Sami Ashour: «Milagrosamente he conseguido traer a mi madre de Gaza, pensé que no la iba a volver a abrazar»

ACTUALIDAD · Exclusivo suscriptores

Este vecino de Santiago logró repatriar a su progenitora, que con 74 años y diabetes sobrevivió a un año y medio de bombardeos
23 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.«Acabamos de aterrizar en Compostela. Mi madre está con nosotros». Con este mensaje a las nueve y cuarto de la noche del Viernes Santo, el palestino Sami Ashour anunciaba el milagro de haber sacado viva de Gaza a la persona que más quiere en el mundo tras un año y medio de bombardeos israelíes. Vecino de Santiago, doctor en Economía, trabajador de la USC y presidente de la Asociación Galaico Árabe Jenin, reconoce que lloró de emoción cuando pudo abrazar, de nuevo, a Ibtisam, que, con 74 años, diabetes y un hombro dañado durante los ataques, sobrevivió en una tienda de campaña. Su nombre significa sonreír y lo hace pese a todo.
—¿Cúando fue evacuada?
—El 16 de abril, cruzó la frontera entre Gaza e Israel con un grupo de 23 personas, acompañadas del cónsul de España en Jerusalén; les sellaron el pasaporte y los llevaron en autobús hasta la frontera jordana y luego, a un hotel, donde tuvieron que permanecer 73 horas de tránsito. Yo volé a Amán para que no estuviera sola.
—¿Cómo fue el reencuentro?
—Lloramos de emoción porque se me había pasado por la cabeza que no la iba a volver a ver ni a abrazar. Vivir bajo bombardeos permanentes es una lotería. Cada vez que sonaba el teléfono, pensaba: Madre mía, algo malo pasó. Perdimos a familias enteras. El primo de mi madre, su mujer, hijos y nietos, unas veinte personas, murieron en un bombardeo.
—¿A quién solicitó su salida?
—Siendo ciudadano español, tengo derecho a repatriar a mis familiares de primer grado. En noviembre del 2023, hice la petición al Consulado de España en Jerusalén y hace un mes me dijeron que había posibilidad de sacarla en un grupo. Primero iba a ser el 2 de abril, luego el 9, y finalmente fue el 16. Tardaron mucho, pero estoy muy agradecido. La cónsul española en Jordania es una santa, se esforzó muchísimo; estaba pendiente del grupo, los niños y las mujeres, de si les faltaba comida, ropa o carritos para los bebés. Hasta les trajo chocolate.
—Temía por su vida.
—Claro. Además de los bombardeos, es una tortura no tener comida ni luz ni agua potable. Son unas condiciones infrahumanas. Es diabética y no había insulina; se cayó dos veces sobre el mismo hombro durante los ataques y no tenía ni paracetamol; el Ejército israelí la echó tres veces de su casa y estuvo cinco meses en una tienda de campaña en Al Mawasi.

—¿Y con qué se alimentaba?
—La UNRWA le daba comida en lata y legumbres, como garbanzos y habas, pero no tenía fruta ni verdura ni carne. Al llegar a Galicia, no quería comer porque todo le sabía amargo, pero le apetecían unos huevos fritos. Le he hecho carne y pescado, que le encanta.
—¿Está desmejorada?
—Sí, física y psicológicamente. Ayer, estaba durmiendo la siesta y empezó a decir: ¡Aviones, aviones, aviones! La llevé al CHUS porque adelgazó y le duele mucho un hombro y le hicieron varias radiografías. Está contenta de estar en Galicia porque aquí tiene a dos hijos, incluido el benjamín, que es el más querido y ahora va a ser papá, pero se pone triste pensando en los hijos y nietos que siguen en Gaza. Somos nueve hermanos y cinco continúan allí. Es doloroso.

—Es una suerte tenerla aquí.
—Sí, es un milagro porque no quería irse y me peleé mucho con ella. Afortunada y milagrosamente he conseguido traer a mi madre de Gaza porque su salud estaba en peligro. Ella creía que si salía ya no iba a volver y quería quedarse en su casa, en su país, con su familia. «Prefiero morirme aquí», decía, pero no estamos para morir, sino para vivir. Al final, me dijo que sí, sobre todo porque está en Santiago el benjamín. Él salió en agosto pasado de Gaza con la familia de su mujer pagando a los egipcios 5.000 dólares por barba.
—¿Asumió el Consulado el gasto de la repatriación de su madre?
—No, pagamos nosotros todo, vuelos y hoteles. Es el mejor dinero invertido de mi vida; me han devuelto la vida. Mi madre lo significa todo. La quiero más que a mis hijos, más que a mi esposa; es la mujer de mi vida. Y por ello pagaría todo lo que tengo y más.