Carles Porta: «Decidimos no contar la historia de Diana Quer, para no generar más dolor»

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Nadie narra la crónica negra de nuestro país como él, que es capaz de hacer series de la no ficción. Narrar la realidad ya es un género en sí mismo, el «true crime»: «Los crímenes son siempre sorprendentes. Son un ?thriller? de la vida»

21 abr 2025 . Actualizado a las 09:43 h.

Su voz es inconfundible. Igual que su manera de narrar los sucesos hasta llegar al culpable del delito. Carles Porta (Vilasana, Lérida, 1963) ha logrado hacer de los crímenes más conocidos de nuestro país una escuela narrativa, que nos engancha hasta descubrir el detalle que hizo a la policía dar con el asesino. Prueba de ello es su nuevo proyecto, La caza del solitario, que acaba de estrenar en Movistar Plus. Es el rey del true crime, aunque le cueste reconocerlo.

—Se podría decir que eres el gran cronista de crímenes de este país, el Conan Doyle español...

—No sé, eso de los títulos ya sabes que los pone más la gente de fuera que uno mismo. Yo creo que hay dos maneras de ver esto. Una es a través de los periodistas de sucesos, que en Galicia tenéis muchos y muy buenos. Y otra es a través del true crime, que para mí es un género narrativo en sí mismo. Y quizás yo me he hecho un camino ahí. Pero es un camino más narrativo que de crónica negra. Por aquí, no se estilaba tanto narrar los crímenes literaria y cinematográficamente, que es lo hacemos nosotros.

—¿Por qué nos enganchan tanto las historias de crímenes?

—Yo te puedo decir lo que a mí me engancha, que es el material narrativo que siempre hay detrás de un crimen. Tienes una víctima, que podría ser el personaje bueno. Ahí ya hay una base narrativa importante, quién era, qué le pasó... Y luego tienes el malo muy malo. Y se va generando ese thriller que, narrativamente, es muy potente. Luego, si entras en la personalidad de las personas que hacen esas cosas, descubres desde la normalidad absoluta, con lo cual siempre es sorprendente, hasta la maldad más disimulada, que también es sorprendente. Los crímenes siempre son sorprendentes. Que alguien se atreva a matar a alguien, que lo planifique, lo ejecute y luego lo persigan y lo cacen es un thriller de la vida. Y es maravilloso, narrativamente hablando.

—En Movistar Plus le dedicas tres capítulos al solitario, al que se le atribuyen más de 30 atracos a mano armada en bancos, ¿por qué has empezado por él?

—Hace dos años empezamos en Movistar Plus un proyecto que se titulaba Luz en la oscuridad y tratábamos diferentes casos. Uno de los que emitimos fue el del Chucán, que era de Sober —confesó en La Voz que había matado a una prostituta tras ser absuelto de asesinato—. Entonces, hemos hecho varios casos, yo diría que siete u ocho. Lo que hacemos es trabajar en paralelo muchos casos, porque cuesta mucho tener todos los elementos que necesitamos para hacer un buen true crime. Y con el solitario llevábamos ya dos años y pico o casi tres intentando conseguir que los investigadores y personas cercanas a la familia de las víctimas hablaran. Y cuando vimos que lo teníamos, se lo propusimos a Movistar Plus y nos dijeron que sí. Por eso lo hemos hecho ahora. Pero trabajamos durante muchos años para conseguir a todos los personajes que luego se ven en la serie. La gente piensa que eso es muy fácil, pero es complicadísimo. En este caso nos pasó con Jesús Mesa, que tiene una historia de película, porque era íntimo amigo de uno de los guardias civiles que murieron y que luego luchó por formar parte del equipo de investigación hasta que detuvieron al solitario. Y eso es un guion de película, y te lo da la realidad. Convencer a Jesús nos costó muchísimo.

—¿Alguna vez se arrepintió el solitario de la muerte de los dos guardias civiles?

—Él no lo ha reconocido nunca. Estos últimos días que hemos vuelto a hablar con él, insiste en que no lo hizo. Que fue un montaje y que se lo atribuyeron a él. Además dice: «No puedo arrepentirme de algo que no he hecho». Insiste en eso.

«Dolores Vázquez siempre tendrá esa mancha en su alma»

—¿Cuál es el delincuente que más te ha fascinado?

—Ahora mismo el solitario, porque llevamos mucho tiempo con él. Hemos hablado con él en la cárcel y todo. Y realmente es un tipo fascinante. Fascinante y condenado. Y luego he estado 30 años persiguiendo a un supuesto asesino y todavía no lo he encontrado. Es la historia de la montaña de Tor, que está al lado de Andorra, en el Pirineo leridano, en el que mataron al dueño de la montaña más grande de la zona. Llevo desde el año 97 intentando encontrar al asesino. He hecho libros, una serie... Ahí estoy detrás de alguien después de casi 30 años a quien no puedo atrapar. Y eso me quita el sueño.

