El capital ajeno a la región ha tomado posiciones en la gran industria, el transporte, la energía y las comunicaciones
23 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Los lugares de trabajo, los empleados, algunos responsables administrativos y unos pocos directivos están en Asturias y permiten hablar de empresas asturianas. Los centros últimos de decisión, sin embargo, se alejan y en ocasiones se sitúan a océanos de distancia. Al calor de las privatizaciones de las antiguas empresas públicas y de los vaivenes accionariales en mercados globalizados y abiertos, muchas compañías con raíces y tradición han pasado en las últimas dos décadas a manos de propietarios extranjeros (fondos o inversores) que tienen la última palabra sobre su funcionamiento. Su lógica y sus intereses, además de la distancia entre quienes toman una decisión y quienes sufren sus consecuencias, entran a menudo en rumbo de colisión con los del territorio sobre el que operan.
Alcoa acaba de abrir los ojos de los asturianos a esa realidad. La multinacional estadounidense del aluminio tiene su cuartel general en Pittsburgh. Allí se coció la compra de la antigua Inespal cuando el Estado la sacó a la venta en la oleada privatizadora de finales de los años 90 y desde allí, inexorablemente, se han ido ordenando sucesivas dietas de adelgazamiento para la filial española. De las 13 plantas adquiridas en 1998 la empresa solo conserva tres. Si se consuman los cierres de Avilés y A Coruña, anunciados esta semana, únicamente seguirán en marcha las instalaciones de San Cibrao, en la provincia de Lugo.
Aunque ninguna otra empresa presente en Asturias haya dejado entrever planes similares para levantar el campamento y marcharse, otros nombres claves del tejido económico de la región están en manos extranjeras. La fuga de los centros de decisión alcanza a sectores clave. Pueden citarse numerosos ejemplos.
Autopistas
Aucalsa, la concesionaria de la autopista del Huerna, nació como un consorcio de bancos y empresas creado para construir y gestionar la conexión de peaje entre Asturias y León. Pero en los últimos años ha habido tantas maniobras en torno a su accionariado que en los tribunales han llegado a acumularse siete litigios acerca de compras, ventas y derechos. Sigue siendo parte del grupo Itinere, pero esa matriz está sometida a tensiones. Esta misma semana, la española Globalvia, que gestiona desde Madrid infraestructuras de pago en ocho países de Europa y América, confirmó una opción firmada en julio y se convirtió en su principal accionista al controlar el 40% de la empresa y desplazar así al fondo de inversión estadounidense Corsair. Si logra hacerse también con el 15% que controla la empresa Sacyr, objeto de uno de los pleitos sin resolver, puede tener más de la mitad de la compañía y hacerse con un poder incontestado de decisión.
Energía
Ni EDP ni Viesgo, las dos eléctricas con implantación tradicional en Asturias, se gestionan ya desde despachos situados en la comunidad autónoma.
La antigua Hidrocantábrico pasó en el 2005 a formar parte del grupo energético constituido alrededor de la empresa eléctrica pública portuguesa. Se privatizó en el 2012 y el consorcio chino Three Gorges Corporation es su accionista de referencia. Controla algo más del 21% de la compañía, aunque mantiene como presidente al portugués Antonio Mexía.
Viesgo, presente en Asturias desde hace más de un siglo, ha cambiado varias veces de manos en las últimas décadas. Desde el 2015, está en manos de fondos de inversión. El mayoritario, Macquarie Group, posee un 60% de la empresa, es privado y de nacionalidad australiana. El otro 40% está en manos del fondo soberano kuwaití. Las sedes de la empresa están en Madrid y Santander.
Industria
Alcoa es solo un ejemplo de cómo las antiguas empresas industriales de titularidad pública, una vez privatizadas se han ido alejando de sus orígenes. Tras varias metamorfosis, la vieja Ensidesa es hoy parte del conglomerado angloindio ArcelorMittal, la mayor empresa mundial del acero. Pero no se trata solo del sector público. Otros nombres tradicionales de la industria concentrada alrededor de Avilés también forman parte de conglomerados multinacionales. Asturiana de Zinc (Azsa) es parte de Glencore, la multinacional suiza que acapara buena parte del mercado mundial de las materias primas. Cristalería Española era parte de un grupo de origen vasco, pero estaba tan implantada que casi nadie lo recordaba ya cuando pasó a integrarse en la francesa Saint-Gobain.
Aunque la continuidad de la familia Cosmen en el accionariado y en la gestión supone que Alsa no ha perdido su vínculo asturiano, y aunque la marca pervive en el mercado español, desde el 2005 la empresa es parte del grupo inglés National Express. Ha firmado alianzas con otros gigantes europeos del transporte de viajeros por carretera y aguarda con paciencia el momento de competir con Renfe cuando la liberalización del mercado ferroviario alcance su madurez en España.
Supermercados
Masymas tiene un pilar indudablemente asturiano, el de la empresa familiar Hijos de Luis Rodríguez, nacida en Oviedo en 1932 y bien implantada después en toda la comunidad. La empresa es independiente, pero comparte marca con otras sociedades, también independientes, que permiten la implantación del grupo en otras regiones españolas: Andalucía, Comunidad Valenciana y Murcia. Alimerka es un grupo nacido y desarrollado en Asturias. También lo era El Árbol, hoy desaparecido. Parte de sus tiendas y su personal se integraron el grupo español Dia tras su compra en el 2014.
Banca
Liberbank es el sucesor de la antigua Cajastur, pero el carácter asturiano de sus oficinas se perdió por el camino. Fruto de la fusión de las antiguas cajas de Asturias, Cantabria, Badajoz y Castilla-La Mancha, el nuevo banco ha trasladado a Madrid sus órganos de decisión y sus servicios centrales.
Telecomunicaciones
Telecable, un viejo orgullo de la industria y las inversiones asturianas, conserva hoy su marca para operar en la comunidad autónoma, pero forma parte del gran grupo del cable formado en el norte de España por la vasca Euskaltel, que también ha tomado posiciones en Galicia. Antes, había pasado por manos del grupo inversor británico Zagona, que la había adquirido cuando se puso en venta por primera vez.