Declarado Patrimonio de la Humanidad, el Monasterio de San Salvador se alza a mitad del Camino Primitivo de Santiago como uno de los lugares de obligada visita
16 may 2018 . Actualizado a las 17:41 h.Situado en el camino primitivo que lleva hacia Santiago, a mitad de trayecto entre Grado y Salas, se encuentra una de las joyas románicas y barrocas más destacadas de la arquitectura asturiana: el Monasterio de San Salvador de Cornellana. Para llegar hasta él es necesario cruzar el puente del Narcea que marca el inicio del pueblo y continuar todo recto hasta llegar a la ferretería, situada a la mitad de Cornellana. SOlo falta girar hacia la izquierda y cruzar un pequeño puente que se eleva sobre el río Nonaya.Y al final del trayecto ahí está, imperturbable, un monasterio de casi 1.000 años que supone uno de los grandes emblemas del Camino Primitivo de Santiago. Su historia, arte e importancia hacen de él parada obligatoria a todo aquel que se acerque a Cornellana. El edificio, que también incluye una iglesia, cuenta, además, con un reconocido albergue municipal que abre todos los días del año y cuenta con un total de 26 plazas. Pero lo que más atrae de este conjunto arquitectónico son las distintas estampas en piedra de una osa amamantando a un bebé y la leyenda que lo rodea.
La arquitectura de este monasterio se encuentra claramente ligada a su historia. Tras la muerte en 1012 de Ordoño Ramírez el Ciego, su mujer la infanta Cristina, hija del rey Bermudo II y de la reina Velasquita, hizo voto de consagración fundando una primera iglesia en este lugar, para retirarse con su servidora, la monja Animia. En el 1024 se hizo monasterio dedicado a San Salvador, al igual que la catedral de Oviedo. A la hora de su fundación, el conjunto arquitectónico románico constaba de tres ábsides semicirculares y escalonados decorados en su exterior con columnas adosadas, ventanas en arco, molduras horizontales y canecillos decorados. Al lado, se eleva la torre campanario, cuya forma cuadrada destaca en altura y contrasta con los muros curvos de los ábsides.
Años después de la muerte de la infanta, que recibió sepultura en ese mismo lugar, uno se sus bisnietos, Suero Vermúdez donó el monasterio en 1022 a la Congregación de Cluny, grandes impulsores de las peregrinaciones a Compostela, quienes rehicieron la iglesia y levantaron el claustro y la galería. Tras desaparecer el poder de la orden del Cluny y verse el monasterio envuelto en varios conflictos durante la Baja Edad Media, en 1536 pasa a formar parte de la Congregación benedictina de Valladolid, que llevó a cabo nuevas reformas constructivas que supusieron la reedificación de todo el complejo, empezando por la iglesia para conseguir amoldarla a los nuevos usos y modas de la Contrarreforma. Este templo tiene una planta basilical de tres naves, separadas mediante pilares cruciformes. Las reformas del siglo XVII se centraron fundamentalmente en la construcción de una nueva cubierta abovedada, en el añadido de un coro elevado a los pies del templo y en la remodelación de la fachada. El interior se decora con excelentes retablos del siglo XVII.
A principios del siglo XVII y principios del XVIII se reformó el resto de las dependencias monásticas. Se dotó al monasterio de una elegante fachada de dos pisos, con ventanas molduradas en el primero y balcones de hierro en el segundo. El cuerpo central se adorna con los motivos típicos del barroco: columnas, balcones, frontón partido y enorme escudo. Finalmente, en 1878 la Iglesia consiguió comprar nuevamente el monasterio que pasó a manos del Obispado de Oviedo. El 3 de junio de 1931 fue nombrado Monumento Histórico-Artístico y, tras la Guerra Civil, el arquitecto Luis Menéndez Pidal llevó a cabo los proyectos de restauración de la iglesia, la torre románica y parte del claustro.
Tras décadas de abandono durante el siglo XX, en 1999 comenzó su rehabilitación, que fue escasa. Ante la pasividad de las instituciones, en el año 2013 surge un movimiento vecinal y se crea, así la asociación «Salvemos la iglesia y el monasterio de Cornellana de la ruina». En 2015 comienzan las obras de la techumbre y se declara el monasterio Patrimonio de la Humanidad.
La leyenda de la osa
El monasterio de Cornellana cuenta con una curiosidad única. Sus fachadas se encuentran plagadas de la misma escena: una osa amamantando a un bebé. Esta estampa se refiere a una historia que no encaja del todo con la del conjunto arquitectónico. Cuenta la leyenda que uno de los hijos de los Señores de Doriga, en un año que no se precisa, fue raptado por una osa, que echó a correr valle abajo cruzando el río Narcea. Tras buscar al pequeño desesperadamente, uno de los mozos encontró a la osa con el niño bajo el vientre, mamando. Tras dar la voz de alerta y huir la osa, el niño es llevado sano y salvo a casa. Sus padres, como símbolo de gratitud hacen construir una iglesia en honor a San Salvador y tallan en piedra la escena del niño mamando a la osa.
Una preciosa leyenda que, a pesar de ir en contra de la verdadera historia del monasterio, le añade un gran valor sentimental al conjunto. Una excusa más para visitar un lugar que no dejará indiferente a nadie.
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