Múltiples factores, como la caza intensiva y la furtiva de mediados y finales del siglo pasado, la invasión de su hábitat, un posible problema de endogamia y una gestión inadecuada, son algunas de las razones que señalan los expertos
18 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.El Ministerio de Transición Ecológica hacía oficial hace un mes a través del Boletín Oficial del Estado que el urogallo cantábrico está en vías de extinción, una situación de sobra conocida en la región que el Principado de Asturias ha tratado de revertir con escaso éxito. Pero ¿quién ha dejado al urogallo en estado crítico? Diferentes voces señalan que es una pregunta «de difícil respuesta» pero por los factores varios a los que apuntan unas y otras podría concluirse, echando mano del refranero español, que «entre todos lo mataron y él sólo se murió». La «caza salvaje» permitida que se llevó en la pasada década de los 60 y hasta que se prohibió en 1979, la caza furtiva que continuó hasta cerca del año 2000, la invasión del hábitat de esta especie por parte del hombre, una posible aunque no probada endogamia y quizá la existencia de depredadores son razones a las que se refieren diferentes expertos consultados por La Voz de Asturias. Alguno, incluso, indica que «el problema fundamental es que no hubo una gestión adecuada» señalando a las administraciones por la parte de responsabilidad que puedan tener, ya que «si una especie acaba en esa situación es que no se ha hecho lo correcto», añade. Y es que, a la vista de los resultados, los programas de cría en cautividad que se han llevado a cabo por parte del Gobierno autonómico tampoco han sido efectivos.
El doctor en biología Mario Quevedo de Anta y el miembro de Geotrupes (asociación integrada por un grupo de biólogos asturianos) Ronaldo Rodríguez coinciden en que la «caza intensiva» de gallones que se produjo en las décadas de los 60 y 70 del pasado siglo tuvo como consecuencia no sólo «una disminución muy aguda» del número de ejemplares cantábricos, sino también «una pérdida de intensidad genética» que, aunque no está probado científicamente, puede ser una de las razones de que continuara su merma. Rodríguez señala al respecto que «no sabemos si la caza es el único factor, pero si que tuvo un papel determinante en el comienzo del declive», a lo que añade que «si se hubiera gestionado adecuadamente después de que se dejara de cazar» quizá la situación no sería la actual, es decir, crítica. Quevedo de Anta precisa que fue «hace entre 20 y 30 años cuando se empezó a advertir que había menos pájaros en los cantaderos», por lo que lanza otra pregunta ¿cómo es que no se recuperaron a partir de entonces?
En la actualidad no hay cifra oficial de cuántos urogallos salvajes pueden quedar entre el suroccidente de Asturias y el noroccidente de León, aunque lo que los guardas de estas zonas y de otras como Redes o Picos de Europa trasladan es que se sigue viendo esta especie de pájaros en esas zonas. Según traslada el veterinario responsable del Centro de Cría y Reserva Genética del Urogallo, Ramón Balsera, el Principado tiene pendiente la publicación de un censo que está elaborando basándose en la recogida de plumas y heces que pueda establecer un número de ejemplares, aunque el mismo ya advierte sin concretar una cifra que «hay pocos».
Pero ¿qué hacer para tratar de recuperar a los gallones más emblemáticos de la cornisa cantábrica? Dada la situación Mario Quevedo de Anta traslada que, por supuesto, «la declaración de la situación crítica es una mala noticia», aunque el mismo se queda con que esa declaración sirva para habilitar mecanismos administrativos dirigidos a proteger a esta especie en peligro de extinción, porque el mismo tiene claro que los programas de cría en cautividad que se iniciaron hace una década «no parece que estén funcionando» y, por tanto, «el esfuerzo no es el apropiado», con lo que considera que hay que determinar más pronto que tarde «qué papel puede tener la cría en cautividad».
