Dos hermanas de Muros piden ayuda en las islas Mayotte tras el paso del ciclón Chido: «Solo les queda comida para dos días más»
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Nerea García, amiga de Carina y Carla Sendón, lamenta la falta de iniciativa de los Gobiernos español y francés
19 dic 2024 . Actualizado a las 11:59 h.Carina y Carla Sendón González, dos hermanas de Torea (Muros), llevan algún tiempo viviendo en Mayotte. Carina, de 32 años, decidió irse a la isla —un departamento francés al norte de Madagascar— cuando tenía 26, porque vio que se necesitaban profesores de español. Carla, su hermana pequeña, de 27 años, la siguió poco después. Las dos estaban en sus casas el sábado, disfrutando del primer día de vacaciones navideñas, cuando el ciclón Chido golpeó la isla con vientos de más de 200 kilómetros por hora.
«Carina lo ha perdido todo», cuenta su amiga Nerea García, valenciana, que se fue de Mayotte en julio después de cinco años allí porque consiguió otro trabajo en Francia. «El último mensaje que me mandó el sábado fue: “Ya no tengo comedor, estoy refugiada en mi cuarto”. El lunes, cuando pude hablar con ella, me dijo que todo el techo se había desprendido y que había salido por los pelos», añade.
Carla tuvo algo más de suerte. Su casa aguantó, ahora Carina está con ella, pero hay decenas de goteras, solo les queda comida para dos días y ni el Gobierno francés ni el español parecen reaccionar. «Se pasan la pelota los unos a los otros. Hemos intentado contactar con el Consulado, pero de momento solo nos han ofrecido incluirlas en una lista de personas atrapadas. No nos dan otra solución —lamenta Nerea—. Yo he vivido la dana en Valencia y esto es exactamente igual, o peor».
La isla de Mayotte, la única que decidió no independizarse del archipiélago de Comoras, es uno de los departamentos franceses más pobres y la mayoría de las casas son de barro y chapa de aluminio. Se trata de meras chabolas improvisadas por las decenas de miles de migrantes irregulares que ven en el departamento una puerta a Europa. Solo la comunidad blanca de la isla —médicos, profesores o militares que no tienen pensado quedarse mucho tiempo— puede pagar viviendas mejores, de ladrillo, pero ni siquiera esas resistieron el embate del ciclón Chido.
Las dos hermanas están sin coche, sin teléfono —todavía no hay electricidad— y sin red móvil, que solo funciona cerca del aeropuerto y en la capital, Mamoudzou, a unos veinte kilómetros de donde viven. El hospital, que ya en condiciones normales era «infrahumano», apenas funciona, los supermercados están cerrados y por las noches constantes saqueos asolan las pocas casas que siguen en pie. «Siempre ha sido una isla bastante violenta y ahora es la guerra», dice Nerea.
El sábado empezaban las vacaciones de Navidad en Francia y casi todos los españoles de Mayotte, unos cincuenta, iban a volar a casa. Pero ante la alerta por temporal la compañía aérea tuvo que reubicarlos a todos: «A algunos les adelantaron el vuelo al viernes y a otros se lo aplazaron al domingo. Nadie se esperaba que la torre de control quedase inutilizada y ahora hay parejas que uno está en España, o Francia, y el otro sigue en Mayotte».
Nerea, Carina y Carla forman parte del mismo grupo de amigos que la ourensana Raquel Trigo, entrevistada el martes por La Voz de Galicia. «Raquel también me lo contó: “Nerea, no hay nada, ni carreteras, la gente no sabe qué hacer”. Ella por lo menos tiene la suerte de que su casa resistió».
Emmanuel Macron ha visitado este jueves el departamento, dos días después de lo previsto, y con él llevaba cuatro toneladas de ayuda alimentaria y sanitaria. También han viajado en el avión especialistas de los servicios de emergencia, que se quedarán en la isla para ayudar en todo lo que sea posible.