Lo que hay detrás del misil ruso

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

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Zelenski, el jueves en un homenaje a los muertos durante la revolución del Maidán.
Zelenski, el jueves en un homenaje a los muertos durante la revolución del Maidán. CONTACTO vía Europa Press | EUROPAPRESS

23 nov 2024 . Actualizado a las 12:48 h.

Se ha escrito que el presidente norteamericano Joe Biden, al autorizar la utilización por parte de Ucrania de sus sistemas de misiles ATACMS contra territorio ruso, buscaría complicarle la vida a Donald Trump para cuando tome posesión. No es cierto. Se trata más bien de una medida desesperada para intentar que Ucrania pueda conservar el saliente de Kursk, el pedazo de territorio ruso que controla, y que se considera clave de cara a una negociación territorial. De hecho, la autorización está restringida a esa zona y, por desgracia para los ucranianos, no les dará una gran ventaja. Los rusos, por su parte, no han desaprovechado la ocasión para declarar esto «una escalada» en el conflicto, cuando ellos llevan años atacando directamente territorio ucraniano. Y es para dar solemnidad a esa amenaza por lo que Rusia lanzó el jueves un misil balístico contra la ciudad ucraniana de Dnipró. Kiev lo tomó inicialmente por un misil intercontinental y eso disparó todas las alarmas en la prensa. Al final, era un misil de alcance medio, si bien es comprensible que los ucranianos lo hayan confundido porque se trata de un nuevo modelo basado en el RS-26 Rubezh, que lleva cabezas nucleares y sí es intercontinental. Es muy posible que el Kremlin haya querido fomentar esa confusión intencionadamente, si bien tuvo buen cuidado de informar a Washington horas antes del lanzamiento, no fuera a ser que también se confundiesen los norteamericanos y respondiesen.

En todo caso, es a ellos, a los norteamericanos, y en general a la OTAN, a quien va dirigido ese misil, o el mensaje que representa. La guerra de Ucrania hay que verla como un pulso entre Rusia y la OTAN por país interpuesto, y en ese pulso los misiles de corto y medio alcance son una pieza clave. Hasta el 2019 estaba en vigor un tratado que los limitaba (el que firmó Reagan en 1987), pero ese año Donald Trump lo canceló para contrarrestar a China, que no era signataria, y también después de recibir información de inteligencia de que Rusia estaba creando nuevos prototipos de forma clandestina (lo que este nuevo misil, de hecho, viene a demostrar). Lo cierto es que ya hace tiempo que Rusia identificó este campo de los misiles de corto y medio alcance como aquel en el que puede lograr una ventaja significativa frente a Occidente, con el que no puede competir en armamento convencional. En efecto, Rusia tiene ya el mayor arsenal nuclear del mundo. El lanzamiento de este nuevo misil pretende certificar esa ventaja y, de paso, intentar provocar desánimo en los países de la Alianza menos dispuestos a seguir ayudando a Ucrania, porque su radio de alcance le permite golpear cualquier país europeo. Pero, más que en la guerra de Ucrania, este episodio tendrá consecuencias en la carrera de armamentos. Aunque hay que tomarse con cierto escepticismo la afirmación de Putin de que el nuevo misil hipersónico es imparable, la OTAN se ve ahora abocada a revisar y mejorar sus sistemas de defensa.