Natalia Martínez descubrió su embarazo cuando estaba de 6 meses: «Le dije a mi marido: 'Siéntate, que en tres meses vamos a ser padres'»

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Embarazo encriptado. Sí, existe. No todos tienen que tener síntomas. Y si no, que se lo pregunten a Natalia: «Lo había visto por la tele, pero no me creía que pudiera haber este tipo de embarazos, hasta que me pasó a mí»
20 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Para muchas personas resulta muy difícil creer que una mujer no se entere de que está embarazada hasta la mitad de su gestación o incluso más allá. Pero cada embarazo es un mundo y hay algunos incluso que no desarrollan los síntomas. Se llaman embarazos encriptados y pasan completamente desapercibidos para la madre y las personas de su entorno, incluso hasta el momento del parto. Y aunque no es muy común que se den, a Natalia sí le pasó. Hace ocho años nada hacía presagiar que estaba embarazada. «Yo tomaba la píldora. Y mientras estaba embarazada seguí tomándola, porque claro, no lo sabía. Entonces, la píldora lo que hace es que te provoca sangrados artificiales. Así que todos los meses tenía la regla. El mes que no me vino fue cuando me hice un test y di positivo. Fui a la matrona, y me confirmó que estaba embarazada. Hasta ahí, bueno, bien. Pero cuando me hicieron la eco descubrimos que estaba de 27 semanas, ¡seis meses y medio!», explica esta vecina de Neda, que se quedó completamente en shock cuando recibió la noticia. «De hecho, incluso adelgacé esos meses. La gente que a lo mejor no me veía desde hacía tiempo, me preguntaba si estaba a dieta porque había bajado de peso. La matrona también me explicó que hay mujeres que adelgazan los primeros meses de embarazo». Y continúa: «Entonces, tomaba la píldora, tenía la regla, había adelgazado... y resulta que estaba embarazada de seis meses y medio. Es lo último que me imaginaba». La noticia también dejó perpleja a su pareja. «Había ido con mi marido, que entonces éramos novios, y cuando salí le dije: ‘Siéntate, siéntate. Pues sí que estoy embarazada, pero no de lo que pensábamos, porque en tres meses ya vamos a ser padres’. No hubo tiempo casi ni a reaccionar, y tuvimos que espabilar, porque había que mirar todo y no quedaba nada».
Quienes mejor se lo tomaron fueron los abuelos: «Ese mismo día se lo dije a mis padres, y mi padre tenía una sonrisa de oreja a oreja que no se le quitaba. Estaba encantado. Aunque claro, también fue una sorpresa cuando le dije que estaba ya de seis meses. Se quedaron en plan: ‘¿Cómo?’. Fue un shock para todos. Pero claro, es que tampoco había la opción de ‘me lo pienso’. Es que venía ya». A partir de ese momento y tras las explicaciones de la matrona, se enteró de que su embarazo era encriptado. «Claro, yo me quedé tan sorprendida... porque además había visto un programa de estos que se hacen en Estados Unidos y que hablaban de este tipo de embarazos, pero yo no me lo creía hasta que me pasó a mí. Y a raíz de pasarme ya me enteré de más casos que me fueron contando. De una prima de no sé quién, que se enteró prácticamente en el paritorio, y de otra que descubrió que estaba embarazada de ocho meses... No es una cosa que pase todos los días, pero sí que hay casos», cuenta.
Y recuerda que cuando se lo dijo a una amiga suya, casi se cae para atrás del susto: «Hasta se puso mal cuando se lo conté, se medio desmayó y tuvo que venir a buscarla el padre. Me decía: ‘¿Pero cómo te ibas a enterar si saliste de fiesta con nosotras?’. Le costó creerlo. La verdad es que a mí también. Yo quería ser madre, pero mi idea era primero casarme y luego tener niños. Pero vino como vino». «A otras amigas se lo dijimos el fin de semana después de enterarnos, porque ya teníamos programado un viaje a Madrid y lo mantuvimos. Cuando se lo contamos, tampoco se lo creían. Mi marido les tuvo que enseñar las últimas búsquedas de Google del móvil y todas eran de cunas, cochecitos y esas cosas. Hasta que no vieron eso, no nos creyeron», relata.

