
La asociación Liquen, como su homólogo vegetal, quiere generar suelo fértil en el tejido social entre el cemento urbano
04 dic 2017 . Actualizado a las 17:59 h.El liquen es un organismo pionero en la generación del suelo. Se instala en las grietas de las rocas y forma suelo fértil a partir de ellas. Liquen es el nombre de una nueva asociación surgida en Gijón que pretende emular a estos organismos, que son capaces de colonizar los ecosistemas más inhóspitos, para ir ocupando las grietas que existen en las ciudades con los principios de la permacultura como contexto. Su objetivo es crear tejido social generando espacios de encuentro y debate, en los que personas con inquietudes afines colaboren en una transformación social, ya iniciada en otras partes del mundo, para recuperar el contacto del ser humano con la naturaleza. Y del ser humano con el ser humano.
¿Qué es la permacultura?
«La permacultura es una recopilación de saberes ancestrales que se aplican a todos los aspectos de la vida», responde uno de los cinco impulsores de Liquen, Xicu Xabel González. Saberes que han perdurado por ser de sentido común y estar basados en el aprendizaje del entorno. La permacultura tiene tres principios fundamentales: el cuidado de la tierra, el cuidado de las personas y el reparto equitativo de la riqueza. El término, que es una contracción de agricultura permanente, fue acuñado por los australianos Bill Mollison y David Holmgren en 1978 y, quizá por ello, a veces se cree que solo se refiere a un sistema de diseño agrícola, pero también abarca los aspectos social, económico y político desde un mismo prisma ético que tiene como objetivo trabajar por un futuro sostenible.
«La agricultura es solo un pétalo de muchos. Y es verdad que no inventa nada nuevo, sino que recupera lo que sirve para aplicarlo a los tiempos actuales», aseguran González y Guille de la Tassa, otro de los integrantes de Liquen. «La idea es crecer más suave de acuerdo a lo que te permite el medio para así evitar el colapso», matiza González. «Además es una filosofía de vida, es una ciencia holística que proporciona herramientas para llevar a cabo esa forma de vida», añade otro de los miembros de Liquen, Golli Quintanal.
Una forma de vida que perdure en el tiempo, es decir, que consiga ser resiliente. La resiliencia, otro concepto fundamental en tiempos en los que impera el consumismo y crece la desigualdad social, se refiere a la capacidad de adaptación a condiciones cambiantes o inesperadas del entorno. «Las herramientas de la permacultura abarcan todo: el comercio, cómo cuidar la salud, la soberanía alimentaria, el cuidado de las relaciones personales, de las comunidades…», insisten.
¿Por qué surge Liquen?
Quintanal y De la Tassa regresaban recientemente a Asturias tras pasar varios años en el extranjero. «Al volver vimos que faltaba esa salsa social que hace que la gente conecte. Lo que echábamos en falta era el guiso que uniera todos los ingredientes», dice De la Tassa, que explica que Liquen, en trámites para ser asociación, se formó en marzo, cuando se conocieron él y Quintanal en otros proyectos de permacultura en los que también coincidieron con el resto de impulsores de este colectivo.
«Oficialmente el nombre es de septiembre y, en octubre, hicimos el primer encuentro en La Revoltosa, en Gijón», explica Quintanal. «La gente del movimiento permacultural estamos bastante juntos e intentamos colaborar en todo lo que podemos unos con otros y, de ahí, surge la idea de venir a llenar un espacio que no había. Un espacio más en el movimiento, orientado más a gente joven, hacia lo urbano y que ahora se está convirtiendo en algo de más alcance», añade. «Y en el que tiene cabida todo», matiza González.
La parte social del proyecto es importante. La permacultura, de hecho, aboga por recuperar las relaciones que se establecen en una comunidad, entre las personas y con el entorno. «En las ciudades prima el individualismo, se han ido perdiendo las relaciones sociales y queremos volver a conectarlas», indica González. «Tal como están las ciudades configuradas es difícil contactar en ellas pero hay personas que tienen estas inquietudes», explica Quintanal. Con Liquen pretenden facilitar esa conexión: «Es un papel importante para esa gente que no sabe dónde buscar y, de hecho, quienes nos han ido conociendo lo agradecen. Ofrecemos una alternativa».
Uno de los principios de la permacultura es el cuidado de la gente y, por los motivos que sean, las personas hoy en día parecen estar en una búsqueda permanente de la felicidad. O en un estado continuo de infelicidad. «La gente no es feliz. Hay malestar, algo pasa», consideran Quintanal y González. Este último recuerda que Asturias es la comunidad española con la mayor tasa de suicidios desde hace años. «No todo tiene por qué ser fatalidad. La permacultura puede ser una alternativa», incide De la Tassa.
