Trump atrae la atención mundial y traslada el centro de poder a Mar-a-Lago

Héctor Estepa
Héctor Estepa NEWARK / E. LA VOZ

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Trump, tras proclamar su victoria electoral
Trump, tras proclamar su victoria electoral Brian Snyder | REUTERS

El presidente electo perfila su equipo rodeado de su círculo más cercano

10 nov 2024 . Actualizado a las 08:53 h.

Mar-A-Lago es estos días una de las capitales de occidente. Donald Trump, el presidente electo de EE.UU., ha convertido su residencia de Florida en una suerte de segunda Casa Blanca. Allí se encuentran, desde este mismo martes, sus más cercanos colaboradores e invitados estrella, como el magnate Elon Musk. El objetivo, cerrar los nombramientos clave, no solo en el Gabinete, sino también en agencias de fuerte peso y entes internacionales, y darle forma a las primeras decisiones de su futuro mandato, que inicia en enero. Por el lugar han pasado ya decenas de personas en busca de un puesto en el organigrama del gobierno. Algunos viajaron hasta Florida en la misma noche electoral. Trump ha invitado expresamente a parte de ellos, según recoge la prensa estadounidense, pero también hay quien ha reclamado estar presente en el lugar. Que el presidente electo reclame la presencia de alguien, no quiere decir que vaya a ser seleccionado, porque a Trump le gusta el contacto personal y sentirse poderoso.

Para algunos puestos se ha abierto una competencia feroz. El más importante de la cadena, la jefa de gabinete, fue decidida pronto, este mismo jueves, cuando el presidente electo se decantó por Susie Wiles, encargada de su campaña, de 67 años. Wiles puso sus condiciones, como tener más influencia que sus predecesores. Trump tuvo hasta cuatro jefes de Gabinete —el puesto clave entre bambalinas— en su anterior mandato y mantuvo fuertes roces con ellos. Uno de los más sonados fue con el general John Kelly que llegó a calificar al presidente de «fascista» tras ser despedido.

A Mar-A-Lago están llegando también las felicitaciones de los líderes internacionales, algunas efusivas, como la del argentino Javier Milei, que llegará la próxima semana a la residencia de Florida para reunirse con Trump, y otras más comedidas como la del brasileño Lula da Silva, consciente de la victoria del presidente electo estadounidense es un fuerte respaldo para su máximo rival, el exmandatario ultraderechista Jair Bolsonaro.

Una llamada esperada

En Mar-A-Lago se produjo este miércoles una esperada llamada telefónica entre Trump y el líder ucraniano Volodímir Zelenski. El presidente electo dijo que podría acabar la guerra en 24 horas y Kiev teme que eso suponga obligar a Ucrania a hacer cesiones a Rusia. Tanto Trump como los legisladores republicanos adeptos al presidente han sido muy críticos con los fondos destinados para la guerra. Zelenski estaría intentando convencer al magnate estadounidense de que continuar con la ayuda es de su interés porque lo que está financiando es a la industria armamentística norteamericana.

En esa llamada se coló, según trascendió este viernes, el multimillonario Elon Musk, dueño de Tesla, Space X y la red social X, presente en Mar-A-Lago, y que se ha convertido en uno de los principales asesores de Trump.

Musk ayuda al esfuerzo bélico ucraniano desde hace años con su sistema de satélites Stalink y está por ver si su postura con respecto al conflicto difiere de la de Trump. También cree en el cambio climático y vende coches eléctricos que el presidente electo ha señalado con anterioridad porque China lidera la logística mundial en torno a esa tecnología.

Trump comentó en una entrevista que Musk, sudafricano de nacimiento, podría tener relevancia en su Gobierno. El creador de Tesla ya dijo que pretendía crear un departamento para hacer recortes por valor de dos billones de dólares al presupuesto estadounidense, y los medios locales señalan que entre las medidas de Trump estaría la eliminación de varias agencias gubernamentales.

Un fuerte dispositivo de seguridad protege a Trump y a sus invitados en Mar-A-Lago que interceptó a un ciudadano chino, detenido en varias ocasiones tras intentar entrar al recinto para informar al presidente de un supuesto intento de asesinato orquestado por Pekín, algo que su equipo no ha tomado ni en consideración.

Irán niega que quisiese atentar contra el magnate y le pide no «repetir políticas equivocadas del pasado»

El Gobierno iraní negó cualquier tipo de vinculación con una presunta trama para asesinar a Donald Trump después de que el departamento de Justicia de Estados Unidos anunciara el viernes la imputación de tres personas por su vinculación con este supuesto complot. En una declaración realizada ayer, recogida por Europa Press, el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Esmaeil Baqaei, denunció unas acusaciones «sin fundamento» y «parecidas a las formuladas contra Irán en el pasado, y que acabaron resultando falsas, de manera demostrada». El principal imputado es Farhad Shakeri, a quien Irán, según la acusación, habría dado orden de asesinar a un ciudadano estadounidense de origen iraní en Nueva York, así como a Donald Trump. Mientras este sigue prófugo, sus dos compinches, Carlisle Rivera y Jonathon Loadholt, han sido detenidos.

En este contexto, el vicepresidente de Irán para Asuntos Estratégicos, Mohamad Javad Zarf, instó ayer a Trump «a no repetir las políticas equivocadas del pasado de máxima presión contra Teherán», informa Efe. El exministro de Exteriores iraní dijo que el recién electo presidente debería de reconocer que su política de máxima presión llevó a que los niveles de enriquecimiento de uranio de Irán aumentaran del 3,5 % estipulado en el acuerdo nuclear del 2015, al 60 %, cercano ya al nivel necesario del 90 % para fabricar armas atómicas. Zarif hizo así referencia a la salida, en el 2018, del entonces presidente estadounidense del pacto nuclear, firmado entre Irán y los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (EE.UU., Francia, Reino Unido, Rusia y China) más Alemania. Tras abandonarlo, Trump impuso severas sanciones contra Irán, las cuales habían sido suspendidas en virtud del pacto. Ahora, Zarif, artífice del mismo, llamó a Trump a «calcular los daños y beneficios» de su política de máxima presión.