Francçois Bayrou, un macronista que marcará su propio camino
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Al asumir la jefatura de Gobierno, el veterano político cierra un círculo que empezó con su apoyo al presidente en el 2017
14 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Siete años de espera y siete días en ascuas. Ese podría ser un buen resumen del angosto camino de François Bayrou hasta convertirse en primer ministro. Durante la última semana, Emmanuel Macron lo mantuvo en vilo, igual que al resto de Francia, alternando entre el entusiasmo y las dudas al ritmo de sus propias vacilaciones.
Finalmente, en cierto modo, Macron le ha devuelto un favor. El férreo apoyo del líder del MoDem (Movimiento Democrático, centrista) fue decisivo para la primera victoria del presidente en el 2017, y desde entonces se imaginaba entrando en Matignon. Hicieron falta una Asamblea Nacional agrietada, una crisis política sin precedentes, una moción de censura a Michel Barnier y la necesidad imperiosa de un primer ministro pararrayos para que, a sus 73 años, Bayrou fuera elegido. La misma edad que la de su predecesor defenestrado.
Esta larga espera se debe, probablemente, al carácter de ambos políticos y a sus diferentes concepciones de lo que debe ser un primer ministro. Macron busca un colaborador, alguien sin entidad política propia que le deba todo. Pero Bayrou es la antítesis de ese perfil. Un aliado, pero no subordinado; un hombre que, a lo largo de su vida, ha cultivado tanto su autonomía personal como la del centro político.
«Bayrou no tiene jefe, es un hombre libre. No es alguien que se vea dentro de jerarquías», confió hace años Marielle de Sarnez, su eterna compañera de partido, al diario Les Échos. En efecto, el alcalde de Pau concibe una «corresponsabilidad» entre el presidente y él, una relación entre dos personas que discuten francamente la situación y pueden asumir desacuerdos. «No estoy ni estaré en las manos de nadie», insistió.
Aunque el líder del MoDem no quiere depender de la extrema derecha, Marine le Pen no pasará por alto que él le otorgó públicamente su aval para que pudiera ser candidata en el 2022. «Nunca he tenido la menor simpatía por el RN, pero siempre me he batido por el pluralismo», subrayó Bayrou. Esa máxima se remonta a su juventud, cuando siendo hijo de campesinos obtuvo a los 23 años el título de profesor de letras clásicas, dos semanas después de la muerte repentina de su padre Calixte. Aún hoy vive entre París y Bordères, su pueblo natal, donde cría caballos, y no tiene ninguna complacencia con los altos cargos parisinos. «El problema de Francia es la endogamia de sus élites», considera.
Y desde su trabajo como docente saltó a la política. Se convirtió en diputado en 1986 y en 1993, con 42 años, fue nombrado ministro de Educación. Ahora, más de tres décadas después, su mayor temor es que el polo central se divida nuevamente entre derecha e izquierda. «Sería un drama nacional», asegura, como si eso supusiese el colapso de su propia vida. Por eso, aunque ha expresado numerosos desacuerdos con la política gubernamental, siempre ha procurado no criticar al jefe de Estado. «No queda mucha gente alrededor de Macron, pero Bayrou sigue ahí», señalan desde el MoDem.