Respecto a la posibilidad que se baraja de mezclar al urogallo cantábrico con el de los Pirineos, el mismo no rechaza la opción «que se utiliza en biología cuando se sabe o se sospecha que una especie no tiene herramientas genéticas y que puede haber un problema de endogamia». «Es algo que deberíamos considerar rápidamente», apunta el biólogo de la Universidad de Oviedo, que no obstante matiza que habría que confirmar en primer lugar que la merma de urogallos cantábricos es por esa endogamia y, después, si genéticamente son compatibles con los del Pirineo aunque a simple vista no se puedan distinguir unos de otros. «Hay que evaluarlo y parece una solución desesperada, pero igual no queda más remedio», señala Quevedo de Anta, que confía en que se pueda recuperar al urogallo cantábrico «porque en España se han hecho cosas bien, por ejemplo, con los linces. Eso sí, no se puede hacer de cualquier manera».
Rolando Rodríguez, de la asociación Geotrupes, tampoco tira la toalla, pero insta a trabajar concienzudamente y «a no gastar dinero sin sentido» con la construcción de otro centro de recuperación de la especie en el valle de Laciana, en León, «porque los programas de cría en cautividad no funcionan para recuperar la especie y menos como herramienta útil para recuperar la especie salvaje», explica el mismo. «Es desperdiciar más fondos en algo que todo hace indicar que no funciona», insiste Rodríguez, que ve fundamental determinar científicamente si hay o no un problema de endogamia. Lo que si tiene claro es que «hay un problema con el hábitat del urogallo sobre el que no se está actuando» cuando «es fácil de hacerlo». «Que más da que la población se recupere si no tiene hábitat», critica el miembro de Geotrupes, que asegura que «conforme va desapareciendo el urogallo, vamos ocupando su hábitat y lo vamos arrinconando, y está claro que sin hábitat el urogallo no se va a recuperar» porque es sensible a la presencia humana. Así, no entiende que se permita la construcción de pistas forestales en zonas fundamentales para los gallones o que se hagan carreras de montaña al borde de Muniellos, zona de urogallos por excelencia.
La mezcla con los gallones de los Pirineos tampoco la descarta Rolando Rodríguez. «Si se confirmase que existe endogamia, no hay más alternativa que un rescate genético, aunque no sabemos si esa subespecie es la más adecuada. De todos modos, habría que valorarlo seriamente», indica el mismo. El problema puede estar en la propia coyuntura de esa subespecie, ya que parece que también está en una situación vulnerable. Lo que tiene claro es que a estas alturas «un rescate genético dentro de la misma población es muy complicado». Es entonces cuando surge la crítica hacia las administraciones por no haber hecho una gestión adecuada de la especie cuando se dejó de cazar a un animal que, ha recordado, es «emblemática» para la región asturiana. También tiene en cuenta que el urogallo hasta ahora también tenía un papel de «paraguas» para la conservación del hábitat y la protección de otras especies. «Una vez se pierde el urogallo de una zona, se adopta una postura de invadir el medio ambiente», lamenta este integrante de Geotrupes.
El responsable del Centro de Cría y Reserva Genética, ubicado en Sobrescobio, Ramón Balsera coincide con Ronaldo Rodríguez es que «los resultados de cría no son buenos ni los esperados» en tanto que actualmente en el centro sólo se han logrado diez hembras y siete machos» de las decenas de huevos que se han incubado, y aunque considera que esos ejemplares que se lograron tras coger a un individuo del medio natural son «un stock reproductor», reconoce que también hay un problema «de adaptación a la cautividad» porque cambian los periodos de reproductividad. No obstante, entiende que el centro sirve de «reserva genética» en tanto que se está haciendo un banco a través de la congelación de semen y permite avanzar en el estudio de la especie al analizar aquellos pollos que se mueren o los huevos que no eclosionan.
De lo que no están convencido Ramón Balsera es en mezclar al urogallo cantábrico con el de los Pirineos «mientras tengamos presencia de población del autóctono. Hay que luchar por ella mientras haya viabilidad», argumenta. Así, ve oportuno que se haga otro centro del urogallo en la zona de Laciana siempre que tenga unas buenas instalaciones para que la cría pueda realizarse con éxito», aunque también considera fundamental la mejora del hábitat de los urogallos para que puedan expandirse y el control de los depredadores para ver si esto tiene influencia en el declive de la población.