otra opción es la construcción de cámaras de conservación, donde el producto se mantiene a una temperatura, humedad constantes y con unas condiciones de luz concretas. Pero estas son demasiado caras, tanto su construcción como su mantenimiento, explica Joaquín Méndez, agricultor y gran afectado por el veto a la producción de la patata puesto que él si plantaba a gran escala con destino a comercializar el tubérculo. Él asegura que cuando cultivaba patata no utilizaba el clorprofam ni ningún otro tipo de antigerminantes al considerarlos «muy peligrosos para la salud». Es consciente, sin embargo, de que las alternativas que hay hoy por hoy «son muy caras» para los grandes productores de patata y que la gente que usa esos productos «se van a encontrar con un problema gordo», al igual que quienes la plantaban para autoconsumo.

 Prohibición a coste cero para la administración

Aunque Joaquín Méndez no utilizaba los antigerminantes cuando cultivaba patatas en su empresa, el mismo se muestra crítico con las prohibiciones que hacen desde las administraciones porque «toman estas decisiones sin ayudar al productor. Prohíben a coste cero y no les importa si tu empresa se va la ruina», algo que no entiende porque recuerda que «las reconversiones en otros sectores van acompañadas de ayudas».

El caso es que medidas como la prohibición del clorprofam, que se aplicará a partir de octubre de 2020, hacen ver que las propuestas de la Unión Europea van cada vez más encaminadas a prohibir todo tipo de sustancias, por lo que los agricultores tendrán que adaptarse y confiar en que, antes de que entre en vigor, las empresas de fitosanitarios les ofrezcan alguna alternativa porque como señala Joaquín Méndez, la de climatizar naves completas para la conservación del tubérculo «barato no es». «Para los productores pequeños puede ser más sencillo adecuar un espacio para controlar la temperatura y la luz, pero para el gran productor climatizar naves supone mucha inversión» que después, apostilla, repercutirá en el precio final del producto.