—¿Alguna vez has pasado miedo por querer investigar algún caso?

—Yo no soy consciente de haber pasado miedo. Pero sí que es probable que haya vivido situaciones un poco tensas, amenazas y todo eso. Quizás es la inconsciencia la que hace que te metas en ese tipo de fregados. E igual sí que he vivido situaciones complicadas, pero sin darme cuenta. Las amenazas tampoco las he percibido como algo que tuviese que asustarme. No he hecho caso ninguno.

—Te tengo que preguntar por los dos grandes casos de Galicia, el de Asunta y el del Diana Quer.

—Hemos hecho capítulos con ellos en Por qué matamos, pero tampoco te puedo decir que hayamos entrado mucho. A nosotros nos hubiera gustado contar el caso Asunta en televisión, pero ya tiene poco sentido hacerlo porque Ramón Campos lo hizo muy bien. Y en el caso de Diana Quer, nos hubiera gustado contar la historia de todo lo que pasó, y teníamos una perspectiva muy interesante y distinta, pero los padres de la víctima no quisieron. Y cuando ves que vas a generar más dolor del que ya existe, decidimos no hacerlo.

—En el caso de Asunta, ¿qué es lo que puede llevar a unos padres a matar a su hija?

—Una de las cosas que intento hacer siempre es no juzgar. Pero, en este caso, no lo sé. Sé lo que he visto y he leído, y eso solo lo puede decir Alfonso Basterra. Rosario ya está muerta. No puedo ir más lejos. Y es una de las cosas que he aprendido con los años y que siempre le digo a mi equipo: «Nosotros no resolvemos casos». Eso lo tiene que hacer la Guardia Civil, la policía, los fiscales, los jueces...

—Tenemos otra gallega que fue acusada injustamente de matar a Rocío Wanninkhof: Dolores Vázquez...

—Es un ejemplo enorme de que la presunción de inocencia es algo sagrado y la gente lo debería recordar con frecuencia. Y es un ejemplo también de mala praxis y error gravísimo. A esta señora jamás se la podrá resarcir de ese peso, de esa losa. Por muchos premios y homenajes que le den, esa mancha en su alma siempre estará ahí. Y eso es muy duro.

—En su caso, en lugar de aplicar el principio de inocencia, todos le aplicamos el de culpabilidad.

—Estoy de acuerdo. Porque cuando ves las pruebas, no había nada. Pero nada de nada. Empezando por los señores investigadores. Y estos casos ponen sobre la mesa que hay veces que también la cagan. Aunque yo creo, porque lo veo constantemente, que tenemos unos cuerpos policiales que lo hacen muy bien en general. Pero en este caso, la cagaron enormemente. Y cuando pasa algo así, lo que tienen que hacer es reconocerlo y pedir disculpas. Cosa que no sé si se ha hecho.

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—¿Gracias al documental de la chica de Portbou, lograsteis identificar a la víctima?

—Sí, pudimos ponerle nombre después de 32 años. Portbou es el último pueblo de Cataluña antes de entrar en Francia. Un día de hace 32 años apareció a las ocho de la mañana una chica ahorcada en un pino. Y durante todo este tiempo nadie supo nunca quién era. Hasta que nos pusimos a investigar y tuvimos suerte, porque el forense dijo que podría tratarse de alguien del centro o del norte de Europa, y nosotros llevábamos mucho tiempo poniéndonos en contacto con medios de Alemania y de Austria. Un medio austríaco, con nuestra ayuda, publicó un reportaje sobre esa chica y lo vio casualmente una mujer de un pueblo del norte de Italia, Lana, que dijo que era su vecina. Y ahí pudimos ponerle nombre.

—Y gracias a eso su familia pudo saber, al menos, dónde estaba.

—Cuando te pasa una cosa así es muy emocionante y muy gratificante. Serle útil a alguien que sufre. Y esa familia llevaba 32 años sin saber nada de su hermana y de su hija, que un día desapareció en Florencia. Y que tú puedas llamarles y decirles que la hemos encontrado, eso les permite descansar. Por eso lo de las desapariciones es tan terrible. Siempre digo que es mucho más duro no saber dónde está tu ser querido que que haya fallecido por la razón que sea. Porque ahí sabes que hay un final. Pero en una desaparición no lo sabes. Y es un pesar infinito. Es terrible.