El monasterio situado en Obona data del siglo IX y su historia guarda más de un enigma
02 jul 2018 . Actualizado a las 11:24 h.Tal vez los monasterios sean de las construcciones que más historia guarden entre sus cuatro paredes. Su antigüedad, su belleza y su arquitectura, víctima del paso de los años y de las diferentes manos por las que han pasado, hacen de ellos lugares mágicos. Al igual que el monasterio de San Salvador de Cornellana, el de Santa María la Real de Obona, en Tineo, guarda más de un secreto que no dejará indiferente a nadie.
La primera incógnita que rodea a este monasterio es su origen. Se cree que Santa María la Real de Obona fue fundada en el siglo IX por el príncipe Adelgaster y su mujer, doña Bruñilde. De este soberano, que se dice habría sido hijo del rey Silo, no existen apenas referencias documentales por lo que hasta su existencia es a día de hoy dudosa. El documento fundacional del edificio es considerado por muchos una mera falsificación destinada a concederle al lugar una impronta de la que habría carecido inicialmente. Aún así, dentro de la iglesia, en el muro septentrional del altar mayor existe una lápida funeraria que indica el lugar en el que se encuentra sepultado Adelgaster. Tras el altar, una tabla de madera muestra una pintura en la que, según cuenta, aparece representado este príncipe.
En el siglo XII el monasterio era un importante centro benedictino masculino compuesto por un templo, un claustro, dependencias conventuales y hospedería. Actualmente es la iglesia, construida en este siglo, el elemento que más antiguo de la construcción. Un templo románico que se conserva con escasas modificaciones y que aúna la arquitectura benedictina con la estética cisterciense, basada en la carencia de decoración y en la austeridad mural. La planta basilical se divide en tres naves de cinco tramos, rematándose en una cabecera triple, precedida por un tramo recto, donde la capilla mayor es mucho más grande que las laterales. Esta iglesia está dedicada a San Antolín y en su interior guarda una talla sobre el Altar Mayor del Santo Cristo de Obona.
Fue en ese mismo siglo cuando Alfonso IX, tras visitarlo, le otorgó el privilegio de paso obligatorio de los peregrinos hacia Santiago, que a día de hoy continúan acudiendo para visitarlo. Esto logró que su control agrícula y cultural sobre la zona aumentase. Los años siguientes fueron los de máximo esplendor para los monjes de Obona, que aplicaban técnicas innovadoras en la explotación agrícula y ganadera, además de impartir clases de filosofía y teología. Además, es en este monasterio donde se encuentra la referencia más antigua sobre la sidra en Asturias.
Cuenta la tradición que estos monjes ejercían el derecho de pernada sobre las recién casadas. Es decir, al acabar la ceremonia pasaban ocho días encerradas con ellos y así todos, uno a uno, disfrutaban de ellas. Además, si se quedaban embarazadas esos niños eran considerados hijos del monasterio y debían ser entregados.
Pero las incógnitas no acaban ahí. Cuenta la leyenda que el subsuelo de este monasterio esconde innumerables túneles repletos de joyas y grandes tesoros. Han sido muchos los aventureros que se han acercado al monasterio donde, unos misteriosos monjes, les han indicado la entrada a los laberintos. Una vez dentro, no se ha vuelto a saber nada más de ellos, a excepción de los lamentos que, dicen, pueden escucharse por las noches. También en estos túneles, cuentan, que se guardaba una fabulosa biblioteca de gran valor.
Para vivir de cerca estas leyendas y respirar su magia, solo tienes que acercarte hasta Obona. La entrada es libre y gratuita, tan sólo tienes que acercarte a la casa más próxima a la iglesia donde te darán la llaves con las cuales podrás retroceder nueve siglos atrás.
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