Los efectivos de la Guardia Civil encontrron en el domicilio del presunto inductor de la muerte de Ardines en Belmonte de Pría importantes cantidades de dinero, armas o llaves de coches de alta gama
01 mar 2019 . Actualizado a las 15:43 h.Los registros realizados en la casa llanisca de Pedro Nieva, el presunto inductor del crimen que acabó con la vida del concejal Javier Ardines, confirman que su nivel de gastos y su forma de vida no se correspondían con las de un empresario en horas muy bajas, después de que la crisis se llevara por delante su empresa de instalaciones eléctricas en Amorebieta. Los agentes de la Guardia Civil encontraron en la segunda vivienda de Nieva y su familia en Belmonte de Pría, situada muy cerca de la de Ardines, hasta 18.695 euros en metálico distribuidos en distintas dependencias: casi 13.000 en el dormitorio, más de 3.500 en el salón y otros 2.350 en el dormitorio de uno de sus hijos. La familia poseía además dos automóviles BMW y se hallaron las llaves de un Audi-6, y los registros localizaron además entre los dos domicilios una decena de teléfonos móviles y armas: dos escopetas del calibre 12 y un rifle del 30.06 para los que el detenido tendría licencia.
Todo ello se recoge en el sumario y contribuye, según fuentes de la investigación, a añadir sospechas sobre posibles conexiones de Pedro Nieva con actividades ilegales. Sobre él no solo se ha acumulado una ingente cantidad de pruebas durante las pesquisas sobre el crimen de Pría: además, está pendiente de la instrucción de otras denuncias por su participación en la construcción de un invernadero para marihuana en Burgos y por la presunta agresión a la expareja de una hermana de su mujer.
Pero estos dos últimos casos son ahora mismo el menor de los problemas para Nieva, encarcelado junto otros dos de los acusados en el Centro Penitenciario de Asturias. El sumario revela un extenso sustento de evidencias aportadas por la UCO y la Policía Judicial: las grabaciones de Nieva a Ardines y su esposa Katia, entregadas posteriormente a la familia del concejal; las discusiones a través de Whatssap con su esposa antes del asesinato y las conversaciones después del mismo; el rastro de los móviles de Nieva y del resto de los implicados a lo largo de la gestación del asalto y la declaración autoinculpatoria del presunto sicario Djeleli B., que a su vez inculpó a los otros tres detenidos. Con todo, queda por esclarecer en el centro de todo cuál fue el encargo concreto de Nieva -matar o simplemente dar una paliza a Javier Ardines-, un extremo sobre el que hay evidencias y declaraciones ambiguas o directamente contradictorias y del que puede depender sustancialmente el enfoque del caso para la acusación y las defensas.