«A los quince días de hacerme el test ya me empezó a salir barriga y me imagino que ahí, en el momento en el que viera que empezaba a engordar y a verme barriga de embarazada, pues ya me daría cuenta. Luego ya sí que notaba cómo se movía el bebé... Pero si no llego a tener la falta, me enteraría aún más tarde», indica.
«No tendré más hijos»
Y así fue cómo nació su hija Xiana. «Fue un embarazo tan bueno, que como digo, no me enteré. Incluso después de saberlo me sentía fenomenal. El parto ya fue otra cosa, porque fueron 42 horas, para acabar, finalmente, en cesárea. Y luego, hasta que la niña no cumplió 3 años y medio —ahora tiene 8—, no supimos lo que era dormir una noche del tirón. A veces me iba a trabajar habiendo dormido una hora. Ya no nos quedaron ganas de tener más hijos, porque además, yo en aquella época trabajaba en ayuda a domicilio y tenía que coger el coche sin dormir mucho... Pero también es verdad que tuve ayuda de mis padres», explica.
Natalia confiesa que desde el primer momento que supo que estaba embarazada, le vinieron todos los miedos de golpe. «Había ido a dos bodas y algún que otro día también había salido. No soy mucho de jamón serrano, pero seguro que comí carne poco hecha... Claro, yo hacía una vida normal porque no sabía que estaba embarazada. Pero es verdad que estando en la Festa da Fraga de As Pontes me encontré fatal. En ese momento, lo achaqué a que había salido la noche anterior. Pero era algo inusual, nunca me había pasado eso de sentirme mareada y con ganas de vomitar. Y a los 20 días de eso fue cuando me enteré de que estaba de más de seis meses. Tuve miedo de haber hecho algo que pudiera haber afectado al bebé, pero lo hablé con la matrona y me tranquilizó», comenta. De hecho, Xiana siempre tuvo una salud de hierro: «La niña salió perfecta. En 8 años ha ido solamente dos o tres veces a urgencias, salvo las consultas obligadas de revisión».
Desde el momento en el que los médicos le diagnosticaron un embarazo tan avanzado, pues le faltaba solo una semana para entrar en el tercer trimestre, ya fue considerado de riesgo. «Porque claro, no tenía ningún control previo. Yo me enteré en la semana 27 y hasta la 29 no me empezaron a hacer seguimiento en el hospital. Y ahí ya lo consideraron de alto riesgo, porque tenían que ver que estaba todo bien. Pasé un mes de locos. Todas las pruebas que hacen las embarazadas en 9 meses, yo las tuve que hacer en un mes, excepto la de la semana 12, que esa es como la más importante y había que hacerla en esa semana, si no ya no valía. Pero bueno, todo fue bien». Ni siquiera tuvo que esperar para saber el sexo del bebé: «Se veía perfectamente y ya me dijeron que era una niña. No había duda. Y en un primer momento se veía pequeñita, pero al final pesó 3,520 kilos, vino bien de tamaño, de peso y de todo. Aunque, lógicamente, hasta que no nace y ves que está bien, siempre tienes miedo». Otro motivo de estrés fue adquirir todo lo necesario para el bebé en tiempo récord. «Al final te van regalando cosas. Mis padres nos dieron el cochecito, la cuna era de mi sobrino... pero tienes que ir organizándolo todo porque no tienes tiempo. ¡Y que no se nos adelantara! Fue todo un poco locura».
Ahora lo ven como una anécdota y no dudan en contárselo a su hija: «Le decimos que estaba escondida y que no quería salir. Y ella siempre responde que eso era porque estaba muy a gusto dentro». Y tanto.