Quintanal pone su propia experiencia como ejemplo de que, al menos para algunas personas, realmente los principios permaculturales son un camino del que no se quiere salir una vez iniciado: «Cuando alguien se relaciona con algo vivo, cuando ves cómo funciona la vida, el desarrollo de la conciencia es mayor. En mi caso es lo que me ha pasado desde que empecé a cultivar». Menciona, por ejemplo, los beneficios que tienen los huertos como terapia y cómo suponen conseguir salud y bienestar personal y social. «Existe un sentido interior que te conecta con todo lo vivo, lo que afecta a tu entorno y planeta lo vas a acabar sintiendo cuando, después de todo el desarrollo que ha tenido la especie humana, eso cada vez tiene menos prioridad».
En todo caso, «no queremos decirle a nadie cómo vivir; existe una diversidad enorme de estilos de vida pero confiamos en que estas inquietudes son innatas al ser humano». El objetivo de Liquen, por ello, es despertarlas.
¿Qué tipo de actividades propone esta asociación permacultural?
Liquen se encuentra ahora en una fase de difusión y concienciación. «Queremos hacer que todas esas personas con las mismas inquietudes nos pongamos en contacto y descubran que esta es la forma de vida». Para ello, se están organizando varias líneas de eventos en las que, de momento, se está explicando qué es la permacultura, por qué es importante y qué acciones se pueden llevar a cabo de manera inmediata.
Otro principio permacultural es intentar que cada acción que se lleva a cabo tenga un rendimiento y cubra varias funciones o necesidades. La semana pasada, por ejemplo, se organizaba el primer alderique en La Manzorga, en Gijón. «Van a ser tertulias lo más periódicas posible en las que se pueda tomar algo mientras compartimos temas interesantes, proyectos personales… Y, con ellas, se cubren varias funciones», explica Quintanal. De mano, servirán para difundir las ideas de la permacultura, además de cumplir una función formativa y, por supuesto, social al poner en contacto a las personas y mejorar sus vínculos personales.
Líquen también empezará a organizar proyecciones de documentales. La primera sesión se celebrará el día 12 de este mes en el Manglar de Oviedo con la proyección del documental Inhabit, revelador para quienes quieran entender las claves de la permacultura. «Tenemos en mente, además, organizar un festival que reúna varias actividades diferentes y atractivas, con talleres, más proyecciones, debates, actividades infantiles, dinámicas de juego en las que puedan participar adultos, conciertos… Es una forma de que se acerque gente que de primeras no iría a una charla sobre permacultura. Además, cubres la necesidad lúdica de la persona, se hace una formación progresiva y vas creando ese tejido social», explican.
En febrero, tienen previsto organizar un curso de permacultura enfocada desde el punto de vista de la persona, de la economía y del cultivo urbano y, en primavera, salidas a la naturaleza con carácter botánico que llevarán por nombre Cascoxu (caracol en asturiano). Otra de las líneas de actuación pondrá en práctica, a través del asesoramiento de todo tipo de proyectos urbanos, individuales o comunitarios, el trabajo voluntario y gratuito que caracteriza a las andechas. Desde lo más básico. Por ejemplo, según apunta Quintanal, «si alguien tiene un espacio en casa, aunque sea el alféizar, le facilitamos cómo puede tener un balconcito con plantas aromáticas». O crear un grupo de consumo. La idea de fondo es insistir en el apoyo mutuo, en el ‘hoy por ti, mañana por mi’. «La gente está pidiendo este tipo de actividades y estamos viendo que cada vez asisten más personas a las convocatorias que hacemos. Y que salen encantadas. Surgen propuestas incluso y se está creando tejido social. La mecha está prendida».
¿Qué actuaciones urbanas se pretende llevar a cabo?
A medio plazo, los integrantes de Liquen quieren disponer de espacios en las ciudades. Quintanal pone como ejemplo lo ocurrido en Todmorden, un pequeño pueblo inglés de 15.000 habitantes conocido por su proyecto de agricultura urbana local. «Una mujer empezó a plantar hortalizas en todas las pequeñas esquinas verdes y tuvo un gran éxito», explica. Hasta el punto de que hoy son varios centenares los vecinos que, de forma voluntaria, se encargan de mantener y cuidar esos pequeños huertos que se reparten por toda la localidad y cuyos frutos, cuando llega la hora de la cosecha, están disponibles para cualquier persona.
«En muchas ciudades se han ido creando nuevos espacios de regeneración social en zonas deprimidas. Hay miles de ejemplos y modelos por el mundo en los que ya no solo es la huerta por la huerta, sino que se generan muchos más beneficios al convertirse en espacios sociales, con la parte de puesta en común de la gente, el apoyo mutuo y la creación de un espacio público de verdad, en el que la gente realmente sea dueña del espacio», sostienen.
En Asturias, además, recuerdan que existe un serio problema desde hace años ante el elevado éxodo de jóvenes dada la falta de oportunidades laborales. «Cada tantos minutos emigra un joven y si vienes de fuera se nota. Si te proponen otras formas de ocio y esto desemboca en adquirir conocimientos para desarrollar otro tipo de proyectos, de trabajos, de emprendizajes… puede tener un efecto positivo. Sería un catalizador», consideran. Hasta entonces, el camino de la permacultura ya está trazado en Asturias. El tiempo dirá si este liquen, como su homólogo vegetal, consigue instalarse en las grietas del frío cemento urbano.